Evaden preguntas vecinos de la barranca de Tláhuac donde se encontraron tres cuerpos
Alberto Nájar Ť A unos metros de la barranca donde tres jóvenes de la colonia Buenos Aires fueron ejecutados, empieza el miedo.
En las pocas casas cercanas al lugar de los hechos, en la colonia Zapotitlán, de Tláhuac, los moradores evaden responder si el lunes pasado vieron o escucharon algo inusual; de hecho, el común denominador es que nadie supo y mucho menos quiere saber del asunto.
Sólo una vaga referencia de un adolescente de 13 años: a principios de la semana, dice, ``pasó una camioneta blanca y se fue a donde tiraron los muertitos, luego bajaron cuatro personas y allí se quedaron''. Su hermano menor afirma que ``se oyeron unos balazos'', pero de inmediato recibe un coscorrón de su madre. ``¡Cállese, mentiroso!'', lo recrimina.
Es la reacción común de todos los entrevistados. Metros adelante, en el Camino Real a las Minas, dos individuos se refrescan con vasos de cerveza, mientras miran con desconfianza al reportero. ``No vimos nada, ni siquiera sabíamos que aparecieron muertos'', dice el sujeto de más edad.
--¿Escucharon algo la noche del lunes?
--Aquí no se oye nada; estamos muy lejos --responde, a pesar de que la vivienda se ubica a unos 150 metros de la hondonada.
Confiesan, sin embargo, que hasta ayer ninguna persona les había preguntado sobre el incidente, ni siquiera los agentes judiciales que investigan el caso. ``Usted es el primero que viene, antes nadie''.
A la vera del camino, un individuo vestido con ropa deportiva se suma al rosario de respuestas negativas, aunque reconoce que sí se enteró del triple homicidio. ``No fue en las minas, porque están vigiladas; fue más adelante, en las milpas'', desorienta a los reporteros.
Lo cierto es que la hondonada donde aparecieron los cuerpos se convirtió en punto de interés no solamente para policías y periodistas, sino para los vecinos de la delegación, visitantes y trabajadores de la zona.
Al mediodía de ayer, mientras los reporteros tomaban datos del lugar, arribó un taxi ecológico con dos pasajeros. El conductor bajó, diligente, abrió la portezuela y señaló el lugar donde cayeron los cuerpos.
Luego, reconstruye el homicidio para sus clientes, incluso aventura sus propias hipótesis. ``Les tiraron con metralletas; eran rateros de Tepito'', comenta ante el marcado interés de sus interlocutores. ``Todavía está la cal en el fondo, asómense''.
Ayer, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal canceló una reconstrucción del triple homicidio, la cual se llevaría a cabo en el mismo sitio de la ejecución; sin embargo, se pospuso.
Piezas claves para resolver el caso, el auto Golf blanco en que los Jaguares se llevaron a los asesinados y el camión gris donde trasladaron a los todavía desaparecidos son buscados afanosamente en Tláhuac, delegación donde según algunas versiones circularon el pasado lunes e incluso podrían estar escondidos en instalaciones de la SSP.