La política económica tuvo su segunda presentación en el Congreso. El secretario de Hacienda continuó con la defensa a ultranza del modelo económico que este gobierno mantiene férreamente después de 15 años de magros resultados. Con su comparecencia, Ortiz siguió la pauta fijada por Zedillo en el tercer Informe. Al parecer, se vale discutir esa política siempre y cuando no se pretenda cambiarla. A medida que pasa el tiempo parece que la propuesta de crear una política de Estado para el crecimiento, es un recurso para delimitar el debate de modo que se mantenga la línea actual de gestión de la economía, y haciendo que cualquiera que se oponga esté, en efecto, rompiendo un posible pacto plural para fincar la expansión productiva. Para acercarnos siquiera a la posibilidad de una política económica de Estado hay que resolver una larga serie de cuestiones, entre ellas y para empezar, la enorme desigualdad imperante en la sociedad y el acceso de la población al trabajo y los recursos.
La forma en que el responsable de la hacienda pública se presentó sobre todo ante la Cámara de Diputados, en la que enfrenta una mayor oposición, no fue muy distinta a la costumbre profesoral que trató de imponer su ex jefe Aspe. Pero el Congreso ya no es tan dócil, aunque en esta oportunidad la oposición se mostró muy poco eficaz en el contenido de su crítica y en la forma de plantearla. A pesar del número de curules que tienen y de las coincidencias entre los partidos, la oposición en el Congreso no logró en esta ocasión forzar a una discusión técnica y política que mostrara claramente a la población las diferencias de fondo con el gobierno, y los que votaron el 6 de julio esperan más de ellos. La verdad es que a Ortiz lo salvó la campana. Esto es casi literal, pues luego de la trifulca protagonizada por los indignos diputados Barbosa y Oceguera, fue la campana con la que se suspendió por un rato la sesión la que permitió a Ortiz salir casi sin raspones.
No se justifica la lastimosa actitud de Barbosa, y no es aceptable el abuso que hizo de su posición política; al diputado de origen barzonista se le olvidó donde estaba y para qué está en la Cámara. Pero una vez dicho esto, tampoco los del Bronx del PRI son las hermanas de la caridad, y está difícil que nos rasguemos las vestiduras por su sparring que hoy se ostenta como víctima. Tanto Ortiz como un sector de diputados de choque priístas provocaron la tensión en la comparecencia. A la propia Cámara de Diputados corresponde aclarar lo que pasó en la sesión, y ello debe ser convincente para quienes pagamos el sueldo y prestaciones de todos los protagonistas.
Ortiz trata de mantener el contenido de la discusión en el marco de los lineamientos del presupuesto federal que debe presentarse en noviembre. Ahora, por ejemplo, uno de sus argumentos con respecto a los impuestos dejó de ser el asunto de las tasas y pasó al de las deficiencias en la recaudación. Pero en la conducción general de la economía no hay propuestas nuevas, y mientras tanto acepta que se permitirá la revaluación del peso frente al dólar para seguir controlando la inflación, al tiempo que las tasas de interés no logran bajar de un piso de 18 por ciento y tenderán a subir durante el resto del año. Es cierto que hay diferencias entre las actuales condiciones y las que prevalecieron en 1994 antes de la crisis, pero se está repitiendo la experiencia de la política económica de los primeros tres años de la administración pasada. Aunque se ha hecho ya una costumbre aceptar que en el pasado reciente se cometieron errores, se ofrece que no volverán a ocurrir. Ortiz era el subsecretario en la dependencia donde se cometieron los errores, ¿cuánto cuesta a los mexicanos la capacitación de sus funcionarios públicos? El secretario debería tener más tacto político antes de descalificar al diputado González, de los ecologistas, por su juventud; o qué ¿a poco sólo los jóvenes que lo auxilian en Hacienda son capaces? Hay millones de jóvenes en el país que están en desacuerdo con las políticas que defiende el secretario.
El PRD debe cuidar más sus oportunidades, la presencia del secretario de Hacienda en la Cámara no debe desaprovecharse. García Sáenz no era el mejor diputado para debatir con Ortiz y desperdició la ocasión; los costos de ello son muy grandes. Este partido avanzó de modo muy significativo en el voto popular en las pasadas elecciones, es la segunda fuerza en San Lázaro y la reorientación de la política económica no se va a lograr sólo con impugnaciones, sino con un sólido trabajo técnico que sustente propuestas que puedan defenderse políticamente. Hay mucho espacio para hacerlo y los cuatro partidos de oposición al PRI deben estar a la altura del mandato que les dio la ciudadanía.