El sindicalismo mexicano se encuentra en un momento histórico, cargado de desencuentros e incertidumbres, en el que emergen diferentes posiciones y propuestas, algunas de ellas abiertamente antagónicas, tanto entre los grupos más identificados con el sistema -la CTM y el Congreso del Trabajo (CT)-, como entre quienes enarbolan la bandera de la democracia y la independencia sindicales.
Por un lado, una amplia gama de organizaciones obreras, reunidas en el Foro El Sindicalismo ante la Nación, ha convocado a la fundación de una nueva central, la Unión Nacional de Trabajadores, con el propósito de establecer una instancia de carácter democrático y libre de lastres corporativos y clientelares. Por el otro, Leonardo Rodríguez Alcaine, dirigente de la CTM, propuso la creación de una central única en donde se reúnan las diferentes agrupaciones que conforman el sindicalismo mexicano, y minimizó la importancia de las determinaciones tomadas por los foristas.
La diferencia principal entre las dos partes, además de las obvias divergencias en ideología y actitud ante la política económica en curso, se encuentra en la aceptación de algunas, y el rechazo de otras, de las opciones de pluralidad e independencia. La CTM y el CT se inclinan por la unidad del movimiento obrero en torno a una central, mientras que un sector significativo de los foristas opta, más que por la integración de entidades centralizadas, por una alternativa que sirva de contrapeso al modelo corporativo que históricamente ha englobado -y acotado- a los trabajadores.
Los disensos, sin embargo, no se limitan a una controversia entre las dos fuerzas más visibles del movimiento obrero, sino que al interior de ellas han comenzado a brotar opiniones discordantes. En esta perspectiva cabe señalar, por una parte, la negativa de una decena de organizaciones integrantes del foro -entre las que destacan el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y el Sindicato Mexicano de Electricistas- a participar en la creación de una central alterna al Congreso del Trabajo; por la otra, el crítico señalamiento formulado ayer por Juan S. Millán, secretario de Educación y Comunicación Social de la CTM y secretario general del PRI, en el sentido de que el modelo sindical vigente ya no responde a las necesidades de los trabajadores y que la CTM, frente a la capacidad de acción y convocatoria de los foristas, se encuentra en una situación de ``pasmo y anquilosamiento''.
Ante esta encrucijada de propuestas y reflexiones, cabe preguntarse si las opciones formuladas por los diversos grupos y personas toman en cuenta las necesidades reales de la mayoría de la población. En el fondo, los trabajadores requieren un sindicalismo que atienda sus justos reclamos de salario digno y suficiente, defensa de sus derechos laborales, seguridad social, vivienda y oportunidades de participación democrática en las decisiones que los afectan. Por ello, independientemente de los modelos planteados para reformar el movimiento obrero, los sindicatos y sus dirigencias se encuentran en la urgente obligación de emprender acciones que den solución a las carencias y aspiraciones de sus agremiados, quienes son, a fin de cuentas, su razón de ser.