Ruy Pérez Tamayo
RV

Acaba de aparecer el primer número de la revista RV, cuyo subtítulo es Revista de Vinculación Empresa-Educación Superior. Su director es el doctor Asdrúbal Flores, un físico universitario que ha dedicado muchos años a la tarea de promover las relaciones entre los sectores sociales, productivos, académicos y del gobierno. En su editorial, el doctor Flores señala: ``Nos interesamos en toda clase de vinculaciones que puedan darse entre ellas: academia-industria; gobierno-Instituciones de Educación Superior; organizaciones sociales-educación superior; academia-academia; industria-desarrollo cultural...''. Además, agrega: ``RV es un esfuerzo que se apoya en la visión y generosidad de quienes creen que el resultado de la vinculación es un negocio donde todos ganan''.

Colaboran en este primer número científicos de gran prestigio, empresarios, funcionarios oficiales y académicos, ya sea con artículos de fondo o con entrevistas en las que se discuten distintos aspectos y problemas de la vinculación. Son especialmente interesantes los textos de Adolfo Martínez Palomo y Manuel Méndez Nonell, de Ismael Herrera Revilla y de Roberto Alexander Katz, quienes exponen puntos de vista de científicos, contrastados con las opiniones de Carlos Gutiérrez Ruiz, actual presidente de Canacintra, y de Víctor A. Arredondo, director de Educación Superior de la SEP.

Los conceptos expresados por Sergio Reyes Luján, coordinador de la recién creada Coordinación de Vinculación de la UNAM, merecen leerse con cuidado, y seguramente servirán para aclarar las funciones y los alcances de esta nueva dependencia universitaria. Conviene compararlos con los expresados en forma más breve por Carlos González Fisch, presidente de la Comisión de Enlace con Centros de Investigación de Canacintra, quien usa un ejemplo concreto para ilustrar el enfoque que ese organismo le da a las relaciones empresa-academia.

En mi opinión, la revista RV puede contribuir de manera significativa a lograr algo que hace mucha falta para que las vinculaciones que promueve se establezcan y funcionen de manera efectiva, que es el desarrollo de un lenguaje común y un sistema de comunicación entre las distntas entidades que se beneficiarían con una colaboración más estrecha. Hasta ahora, los mensajes que se escuchan sobre el tema parecen más un diálogo de sordos, con los organismos oficiales diciendo que debe promoverse la vinculación pero sin hacer absolutamente nada positivo para lograrlo, las universidades reclamando que la iniciativa privada apoye de manera significativa a la educación superior y a la investigación científica y tecnológica, y el sector productivo insistiendo en que la comunidad científica y tecnológica mexicana no tiene la capacidad para resolverle sus problemas, por lo que se ve obligado a recurrir a fuentes extranjeras.

Esta situación es otra consecuencia del Tratado de Libre Comercio, cuyos promotores repitieron ad nauseam el estribillo de que al abrir las fronteras a las empresas trasnacionales, las mexicanas se verían en la necesidad de competir con ellas para conservar su mercado, y entonces buscarían la ayuda de la ciencia y la tecnología nacionales, con lo que se promovería la vinculación de la iniciativa privada con el mundo académico y todos saldrían beneficiados.

Tal escenario no se ha dado por la sencilla razón de que no coincide con la realidad de nuestro país, en donde los empresarios prefirieron afiliarse a las trasnacionales en vez de intentar competir con ellas, y los científicos y tecnólogos mexicanos no han aumentado de manera significativa su colaboración con la industria nacional. De acuerdo con el doctor Flores, la vinculación empresa-academia es compleja, tiene muchos problemas y muchas facetas que deben identificarse, explotarse y tratar de resolverlas, pero siempre de frente a la realidad y no con base en esquemas teóricos desconectados de ella.