Alberto Aziz Nassif
Momentos de definición

No cabe duda que el proceso político del país de las últimas semanas ha estado poblado de signos alentadores, como el resultado electoral del 6 de julio y la buena calidad del mismo proceso. Sin embargo, en estos días se ha intensificado la lucha por el acomodo y la digestión de lo que anunciaron los votos. Las negociaciones por las nuevas reglas del juego dentro del Congreso son la expresión de estos nuevos tiempos. Tal vez por eso el momento actual es de importantes definiciones políticas. La ciudadanía está esperando acciones concretas y signos evidentes de los cambios. La pregunta clave hoy es: ¿qué profundidad pueden tener los cambios que se van a dar en los próximos días?

El famoso bloque opositor de la Cámara de Diputados (PRD, PAN, PT y PVEM que tiene 261 votos) ha construido una serie de acuerdos mínimos para hacer que el Legislativo sea un verdadero poder, pero el PRI (que tiene 239 votos) no ha querido aceptarlos; después de largas negociaciones sólo se ha logrado acordar dos comisiones: una para la entrega de las instalaciones y recursos, y otra de información. El tiempo apremia, el próximo día 31 termina la 56 Legislatura y el primero de septiembre es la apertura de sesiones de la 57 Legislatura, en la que --según el Artículo 69 de la Constitución-- el Presidente de la República presenta su informe, cuyo cambio de formato está en discusión y forma parte de los acuerdos entre los grupos parlamentarios. Si no se llegan a consensar los acuerdos, entonces se tendrá que recurrir al pleno y votarlos.

El cambio de formato al Informe de gobierno es un simple detalle del conjunto, pero es un dato muy sensible que puede representar las modificaciones en la composición de la Cámara baja. Lo más importante viene después. La 57 Legislatura tendrá que ganarse su propia legitimidad a través de sus propias decisiones y de sus transformaciones. En México existe una dificultad de lectura para reconocer los cambios y su magnitud en términos del tránsito democrático. No hemos tenido un proceso fundante, porque no venimos de una dictadura militar a un régimen civil, sin embargo hay grandes acontecimientos que muestran cambios y ciclos que han golpeado el autoritarismo, como 1968 ó 1988 y, sin duda, 1997. Por otra parte, las formas para medir los cambios son diversas y no llevan a conclusiones unificadas. Por ejemplo, después de muchos fraudes y reformas sabemos que este año tuvimos comicios limpios y equitativos; que se han terminado los formatos electorales de partido casi único y dominante, y que hoy estamos en un sistema competitivo de tres fuerzas a nivel nacional, pero con expresiones bipartidistas en la mayoría de los estados; hoy, en 1997, el PRI perdió la mayoría absoluta en la Cámara baja, pero apenas empezamos a ver las consecuencias de este resultado. Quizá la transición mexicana se va a dar a partir de estos acontecimientos y cuando llegue una alternancia a nivel nacional --tal vez en el año 2000-- será la última pieza de un largo y accidentado trayecto.

En política las oportunidades de cambio se presentan muy ocasionalmente, por eso es necesario reconocerlas y aprovecharlas. El bloque opositor tiene enfrente una oportunidad única: la posibilidad de que el Congreso mexicano se convierta en un poder real y autónomo. La dificultad más importante para lograr este cambio sustantivo del sistema político, con el que toda la oposición puede estar de acuerdo, es que también se tiene que hacer a través de múltiples modificaciones de intereses y de proyectos, en donde existen amplias diferencias.

Las definiciones más importantes que tendrá que hacer la 57 Legislatura tienen que ver con una interrogante clave: ¿es posible compatibilizar y armonizar la transformación sustantiva del Poder Legislativo, como señal del tránsito democrático, con el conjunto de los intereses, proyectos y adjetivos que estarán en juego durante los próximos tres años?

Esta pregunta se va a empezar a contestar el próximo primero de septiembre con la ceremonia del Tercer Informe de gobierno; luego seguirá con las primeras iniciativas de política económica y de impuestos, con la super anunciada reducción del IVA; más tarde, tendrá que ver con proyectos para la vigilancia de los recursos y del Poder Ejecutivo, la reforma al Poder Judicial, la reforma a la Ley Federal del Trabajo; en los últimos meses del año veremos la pelea por el presupuesto, por primera vez el Ejecutivo tendrá que negociar con la oposición dónde, cómo y cuánto gasta. Esta es la oportunidad. Se tienen que jerarquizar los intereses.

Esperemos que el bloque opositor tenga la fortaleza y claridad para conducir este importante cambio. Las expectativas son muchas, los riesgos son altos y las posibilidades de triunfo están muy acotadas. Es momento de definiciones.