Carlos Martínez García
Las Iglesias y la paz en Chiapas
Es fundamental tener presente el factor religioso cuando se quiere entender y analizar la complejidad de la región ch'ol. Es en esta parte de Chiapas donde la diócesis que encabeza el obispo Samuel Ruiz García tiene el mayor número de catequistas indígenas, que son quienes ponen en marcha las líneas pastorales y eclesiológicas que caracterizan al obispado con sede en San Cristóbal de las Casas. Por otra parte se encuentran las iglesias evangélicas que en tres décadas han logrado avances cuantitativos que no tienen paralelo en ninguna otra parte del país. En la zona también tienen presencia católicos tradicionalistas que rechazan por igual a católicos de las comunidades eclesiales de base y a protestantes. En fin, el área es un mosaico de convicciones y prácticas sociorreligiosas que se manifiestan de variadas formas culturales y de preferencias políticas.
Para darnos una idea de la importancia que tiene para los ch'oles la diversidad de credos religiosos, basta con saber que en casi todos los municipios del norte chiapaneco el porcentaje de protestantes evangélicos supera la media estatal, que es de 17 por ciento según el Censo de 1990. Chiapas es la entidad menos católica del país, o la más protestante, según se le quiera ver. Pero cuando analizamos con más detalle los datos por municipio, tenemos que es en las poblaciones ch'oles donde se encuentran cifras sorprendentes acerca del porcentaje que se declara evangélico. Por ejemplo, en Palenque alcanza el 25.4 por ciento; en Chilón se reporta 30.6; Sabanilla tiene 37.2; Salto de Agua 37.1; Sitalá sale de la tendencia alta, ya que apenas tiene 5.1; el 19.8 en Tila; Tumbalá un rotundo 45 por ciento, y Yajalón casi llega al 20.
Tales cifras sólo son posibles si media una apropiación de la nueva fe por parte de las comunidades indígenas. Cualquier otra explicación, como la de que los indios se convierten al protestantismo porque agentes extraños los engañan o manipulan, entraña una especie de discriminación a los converso(a)s, a quienes se considera capitis diminutio inermes frente a la manipulación foránea.
Los números citados muestran que la población no católica es de tal magnitud que es un error dejar de tenerla en cuenta a la hora de buscar actores y medios que contribuyan a la construcción de la paz en el norte chiapaneco. Por esto cobra especial significado el Segundo Encuentro Ecuménico por la Reconciliación y la Paz en Chiapas, que tuvo lugar en San Cristóbal de las Casas hace diez días. Al mismo asistieron representantes de los adventistas, católicos, presbiterianos, reformados, bautistas y pentecostales. Del comunicado final del Encuentro queremos resaltar uno de sus puntos, donde los reunidos confiesan: ``Necesitamos trabajar por superar actitudes y lenguajes que cultivan la intolerancia y dañan nuestra capacidad de convivencia, profundizando en una evangelización que se funde más en la riqueza del contenido de la Palabra de Dios que en el rechazo o la crítica a los otros creyentes''.
Es verdad que las iglesias necesitan educar a sus respectivos feligreses en la tolerancia mutua. Que les enseñen a distinguir entre el seguimiento intenso de sus propias convicciones teológicas, pero que al mismo tiempo sepan dirimir sus diferencias en la arena pública de forma pacífica. Hay que abandonar los clichés, para dar lugar al respeto por las opciones religiosas de los otros. En la medida que cada confesión, en el pluralizado campo religioso de la zona ch'ol, haga parte importante de su tarea la vigencia de una pedagogía de la tolerancia en su interior y vía de relación con los que se identifican con otras opciones, en esa misma dimensión estarán propiciando una nueva cultura de la convivencia en medio de la diversidad.
En un clima así ya no cabrían caracterizaciones del otro que pueden dejar satisfechos a sus autores, pero que no dan cuenta de la realidad y la sustituyen con distorsiones de la misma. Como en el caso del documento Ni paz ni justicia (octubre de 1996), donde se acusa a la Iglesia Nacional Presbiteriana de encubridora de los priístas del grupo paramilitar Paz y Justicia en los siguientes términos: ``...se ha comprobado que parte de la ideologización anticatólica y contrainsurgente que el Ejército Nacional Mexicano ha iniciado dentro de las comunidades ch'oles se realiza a través del Instituto Bíblico de Palenque, una casa de formación presbiteriana en donde se forman no sólo pastores de esta iglesia, sino también adventistas. Adventistas y presbiterianos son la mayoría de los cuadros y tropa del grupo paramilitar Paz y Justicia'' (p.166). Son temerarios los juicios, sobre todo si tomamos en cuenta que el documento fue elaborado por el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, organismo ligado a la diócesis católica de San Cristóbal.