EL TONTO DEL PUEBLO Ť Jaime Avilés
Salinas en Dublín: exilio estratégico
Londres, 5 de septiembre Ť ¿De qué o de quién se esconde el ex presidente Carlos Salinas de Gortari en Irlanda? Hasta ahora nos había hecho creer que vivía en Dublín un exilio dorado, que tomaba clases de historia y literatura en el Trinity College (el alma mater de James Joyce), que visitaba a menudo la National Gallery, que salía a correr por las mañanas en los hermosos jardines de Stephen's Green, y que no se dedicaba sino a disfrutar de su nueva familia.
Pero una investigación de campo, realizada hace unos días a cuenta del tonto del pueblo, estableció que Salinas nunca aparece en público, se ha cambiado al menos tres veces de domicilio, viaja con frecuencia a Londres, Chicago y Nueva York, y dispone de un sofisticado equipo de comunicación que le permite no ser rastreado por teléfono.
En febrero del año en curso, Salinas accedió a reunirse con dos periodistas estadunidenses de la cadena CBS, y posar para las cámaras del programa Front Line. La cita fue acordada por Víctor Rojas -el secretario, chofer, guarura y mil usos del ex presidente-, y el sitio convenido para el encuentro fue el hotel Shelbourne, a espaldas de Stephen's Green.
Poco antes de la hora convenida, y manejando él mismo, Salinas acudió al lugar en compañía de Rojas, a bordo de una camioneta con placas de Irlanda del Norte, supuestamente oscura -negra, dice un testigo; azul, precisa otro, y la memoria hace dudar a los dos-, pero no entró en el Shelbourne. Después de estacionar a media cuadra del hotel, mandó a Rojas a buscar a los reporteros gringos.
Al cabo de cinco minutos, mientras Salinas aguardaba con el motor en marcha, Rojas volvió con los hombres y la cámara de la CBS, los hizo trepar en la camioneta, y el vehículo recorrió una distancia de tres cuadras hasta el hotel Comrad -el más caro de Dublín-, donde el grupo se instaló en el bar Alfie Barney's.
Salinas aceptó que los periodistas lo filmaran charlando con ellos, pero con el micrófono cerrado, y negándose cortésmente a hablar de la política o de su situación personal en el exilio o de sus cuentas secretas o de la muerte de Luis Donaldo Colosio o de cualquier otro tema relacionado con los hechos delictivos que la sociedad mexicana imputa a él y a sus hermanos Raúl, Adriana y Enrique, hizo que la charla se centrara en Hegel. Un autor, según esto, que le ``apasiona''.
Terminada su entrevista virtual con la CBS, el ex presidente mexicano permaneció en el Alfie Barney's cerca de media hora. Al final de ese lapso, recibió la visita de su nueva esposa, Ana Paula Gerard, y los dos, ahora con Víctor Rojas al volante de la camioneta oscura, abandonaron el hotel Comrad hacia el exclusivo barrio de Donnybrook, sin advertir que eran seguidos por un hombre y una mujer, en otro auto, hasta un pequeño fraccionamiento llamado Mare Brookman, donde Salinas habría penetrado al igual que la señora Gerard en la casa marcada con el número 103.
Mare Brookman es un conjunto residencial administrado por la empresa Brookman-Two Homes, con oficinas en el número 3 de Fitzwilliam Square, en el segundo distrito de Dublín, el mismo donde se encuentra la embajada de México. Un empleado de la firma aseguró que la gran mayoría de las casas de Mare Brookman son de renta y en ellas suelen instalarse ``turistas ricos'', porque el precio del alquiler asciende a 89 libras (irlandesas) diarias.
Huelga decir que con estos antecedentes, una tarde de la semana pasada me detuve frente a la puerta de la casa número 103 y oprimí el timbre. Esperé tres minutos antes de volver a tocar, y luego dejé que pasaran cuatro o cinco minutos más antes de pegar la cara contra el vidrio -imaginando cuál no sería la sorpresa de Salinas, que no me conoce personalmente, al descubrirme ahí, espiándolo-, pero comprobé de inmediato que la vivienda estaba vacía.
Llamé entonces a la puerta del 104 y me abrió un hombre de 55 años, o poco más, que al oírme balbucear una pregunta ininteligible (para él y para mí) en la lengua de Shakespeare, contestó en español: ``No hablo inglés''. ``Hombre -le dije-, yo tampoco''. Y agregué: ``¿Usted sabe dónde vive el señor Salinas''. ``¿Salinas?'' ``Sí, pues, un hombre calvo, chaparro, de bigotito, bastante orejón.''
No tenía la menor idea. ``Qué raro'', me dirían algunas horas más tarde el hombre y la mujer que lo habían visto llegar hasta ahí. Sin embargo, más o menos en la misma época, Salinas le había confesado a un periodista del Irish Times que se andaba cambiando de casa, de modo que si en verdad pasó algunos días en Donnybrook, ése fue su segundo domicilio en Irlanda.
El primero ``no fue en Dublín, sino cerca de la ciudad de Shannon'', consideran miembros del Grupo Irlanda México -The Irish Mexico Group, organización fundada en marzo de 1995 para formar comités de apoyo a los zapatistas-, que esporádicamente llevan a cabo campañas para exigir la expulsión de Salinas.
La casa de Shannon, cuentan, ``es propiedad del empresario Tony Ryan, a quien en 1989 Salinas nombró cónsul honorario de México en Irlanda, mientras Rómulo O'Farril asumía el cargo de cónsul honorario de Irlanda en México, y por eso, hasta que O'Farril se peleó con Emilio Azcárraga el consulado de la república de Irlanda estuvo en Televisa''.
Tony Ryan es un hombre de negocios muy cercano al ex primer ministro irlandés, Albert Reynolds, a quien los dublineses consideran ``el gran amigo de Salinas'', y lo argumentan: ``Reynolds fue el primer jefe de Estado que visitó México después del alzamiento zapatista. Llegó al Distrito Federal el 10 de enero de 1994 y, después de cumplir su agenda de trabajo, vacacionó en el yate de Rómulo O'Farril en Huatulco''.
Durante el gobierno de Reynolds -1989-1995-, México estableció relaciones diplomáticas con Irlanda a nivel de embajada, que se formalizaron, con la apertura de legaciones en ambos países, a finales de 1993. Antes de ese momento, el embajador de México en Gran Bretaña lo era también de Irlanda, aunque en calidad de embajador visitante. Y le tocó precisamente al ex secretario de Relaciones Exteriores Bernardo Sepúlveda Amor, que de Tlatelolco pasó a Londres, instalar la primera embajada mexicana en Dublín, forjando de tal suerte, por carambola y sin proponérselo, el escondite ideal que hoy disfruta Salinas.
¿Dónde queda la nueva y tercera residencia irlandesa de Salinas, después de Shannon y Donnybrooks? Eso, tal vez, no lo sabe ni el mismísimo Julio Scherer, quien en meses pasados habló con el ex presidente en un bar -¿Alfie Barney's, ¿Roly's Bistró?, ¿The Commons?, ¿el vestíbulo del Berkeley Court Hotel?, ¿Ernie's Restaurant?-, de acuerdo con el breve relato publicado por Proceso.
Hoy, gracias a la tecnología de punta, Salinas puede darse el lujo de la ubicuidad. El periodista David Shanks, comisionado por The Irish Times para cubrir la fuente del autodenominado ``villano favorito de México'', narra una anécdota que aún lo
sorprende.
``Mister Salinas juega conmigo al gato y al ratón'', dice. ``Cada tres semanas lo llamo por teléfono a través de Víctor Rojas, para pedirle que concretemos la entrevista que me ha prometido desde que llegó a Irlanda, me parece, en febrero de 1996. Por lo general, suele despedirse diciéndome: `David, a ver cuándo vienes a cenar a la casa'. Y yo le digo: `claro que sí, cuando quieras'. Pero nunca me da una fecha.''
Después de reírse un poco, Shanks añade: ``Una vez ocurrió algo extraordinario. Yo hablé al teléfono de Rojas. El me dijo: espere, por favor, voy a preguntar si puede atenderlo. A los tres minutos oigo la voz de Salinas: Hola, David, ¿cómo estás? Yo, bien, Carlos, ¿cómo estás tú? Muy bien, David, ¿cuándo nos vemos? El día que tú quieras, Carlos. De acuerdo, me dijo, yo te busco ahora que regrese a Dublín''.
El periodista reflexiona y observa: ``Yo me quedé pensando. Si Víctor Rojas estaba en Dublín y me dejó en la línea, debió comunicarse con Salinas por medio de otro teléfono y enlazó la llamada con un aparato que no conozco. Una computadora quizá, no lo sé, no lo entiendo''.
Si no estudia la historia y la literatura de la isla, y no sale a correr, y no visita los museos ni los teatros, y por el contrario viaja mucho a Londres, Chicago y Nueva York, y lleva un vida secreta en Irlanda, qué demonios hace el ex presidente Carlos Salinas de Gortari en Dublín?
Una hipótesis: conspira.
En efecto, es muy probable que sea esta su actividad principal, y para ello goza de una posición geográficamente privilegiada, que le ofrece la ventaja adicional de vivir seis horas más adelante que Zedillo. Cuando Salinas despierta a las ocho de la mañana en Dublín, son las dos de la mañana tanto en Los Pinos como en las bolsas de valores de Paseo de la Reforma y de Wall Street.
Gracias a esto, Salinas puede desayunarse estudiando el comportamiento de la bolsa de valores de Tokio -que a esa hora ya cerró- y pasarse la mañana siguiendo las evoluciones de las bolsas europeas, con todo lo cual, cuando abre la bolsa en México (dos de la tarde en Dublín), dispone ya de los análisis coyunturales necesarios para prever o provocar movimientos en el mercado mexicano -y al mismo tiempo jalar los hilos de la política, en coordinación con el sindicato de gobernadores que aún le guardan lealtad- para acotar los márgenes de maniobra de la administración de Zedillo, urdiendo pequeñas (y a veces grandes) jugadas, que responden a su estrategia de ``guerra de la pulga'': la moderna guerrilla financiera de nuestros tiempos.
La pregunta, en todo caso, es: ¿hasta cuándo el nuevo Poder Legislativo llamará a cuentas al ex presidente?
En vísperas de la primera gran marcha zapatista a la ciudad de México, es pertinente divulgar la adaptación a la realidad dublinense que el Grupo Irlanda México hizo de una ya célebre postdata del subcomandante Marcos. El texto se llama (en minúsculas estilo e.e. cummings) el sup:
``el sup es marcos, él es nada... él está cansado de la monserga de checar tarjeta en las tiendas `dunnes', de envolver hamburguesas dobles en `burguer king', de tratar de complacer al gerente que sólo ve en él tasas de rendimiento. el sup está hasta la madre de los policías que lo detienen cuando regresa a su casa en altas horas de la madrugada, de pagar la renta semanal, de las facturas que lo atan a un trabajo que le chupa todos los deseos excepto el de enchufarse a la televisión cuando llega a su casa, de pensar que faltan cinco días para el día de pago, y de sus patéticos esfuerzos por mejorar a través de una educación que sólo le enseña nada y le ofrece nada salvo una mejor opción para aburrirse en el supermercado de las carreras profesionales. el sup está en el bote mientras los asesinos andan sueltos. el sup es un palestino en israel, un pacifista en bosnia, una ama de casa solitaria un sábado por la noche en cualquier barriada de cualquier ciudad, un viajero al que le niegan servicio en un pub y que no puede alojarse en un lugar decente y con comodidades. el sup no puede amar a quien él desea, el sup (en versión femenina, nota del traductor) no puede vivir con quien ella quiere debido a una decisión que ella tomó cuando aún era muy joven para saber qué era lo bueno. el sup está consumiendo pintas de cerveza o libros o discos o ropas de moda con la esperanza de encontrar una respuesta. el sup está solo o se acuesta con cualquiera o sale a vagar con sus cuates y sigue estando solo. el sup entra en un bar y sólo encuentra miradas hoscas y ninguna sonrisa. el sup se levanta por la mañana para oír al pendejo que lo despierta para contarle idioteces. el sup está deprimido. el sup está cansado, cansado de permanecer en una silla preguntándose qué hay que hacer. el sup eres tú y soy yo. el sup es los indios mexicanos que no tienen tierra en su propia tierra. el sup es cualquiera que diga YA BASTA''.