La Jornada 26 de agosto de 1997

Donar a la ciudad los terrenos de Cuicuilco, pide León-Portilla a Slim

Estimado Carlos: El tema de estas líneas es Cuicuilco. Mi intención no es precisamente añadir algo más al debate en torno a la construcción de un centro comercial y una torre en los terrenos de la que fue fábrica de papel Loreto y Peña Pobre, inmediatos a Cuicuilco y propiedad hoy del Grupo Carso, a cuyo frente te hallas.

Pienso que estás de acuerdo con que la zona arqueológica de Cuicuilco, por sus características y por ser una de las más antiguas de México y nuestro continente, tiene un valor excepcional. Creo también que compartes la idea de que, independientemente de cuáles sean los límites dentro de los que pueda haber vestigios del mismo horizonte cultural, su entorno merece suma atención. Y asimismo, no quiero dudar de que coincidirás con muchos, muchísimos habitantes de esta metrópoli, en que está ella necesitada en extremo de zonas verdes, pulmones que nos ayuden a respirar.

Me consta, Carlos, que fomentar la cultura y salvaguardar la naturaleza forman parte de tus afanes como hombre de acción. Recordé la creación del Museo Soumaya con magníficas colecciones de arte, en el recinto de Plaza Loreto, un proyecto en el que por cierto participó Marisa, mi hija. Aludiré al apoyo que prestas al Centro de Estudios Históricos Condumex en el bello remanso de paz de Chimalistac. Mencionaré también tu aportación en favor de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Angel, en Ciudad Universitaria. Y no alargaré esta carta refiriendo otras acciones tuyas en favor de la cultura, entre ellas las becas que otorgas a muchos estudiantes.

Todo esto me ha animado a escribirte estas líneas. Tú, Carlos, desciendes de inmigrantes libaneses cuyo esfuerzo mucho ha contribuido al bien de México, país que los recibió con los brazos abiertos. Ahora tienes una ocasión óptima para hacer un gran bien a esta ciudad que es también tuya. Quizás lo que voy a proponerte lo hayas pensado ya, o lo estés considerando ahora. Haz donación, Carlos, a la ciudad, de esos terrenos que son parte vital del entorno de los milenarios monumentos de Cuicuilco. Con esto harás además grande aportación de alcances ecológicos.

Tu regalo, símbolo y monumento, perdurará para siempre como testimonio-homenaje de la inmigración de miles de hombres y mujeres libaneses, una de las más importantes en México durante la presente centuria.

Estoy cierto de que tu ciudad, nuestra ciudad, te lo agradecerá. Pensando en tus nietos y en los de todos nosotros a los que será dado visitar Cuicuilco, y pasear por el parque que está en tus manos donar, podrás decir con el poeta náhuatl: ``No acabarán mis flores, no cesarán mis cantos, yo los elevo, se reparten, se esparcen''.

Con mis mejores deseos, recibe un cordial saludo de tu amigo,

Miguel León-Portilla.