Dos mil delegados, procedentes de todos los rumbos del país exigieron a gritos establecer la obligación de que en adelante, para obtener la candidatura presidencial, fuera necesario haber ganado previamente algún otro cargo de elección popular. Pasados menos de dos años, esos mismos u otros delegados ¿aceptarán que se acabe con ese condicionamiento?
Por sus primeras declaraciones, el nuevo presidente del PRI, Mariano Palacios Alcocer, está dispuesto a correr el riesgo de abrir a consulta otra reforma a los estatutos del partido oficial, para acabar con esos ``candados'' que permanecen sin estrenar.
Cuando se aprobaron las reformas estatutarias, durante la 17 Asamblea Nacional, hubo acusaciones contra destacados priístas porque supuestamente habían influido en los delegados para que aprobaran esos cambios que llevaban ``dedicatoria'' contra funcionarios públicos del grupo de los ``tecnócratas'' que obviamente no llenan los nuevos requisitos.
Entre los acusados estuvieron Fernando Ortiz Arana y el gobernador de Tabasco, Roberto Madrazo Pintado. Ellos y los delegados negaron cualquier intento de manipular. Los representantes de los sectores y de la estructura partidista aseguraron que obraban por decisión propia, a partir de las promesas del presidente Ernesto Zedillo y del entonces dirigente nacional del PRI Santiago Oñate Laborde de que en la asamblea no habría ``línea''.
También hubo voces en contra de las reformas, como la del ex diputado y ex embajador José R. Castelazo, quien apenas se hizo escuchar enmedio de los gritos en contra. Básicamente, quienes discrepan del candado creen que en vez de beneficiar al partido lo limitan para seleccionar candidatos, mientras que las oposiciones pueden inclusive abanderar a personas ajenas a su organización.
En su primera conferencia de prensa, Palacios Alcocer hizo comentarios similares, lo que hace suponer que en el corto plazo podría realizarse la 18 Asamblea Nacional con un objetivo predeterminado: acabar con el referido candado.
Pero quienes presenciaron la actitud de las bases priístas en su anterior congreso, coincidirán en señalar que no va a ser una tarea fácil, pues en esa oportunidad los delegados demostraron una actitud combativa.
¿El último grito?
Habrá que observar con mucho detenimiento la ceremonia de El Grito de Independencia esta noche en el Zócalo de la ciudad de México, porque tal vez sea el último de su especie.
En el futuro, a partir de septiembre de 1998, por lo menos se tendrá que negociar a quién le corresponde encabezar esa ceremonia: ¿al Presidente de la República o al jefe de gobierno del Distrito Federal? O, tal vez, ¿se cambiará el formato para que aparezcan ambos funcionarios en el histórico balcón de Palacio Nacional?
Hasta ahora, el gobernante de la capital del país es el Presidente de la República y el jefe del Departamento del Distrito Federal su subalterno. Por lo mismo, las ceremonias cívicas en la ciudad de México las ha encabezado siempre el primer mandatario.
Pero en 1998 ya estará en funciones el primer gobernador electo, Cuauhtémoc Cárdenas, quien además milita en un partido contrario al del presidente de la República. Por su condición de autoridad electa, le corresponderá encabezar también las ceremonias cívicas.