La Jornada 10 de septiembre de 1997

NO A LA BARBARIE

Con indignación y estupor, la ciudadanía capitalina ha recibido la noticia de tres ejecuciones extrajudiciales, perpetradas, según todos los indicios, por efectivos de la Secretaría de Seguridad Pública. Se trata de jóvenes que fueron capturados el lunes por integrantes del grupo Jaguares tras una balacera ocurrida en la colonia Doctores, en la cual murió, además de un policía, una persona al parecer ajena a los hechos. Uno más de los detenidos en esa acción se encontraba ``desaparecido'' hasta el cierre de esta edición.

A la insatisfactoria explicación sobre lo ocurrido anteayer en la esquina de Doctor Andrade y Doctor Barajas Lozano, el secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, general Enrique Tomás Salgado Cordero, ha añadido una improcedente y precipitada exoneración de los efectivos bajo su mando, incrementando con ello la exasperación ciudadana, que en las últimas horas de ayer se expresaba en un plantón frente a la sede de la Procuraduría General de Justicia capitalina, en demanda de justicia y castigo para quienes capturaron y asesinaron a las víctimas.

A la luz de estos hechos trágicos y repudiables, resultan inadmisibles los intentos por dar cobertura discursiva a los abusos, los atropellos y la impunidad de los cuerpos policiacos, especialmente en el curso de los ``operativos especiales'' que, con el pretexto de combatir la delincuencia, se traducen en graves violaciones a los derechos humanos y a las garantías individuales plasmadas en la Constitución. Contrariamente a lo manifestado ayer por el regente Oscar Espinosa, la ciudadanía no demanda una reducción del accionar policiaco, sino acción policiaca apegada a derecho.

En efecto, han sido documentados, públicos y notorios el descontrol, los abusos de poder y las extralimitaciones con que se han desempeñado las corporaciones policiacas en los últimos meses.

Hoy, dada la manera en que fueron asesinados tres de los jóvenes capturados en la colonia Doctores, podríamos estar ante un salto cualitativo del fenómeno que puede denominarse, sin eufemismos, criminalidad policiaca: el surgimiento de escuadrones de la muerte en el interior de esas corporaciones.

La sociedad no puede permitir el avance de la impunidad y la ilegalidad a tales grados de descomposición institucional. Es urgente e impostergable la movilización de los ciudadanos para exigir el inmediato esclarecimiento de los sucesos del lunes, la consignación de los homicidas, de sus cómplices y encubridores, y la depuración general y a fondo de las entidades encargadas de velar por la seguridad pública y de impartir justicia.