EL TONTO DEL PUEBLO Ť Jaime Avilés
Chiapas-Venecia:luchas paralelas

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Venecia, 12 de septiembre Ť Dice Eduardo Galeano: ``Cuando Helena Villagra se levanta, paradójicamente sienta jurisprudencia''. En efecto, Helena se traslada a una mesa distante, regresa con aceite, limón y sal, y de inmediato es emulada por las damas de las mesas circunvecinas. Hace 20 años, Helena y Eduardo se casaron en Venecia, solos, con dos testigos de alquiler, y desde entonces, por lo que se alcanza a ver, todos los días lo celebran.

Para esta noche -me refiero a la del miércoles, anteayer apenas-, han escogido un restaurante casi oculto en un callejón, porque tiene doble techo: uno lo forman las parras que cuelgan sobre los comensales, sugiriendo un tendedero de Adán y Eva, y otro es el que abren y cierran las nubes, o mejor, el viento que mueve el cielo nocturno de la isla.

Galeano observa qué pocas son las estrellas del norte del mundo, y recuerda las ubérrimas constelaciones del sur, pero Helena sigue en la tierra: ``Sólo se levantaron las mujeres, ningún caballero'', apunta. Y le da pena, insiste, porque esta cena es también para celebrar la del año pasado, la del Bellinghausen en México, sin Bellinghausen por cierto, pero infortunadamente ha faltado una mesera y los clientes, poco a poco, se amotinan. Lógico: para abastecer las 34 mesas del comedor, la empresa dispone sólo de cuatro empleados, y hay que ver cuánto sudan, cómo corren, tropiezan, corrigen y equivocan los pedidos en el sagrado nombre del neoliberalismo.

Pobres venecianos, terminaremos concluyendo. Hace 500 años, Galeano explica, ``Venecia tenía 300 mil habitantes; hoy no llega a 90 mil. Cada tanto, cierran un canal, vacían el agua y limpian toda la basura del fondo. ¿Sabes desde cuándo usan este sistema? Desde el siglo XV. En aquel tiempo, el peor delito que había, y se castigaba incluso con pena de muerte, era el de atentar contra el agua''. Hoy, dice Helena, Venecia depende del agua y de los turistas. ``Pero qué espanto debe de ser que todos los días pasen miles de turistas delante de tu puerta. Deberían decretar una semana al año en que se cerraran las puertas de la ciudad, para que pudieran estar solos con ellos mismos.''

-¿Cómo se dice cambio en italiano? -Ga-leano pregunta.

-Cambiamento, creo -supongo.

-No. Cuando pagas y sobra -explica-, te devuelven plata. En castellano es ``cambio''.

-En italiano -Helena aclara-, se dice resto. Il resto

-Tiene algo fúnebre -Galeano juzga-. Pero es verdad, el ``resto'' es el cadáver del dinero.

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Ahora es la noche del jueves 11 de septiembre, pero nadie recuerda que hoy se cumplen 24 años del golpe de Estado en Chile, que entonces juramos que nunca íbamos a olvidar. Gianni Miná está de pie, micrófono en mano, ante un público de mil personas reunido en las tribunas del Palasport de Venecia. A su derecha, cubiertos con paliacates, rascándose discreta pero asiduamente las picaduras de la selva, Maribel y Mesías, bases de apoyo del EZLN provenientes de la cañada de Morelia (cerca de Altamirano, dentro de la selva), hacen esfuerzos por no vomitar más, que de todos modos ya nada les queda. Todo lo dejaron al salir de Roma, y a lo largo y a la orilla de la carretera a Venecia, porque no se puede viajar sin castigo con tantos bichos de contrabando en los intestinos.

Padre de ocho hijos que allá en su pueblo lo aguardan al cuidado de dos ejércitos -el que protege a esos niños, el que los amenaza y asedia- Mesías, en breve, acometerá un esfuerzo colosal cuando lea, en castilla, lengua ajena a la suya, el documento que la selva redactó para esta primera Reunión Europea contra el Racismo. ¿Qué puede reclamarle el pequeño ``gobierno'' de México? No puede, por ejemplo, acusarlo de usar contra ``las instituciones de la República'' un recurso tan barato como el de la lectura, que el régimen le negó desde que era niño. No puede acusarlo, tampoco, de causar ``daños contra los bienes de la nación'', por el hecho de combatir con su claro y modesto discurso las gigantescas inversiones que la administración de Zedillo hace para vender en Europa la imagen de un país en el que no existen, de hecho, los zapatistas. Además, si hablamos de ``daños contra los bienes de la nación'', antes de juzgar a Maribel o a Mesías, habría que llevar a juicio a De la Madrid y a Salinas.

Por otra parte, si alguien custodia hoy, mejor que nadie, ``bienes de la nación'' tales como el petróleo y el uranio de las selvas de Chiapas, no son las tropas federales que patrullan las comunidades cada día, sino los pueblos que resisten pacíficamente en las montañas y de esta suerte se oponen al saqueo o, mejor, a la privatización de las riquezas del sureste mexicano, y de la zona estratégica del Istmo de Tehuantepec, en beneficio de un proyecto sin palabras -Zedillo nunca lo ha mencionado hasta ahora- concebido por y para el exclusivo usufructo de los números. En este aspecto, aunque no sólo en éste, la lucha zapatista converge con las preocupaciones de los grupos que este fin de semana se encuentran en Venecia para combatir contra el racismo, ese otro efecto perverso de la nueva ``modernización'' de los mapas del mundo.

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¿Privatización? ¿Qué otra cosa, si no, significa para los habitantes del Istmo de Tehuantepec el proyecto neoliberal que pretende construir dos puertos de altura, en Salina Cruz y Coatzacoalcos, y unirlos mediante una supercarretera por la que circulará un volumen de mercancías de Asia y de Europa superior al del Canal de Panamá? Y cuando esa franja de México esté ``privatizada'' de tal manera y adquiera una importancia geoestratégica, ¿quién asumirá la responsabilidad de custodiarla, de impedir que nadie la bloquee, que nadie obstruya, a su paso por Oaxaca y Veracruz, el flujo de las importaciones de Japón destinadas a los mercados de Estados Unidos y de Europa?

¿Quién, por el contrario, se echara al bolsillo las propinas que dejen las multinacionales por hacer uso de nuestro territorio? ¿Quiénes pujan desde ahora en subastas secretas para repartirse las líneas ferroviarias del Golfo y del Istmo, las tierras ejidales que serán convertidas en bodegas, en plantas petroquímicas, en bosques de eucaliptos, en campos de golf y ``desarrollos'' turísticos?

La lucha zapatista y de los pueblos indígenas que hoy, viernes en la noche, llegarán al Distrito Federal, es también contra esto. Y por ello coincide con la lenta y silenciosa batalla que la izquierda italiana, profundamente identificada con el EZLN, impulsa para detener a quienes avanzan a grandes zancadas, resueltos a privatizar el norte y el nordeste de Italia, establecer nuevas fronteras que serán disputadas por nuevos soldados, e injertar allí el nuevo país que inventaron bajo el nombre de Padania: una palabra, una referencia, una señal que la historia de por aquí no recuerda, porque nunca hubo en el pasado, remoto o no, una entidad cultural, una tradición o una lengua que respondiese a esta receta. ¿Qué hacen Maribel y Mesías en este escenario, preparándose a desfilar, este sábado, por las calles y entre los canales del centro de Venecia?

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Cinco años atrás, me dice Galeano, ``si alguien hubiera sacado un papel, explicándonos que en 1997 éste seria el nuevo mapa de Europa, nadie le habría hecho caso. Si dentro de cinco años vemos que Italia empieza en Florencia y una tal Padania hace frontera con Francia, Suiza, Austria y ex Yugoslavia, nadie se sorprenderá''. Pero, ¿cuáles son los argumentos de quienes promueven la independencia de Padania?

Fue en septiembre de 1996 cuando Umberto Bossi, jefe de la Lega Nord, la agrupación política de los secesionistas, usó por primera vez el termino Padania para describir el territorio que forman las regiones de Liguria, Lombardía, Udine, Veneto, Piamonte, Val de Aosta, Trentino, Emilia Romagna y otras más, y que abarcan a la Italia rica, la europea, la industrializada, la suntuosa, hacia la que emigran en busca de empleo los campesinos analfabetas de Nápoles, Calabria, Puglia, Sicilia y Cerdeña, que habitan la Italia pobre, la africana.

Pero nosotros, los ricos del norte, dice Bossi, ``estamos cansados de ser esclavos de Roma, que succiona nuestros impuestos para alimentar una burocracia parasitaria y corrupta, y también estamos cansados de mantener a la gente del sur, con la que no tenemos nada en común, pero que nos devora exigiéndonos pensiones, hospitales, escuelas que nunca les han servido para progresar''. En cambio, agrega, los sureños invaden nuestras ciudades limpias, traen su miseria, amenazan nuestra seguridad robándonos en la calle, amenazan a nuestros hijos vendiéndoles drogas a la puerta de la escuela.

``Lindo discurso, ¿no?'', dice Galeano. ``Pero la realidad es más compleja. Estos buenos señores del norte lo que quieren realmente es cambiar de servidumbre. Se han dado cuenta que los emigrantes de los países del este de Europa, en primer lugar, cobran menos por trabajar más, no están sindicalizados y no tienen derechos porque son desechables. Y como ahora lo que abundan son rumanos, ex yugoeslavos, albanos y qué sé yo, la película está clara, ¿no te parece?''

Nadie, hasta ahora, había tomado demasiado en serio a los ``padanos'', hasta que antes del verano, que todavía no termina en los termómetros, Bossi anunció que el 14 de noviembre en todas las comarcas del norte y del nordeste habrá elecciones para ``el nuevo parlamento de Padania''. Y como la noticia, y el discurso en general, ha captado la atención no sólo de los multimillonarios sino también de los ``pequeños tenderos'' (como los define Paco Ignacio Taibo II), el mismísimo presidente de la república, el decorativo Giovanni Scalfaro, ha decidido que ``organizar un proceso de esta índole es violatorio de la Constitución del país'' y, por lo tanto, quienes en él intervengan serán tratados como delincuentes. Un dictamen que, si algo augura, es el principio de una etapa más bien violenta.

Sin embargo, mientras el Estado italiano se apresta a reaccionar con la fuerza de la ley contra los ``padanos'', las organizaciones políticas de izquierda, en particular las redes de centros sociales autogestivos, y un sector del espectro político tradicional, aglutinado en el Partido Refundación Comunista, se lanzan por estas fechas, acompañados por el periódico Il Manifesto, a construir la primera trinchera contra el secesionismo. Y para ello han invitado a Venecia no sólo a Mesías y a Maribel -que es una forma de traer al subcomandante Marcos-, sino también a los ``sans papier'' (los emigrantes ilegales del Tercer Mundo en Francia), a una delegación del Sinn Fein (el partido que desde 1916 lucha por la independencia absoluta de Irlanda) y a todo un abanico de grupos de la Europa del norte, que resisten en sus respectivas ciudades y países contra el racismo que en Alemania lincha a los negros y al referirse a los turcos inventa chistes como el siguiente:

-Hay un charco de sangre en el pavimento. ¿Cómo saber si la víctima fue un turco o un perro? Si era un perro, encontrarás huellas de frenos.

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Por motivos que ya esclarecerán los historiadores del día de mañana (en la mañana o después de comer, no se sabe), los organizadores de esta Reunión Europea contra el Racismo tuvieron buen cuidado de hacerla coincidir con la marcha de los mil 111 representantes del EZLN al Distrito Federal. En principio, me cuentan voces indiscretas, la idea original aspiraba a invitar y traer a Marcos, tal vez, en un avión repleto de personalidades. Pero Marcos declinó. Entonces, pensaron que sería espléndido invitar y traer una delegación de comandantes. Pero los comandantes no se daban abasto con los preparativos de la marcha, y también declinaron. Entonces, finalmente, se optó por la formula Mesías y Maribel, y Refundación Comunista procedió a contratar una veintena de trenes, alquilados en Milán, en Roma y en las comarcas del sur, para transportar a los jóvenes de los centros sociales de toda la península, que el 14 de junio ``inventaron'' el método del autoacarreo, cuando tomaron a la brava, aunque pacíficamente, una serie de trenes para llegar a Amsterdam, donde otros muchos miles de jóvenes de España, Francia, Alemania protagonizaron un mitin histórico contra la desocupación, que afecta a 30 millones de personas en este continente.

Ahora, los trenes han comenzado a llegar a Venecia desde esta mañana, y el Palasport, donde todo ocurre por aquí, ha duplicado el número de sus ocupantes, que a partir de esta noche, si todo sale bien, empezarán a convertirse en parte porcentual del gentío que viene, y que el domingo, cuando Mesías y Maribel reciban el León de Oro de Venecia, desfilarán, cerco policiaco de por medio, ante las huestes de Umberto Bossi, que han señalado la fecha para estrenar la sede del ``gobierno autónomo de Padania''.

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Entre tanto, la gente espera, se asolea entre una conferencia de Yvon Le Bot y un video sobre el gran mitin de Amsterdam, y no son pocos los que se acercan a preguntarme, como si yo lo supiera, qué le ha dado al maestro Guillermo Almeyra por enderezar tan regañonas críticas contra ``esos zapatistas enemigos del jabón y amigos de la marihuana'', que se ``adornan la cabeza con aretes y tatuajes, en lugar de adornarse el cerebro con alguna idea''. Una joven de Treviso, lectora fiel de La Jornada en Internet, dice que le gustaría escribirle a Almeyra ``y hacerle ver que esos jóvenes son el producto de 15 años de recortes al presupuesto educativo, libros caros, mucha televisión, cero estímulos intelectuales, cero opciones en la vida''. Yo le juro, para librarme de su elocuencia (ya se sabe, estamos en Italia), que se lo comunicare a Guillermo cuando lo vea. O antes, si se puede.