La Jornada 12 de septiembre de 1997

Abre Montemayor en su libro nuevas lecturas sobre M. O. Mortenay

César Güemes Ť La verdad es que lo acepta con reticencias, pero se dice, a partir de varios elementos casi probatorios, que en realidad M.O. Mortenay no es otro que Carlos Montemayor. Esto es, un heterónimo, otro él. Todo ello viene al caso por la aparición, bajo el sello de Seix Barral, de Los cuentos gnósticos de M.O. Mortenay, curiosamente bajo el nombre de Carlos Montemayor. Entre que es y no, transcurre la tarde.

--¿Cuál fue su idea inicial?, ¿que se leyeran los cuentos como de autoría en efecto de Mortenay o como el juego literario al que invita al lector al crear este personaje-escritor?

--Pensé en que Mortenay fuera el autor.

--¿Desde cuándo le ocurre esta especie de desdoblamiento?

--Creo que las mejores definiciones de esto las tiene Fernando Pessoa cuando habla de sus heterónimos. Para él era fácil distinguir cuando escribía Alberto Caeiro o Ricardo Reis. Incluso era fácil entender su biografía y señalar su horóscopo. No se trataba de juegos pirotécnicos o verbales, sino de actitudes poéticas distintas. Esas actitudes poéticas diversas pueden coincidir en un autor o en varios.

``Mortenay representa una actitud muy determinada, y no precisamente se reduce a un juego literario.''

--De modo que podemos hablar de Mortenay como de una tercera persona.

--Claro. Conocí a Mortenay por vez primera cuando me preparaba para viajar a Israel a emprender mi doctorado en filología semítica. En aquellos años estudiaba árabe y hebreo, y me documentaba sobre los libros gnósticos encontrados en Kenobosquion y los rollos llamados del Mar Muerto. Estamos hablando de 1971 y 72. Ese fue el primer momento en que descubrí a Mortenay.

``Las primeras prosas poéticas sobre las catedrales góticas europeas tratan de esos meses. Y dos años después tuve las primeras páginas del texto del Ramadán, que es ya un acercamiento directo a este acervo documental que forma parte de la consolidación del judeocristianismo como la base espiritual de Occidente, y desde ese momento empecé a prestarle atención a este autor. Al cabo de varios años ya fue posible tener esta primera antología.''

Cultura indígena, invisible pero latente

--¿Cómo fue la delimitación de la personalidad de Mortenay a diferencia de la suya propia?

--Muy natural, no hubo dificultad alguna. Al contrario, se me facilitó por la libertad de referencias que sobre el Medio Oriente y el mundo clásico europeo concurren en sus textos.

``Son paisajes que conozco, culturas en las que también me he formado y creo que, en cierta medida, esta actitud ante una cultura invisible ya, pero latente en nuestro mundo occidental, me ha permitido entrar en otra cultura, también invisible pero latente entre los mexicanos, que es la indígena.''

--Es claro que Mortenay se interesa por la arquitectura. ¿Desde cuándo se interesó usted por la arquitectura diríamos contemplativa o admirativa?

--Durante el primer periodo. Podría quizá ejemplificar mi disposición a monumentos así porque en el norte de México, particularmente en Chihuahua, la cantera es una piedra que nos obliga a tomar una pausa ante el paisaje.

``La cantera es una llamada de atención, de alerta. Uno aprende a respetar y a escuchar esas piedras. Esa vetustez de las catedrales góticas europeas, en términos sensoriales, no en términos críticos o literarios, me produce la misma llamada de atención que mi cantera natal.

``Las piedras así hablan, sobre todo porque han sido recibidas y conformadas por la espiritualidad humana.

``Se convierten en un puente entre generaciones y épocas.''

Devoción y religión, origen de la poesía

--Del mismo modo en que usted puede ver a Mortenay y transcribirlo, ¿él puede verlo a usted?

--Todavía no. Creo que Reis hablaba de Caeiro, pero no de Pessoa. En mí todavía no se da ese caso.

--En éste, su más reciente libro, hay cantidad de alusiones a textos religiosos. Además del estudio de las lenguas en que esos documentos fueron escritos, ¿cuál es su relación con ese mundo propiamente espiritual?

--En su mayor parte la poesía nace de la religión, o al menos de la devoción. Los viejos griegos decían que el verso en que había escrito Homero sus grandes obras, el hexámetro, había sido un regalo de los dioses. No estaban muy lejos de la verdad, y no porque los dioses se lo hubieran regalado, sino porque era un verso de devoción. Los oráculos de Delfos se expresaban en hexámetros. Los llamados himnos homéricos son rezos ceremoniales que describen a los dioses. Los epítetos formularios con que Homero se refiere a las divinidades olímpicas son también religiosos. Gran parte de los estudios técnicos que he hecho sobre los rezos sacerdotales en las culturas indígenas de México han arrojado también esos resultados: los vestigios prehispánicos de la versificación en las lenguas indígenas se han conservado por tradición oral en los rezos sacerdotales tradicionales.

``No es extraño que en mi formación literaria haya encontrado muy a menudo, y no solamente en Santa Teresa de Jesús o en San Juan de la Cruz, el ejercicio de la poesía vinculado con el de la religión. No hay que olvidar, también, que desde el punto de vista judaico el mundo es una especie de poema. La construcción en el Génesis bíblico es por la palabra. Así que la creación bíblica es la creación del poeta.''

El humor es un don tardío

--¿Cómo pasa, ya en el trabajo por escrito, del realismo chiapaneco de su anterior libro, al exotismo de Mortenay?

--Quizá se debe a que Mortenay realmente es un francés de entre siglos. Es muy posible que el mundo de Mortenay y el mundo indígena estén muy cercanos. Desde ese punto de vista, serían tan exóticos para el mexicano actual el mundo indígena como el mundo del Medio Oriente. Y desafortunadamente lo son.

--Hay un cambio claro entre el ensayo político y la creación literaria tan peculiar, como es el presentar un heterónimo.

--Se trata de la misma biografía literaria. El mundo grecolatino ha sido fundamental para mí, y el mundo semítico fue esencial durante muchos años de mi primera formación. Gran parte de la colonización del norte de México es judía o arábiga. Basta con recordar las tortillas de harina y el cabrito para darnos cuenta que estamos ante dos referentes típicos del semitismo. Pero creo que el mundo occidental tiene un profundo sustrato espiritual que se desarrolló y fermentó en el Medio Oriente. Y que esos dos rostros que alguna vez fueron Egipto y Roma, por ejemplo, han producido, con el cristianismo de la Edad Media en adelante, la cultura que hoy reconocemos como la occidental. Esas culturas complejas siguieron coincidiendo y desarrollándose sobre todo en el sur de España y en Portugal. Estamos hablando de la España mora, donde la cultura cristiana, islámica y judía llegaron a un esplendor prácticamente incomparable con cualquier otra época.

--¿Qué le dice la palabra disciplina?

--Todo. La he vivido. Me recuerda la frase aquella de Faulkner que dice que él escribía con un uno por ciento de genio y un 99 por ciento de trabajo.

--¿Y la palabra humor?

--Se aprende a veces desafortunadamente tarde. Es un don tardío. Muy pocos son aquellos que desde sus primeras letras aprenden a sonreír. Yo le preguntaba hace muchos años a Augusto Monterroso algo así. Y, palabras más, palabras menos, me dijo: ``es que sólo tiene buen humor el que ha sufrido''. Estoy de acuerdo con él. Lo creo así.