PARABOLA Ť Emilio Lomas M.

Supongamos que todo marcha bien

``A ninguno de los mexicanos nos satisface vivir épocas de sacrificio y deterioro de nuestro nivel de vida. Estos años no han sido fáciles. Pero cuando, no obstante los augurios fatalistas, ni el país ni sus instituciones sucumbieron, encontramos ahora signos innegables de que, ante el cambio, el camino trazado ha sido el correcto.

``Seguimos avanzando en la dirección adecuada, de manera paulatina, es cierto, pero objetivamente más segura. Podemos ahora mirar el futuro con aliento, conscientes de que, con el esfuerzo común y consensudo, seguiremos avanzando''. Palabras éstas del secretario de Hacienda, Guillermo Ortiz, durante su comparecencia ante la 57 legislatura, que igual se pueden ubicar en este momento que en cualquier otro.

Todo hace ver que el gobierno no tiene otro programa que el de seguir endeudando al país para luego obtener recursos de donde se pueda para poder seguir pagando. Es decir, ha caído en la aberración de contratar deuda nueva para pagar deuda vieja y, como ejemplo, basta recordar que el ``pago anticipado'' al Departamento del Tesoro estadunidense fue realizado luego de que el gobierno mexicano colocó bonos en Europa a tasas de interés más elevadas a las entonces prevalecientes en los mercados internacionales.

Según un análisis que en breve dará a conocer Ciemex-Wefa, preparado por Antonio Castro Quiroz, durante 1997 el servicio de la deuda externa mexicana llegará a 25 mil millones de dólares. Estima, además, que el pago anual de intereses de la deuda ascenderá a 10 mil millones de dólares, ``incrementándose gradualmente en los años subsecuentes''. Aquí es necesario recordar que al primer trimestre del año, la deuda externa del país sumó 145 mil millones de dólares -el endeudamiento del sector público asciende a 107 mil millones de dólares, cifra que representa 30 por ciento del PIB, en tanto que el del sector privado totalizó 38 mil millones de dólares, lo cual representa casi 11 por ciento del PIB.

Vale la pena recordar que la profunda crisis que padecemos tiene entre sus últimos antecedentes -además de los errores de diciembre (1994)- la colocación de tesobonos que, por un valor de casi 30 mil millones de dólares, realizó el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, sumado al hecho de que la firma del TLC le ha permitido a Estados Unidos generar más de dos millones de nuevos empleos, y a México perder ese mismo número de puestos.

Es decir, además de que se están repitiendo los mismos errores del pasado, todavía el gobierno no ha sido capaz de generar los empleos que se requieren ni tampoco restituir los mínimos de bienestar que las familias mexicanas tenían antes de la crisis. Entonces, ¿cómo hablar de que se está superando el colapso, cuando la economía sigue perfectamente colapsada y más petrolizada que nunca?

De aquí, de allá y de todas partes

En su más reciente Informe mundial sobre las drogas, Naciones Unidas considera que la necesidad de legitimar ganancias mal obtenidas ha crecido en proporción a la expansión de la industria ilícita de las drogas y a la propensión de los delincuentes a operar en el mundo de los negocios legítimos. ``Sería un error suponer que los paraísos fiscales son mercados periféricos y que se utilizan sólo para servicios especializados y a veces ilegítimos. Según algunos cálculos, más de la mitad del capital monetario mundial pasa a través de los llamados paraísos fiscales''. Dice que son dos las tendencias que han caracterizado el blanqueo de dinero en los últimos dos años: la primera es la creciente profesionalización de la función y, la segunda, la internacionalización, que es consecuencia de la integración de los mercados financieros y del esfuerzo de los traficantes por evitar ser descubiertos concen- trando las operaciones en países en que las leyes son inexistentes o embrionarias y se aplican con poco rigor. ``En conjunto, tal vez la repercusión más importante del blanqueo de dinero sobre la economía legítima es que socava la integridad del sistema financiero y está hecho, según la amplitud y la rapidez de la pérdida de la confianza, para provocar consecuencias devastadoras en la economía mundial''.

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