La Jornada 26 de agosto de 1997

EL REGRESO DE TODOS TAN TEMIDO

Miriam Posada García Ť Ahora sí, con la pila bien puesta, miles de pequeños estudiantes regresaron a clases, la mayoría con la emoción de los útiles, uniformes y mochilas nuevas, así como con la gran necesidad de ver otra vez a sus compañeros de travesuras, y los menos con el temor de llegar por primera vez a una escuela desconocida, sin saber en dónde formarse, sin conocer a su maestra, sin tener referencia de ella, y lo peor de todo, sin amigos.

En las primarias cada año se ven menos escenas de pequeños aferrados a la puerta del plantel, llorosos y sin querer alejarse de su mamá. En cambio, para los de preescolar cruzar la puerta representa más que un reto toda una tragedia, porque por primera vez se alejan por más de tres horas de su mamá.


Cuadro costumbrista de regreso a clases.
Foto: Ernesto Ramírez

Después de casi mes y medio de vacaciones, ayer la ciudad volvió a despertar temprano. Junto con el regreso a clases, la compra de útiles, uniformes, el pago de cuotas en escuelas oficiales y de colegiaturas en las particulares, resurgieron también los conflictos viales, las carreras y el reto por superar la primera semana de desmañanadas.

Al igual que en los primeros días de julio, los padres de familia --especialmente de escuelas particulares-- volvieron a estacionarse en doble y hasta triple fila para dejar a sus hijos; a la hora de la salida repitieron el procedimiento.

Faltan 199 días

A partir de ayer los conflictos viales, las carreras para que no les cierren la puerta de la escuela, las tareas y las sorpresas que a veces dan las calificaciones de los hijos, serán el padecimiento de padres, alumnos, profesores y quienes por azares del destino tengan que pasar por una escuela a lo largo de 200 días.

Las expresiones en los rostros que se observan en el primer día de clases van de un extremo a otro: desde los alumnos de sexto año, que regresan con la plena confianza de que este año les toca ser los grandes y tener las más amplias posibilidades de vengarse con los más pequeños de las burlas y abusos que padecieron en años anteriores.

Otros llegaron con la sonrisa de oreja a oreja, porque el regreso a clases representa también volver a ver a los compañeros, de complicidad para copiar en los exámenes y sobre todo la salida diaria de su casa después de varias semanas de encierro y el mejor pretexto para salir a comprar los encargos a la papelería.

Las mamás, aunque un poco desmañanadas, también festejaron el regreso a clases porque tendrán 200 mañanas o tardes libres para cumplir con las labores del hogar o para irse a trabajar sin tanta preocupación; las más afortunadas hasta para darse una escapada a los aeróbicos o a tomar un café con las amigas.

Los maestros comenzaron el día de acuerdo con la mejor estrategia que el paso de los años les han dejado: los más estrictos con el rostro adusto para imponer su autoridad ante el grupo; otros, los buena onda, con el rollo de ``vamos a trabajar en equipo y nos vamos a llevar muy bien'', mientras que algunos más, después de la presentación y explicar su forma de trabajar, de plano recibieron al grupo con el temible examen de exploración para saber en qué condiciones reciben a sus nuevos pupilos.

Aun así, éste fue sólo el primer día de clase. Faltan otros 199 para poder saber si valieron la pena tantas desmañanadas.