La Jornada martes 26 de agosto de 1997

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

Julio César Ruiz Ferro volverá a estar de moda a partir de septiembre.

Su primera reaparición a nivel nacional será en la Cámara de Diputados, cuando el nuevo reparto del poder parlamentario permitirá a las bancadas de PAN y PRD la reapertura del famoso caso Conasupo.

Luego, la marcha zapatista al Distrito Federal, y la indetenida violencia política en la zona norte de Chiapas, mantendrán bajo los reflectores al economista nacido el 17 de octubre de 1949 en Tapachula.

Ambos casos pondrán a prueba nuevamente el poderío y la resistencia del propio gobernador, de sus padrinos políticos, y del Sindicato de Gobernadores de la República Salinista del Sureste.

Tomado como ejemplo claro del uso de fondos públicos para negocios privados en beneficio de políticos corruptos, el caso Conasupo volverá a ser investigado gracias a la supresión de la mayoría priísta que surgió de la votación del 6 de julio, y a la convergencia de intereses de las principales bancadas no priístas.

En ese contexto de obligada reapertura del caso Conasupo, el sistema priísta ya no podrá impedir que se analicen con detenimiento líneas a las que apenas permitió en el pasado reciente una ligerísima ojeada. Una de esas líneas es la de la corresponsabilidad de Julio César Ruiz Ferro -quien fue director de finanzas de Conasupo de 1988 a 1990, y director general de Distribuidora Conasupo (Diconsa) de 1990 a 1994- en los actos ilícitos cometidos por Raúl Salinas de Gortari.

No es posible suponer que la amplísima operación de saqueo de los recursos federales destinados a la subsistencia de las clases populares se haya realizado sin el concurso de una igualmente amplia estructura burocrática. En esa lógica, Ruiz Ferro tendrá mucho qué decir ante los nuevos diputados federales para explicar los asuntos que fueron puestos bajo su responsabilidad cuando el verdadero poder en ese ámbito era el director de planeación de Conasupo, actual huésped de Almoloya.

Salinista a gritos, Ruiz Ferro llegó al gobierno de Chiapas contra toda lógica.

No sólo garantizaba la presencia política de Raúl, sino también de Carlos, pues de 1983 a 1988 fue director general en tres áreas de la Secretaría de Programación y Prespuesto: de pagos, de programación y presupuesto de servicios, y de programación y presupuesto energético e industrial.

Salinista con Carlos en la SPP, y con Raúl en la Conasupo, Ruiz Ferro fue nombrado representante del gobierno chiapaneco de diciembre de 1994 a febrero de 1995, cuando el dedo presidencial lo llevó a la gubernatura sustituta de la entidad de mayor valor estratégico para Ernesto Zedillo: Chiapas, la mundialmente conocida tierra del zapatismo marquista.

Hecho en la escuela de la tecnocracia salinista, Ruiz Ferro tuvo como único puesto de cierto tinte político y popular, antes de ser designado para encargarse de los delicadísimos asuntos chiapanecos, el de representante del gobierno de ese estado, según se desprende del directorio de servidores públicos que han hecho publicar José Angel Pescador Osuna (actual cónsul en Los Angeles), y Eliseo Guajardo Ramos, en las regiomontanas Ediciones Castillo.

Con tales antecedentes se puede entender la generalizada queja que hay contra don Julio César: no tiene oficio político, no sabe ni quiere dialogar, es prepotente y cerrado.

Astillero ha dialogado con diversos personajes que han tenido trato directo y discreto con el gobernador de Chiapas y en todos los casos se repite la queja. Lo mismo integrantes de la Cocopa que consejeros electorales federales, funcionarios federales y hasta miembros del propio sindicato de gobernadores duros.

Uno de esos gobernadores narró a esta columna que en una ocasión, ante el propio Emilio Chuayffet, cuando se analizaban los riesgos de que la violencia política del norte de Chiapas se extendiera a áreas colindantes, Ruiz Ferro afirmó, con toda candidez, que las cosas estaban tan difíciles en esa demarcación que, en lo posible, él prefería no viajar a esa región.

Un par de consejeros electorales se manifestó alarmado ante la falta de tacto con la que el gobernador les explicaba en determinado momento crítico cuáles serían las posiciones que adoptarían el Congreso chiapaneco y el PRI estatal. Los consejeros le recordaron que, al menos teóricamente, el Poder Legislativo y el partido en el poder se manejaban por sus propios conductos y no por instrucción del gobernador.

Sin embargo, allí sigue Ruiz Ferro, bien instalado como gobernador definitivo, luego de organizarse elogios y apoyos, entre otros los documentados en esta columna, mediante desplegados periodísticos firmados por particulares pero pagados con dinero de gobierno.

Al respecto, y luego que diputados locales chiapanecos de PAN, PRD y PT exigieron claridad plena en el gasto público del año pasado -en cuyas cuentas entran los pagos a diarios chiapanecos para apuntalar mediante desplegados a Ruiz Ferro-, el gobierno estatal ha anunciado que los funcionarios a los que se pide transparencia comparecerán, pero no ante el pleno de los diputados, sino ante comisiones, y posiblemente con horarios empalmados, lo que haría que los opositores no pudieran asistir a todas las reuniones.

Entre otros rubros cuestionados por los propios diputados no priístas, será interesante conocer las cuentas del gran capitán de la oficina de comunicación social a cargo de Manuel Zepeda Ramos, hermano de Eraclio, quien fue poderoso secretario de gobierno.

Con todos esos antecedentes, septiembre, el mes de la Patria, también será un mes de mucha fiesta para el gobernador Ruiz Ferro.

Astillas: Carta desde Viena de la embajadora Roberta Lajous, quien menciona -a propósito de la columna en la que incluímos su nombre con la de aquellos ``cuya principal fama no ha sido la diplomática, y cuyo arribo a las legaciones no es atribuible a una carrera original en el ramo''- que ingresó a Tlatelolco en 1979 y que en 1980 presentó el examen del servicio exterior. Desde entonces ha ocupado diversos cargos en la Secretaría de Relaciones Exteriores, donde ha sido directora general para América del Norte y, posteriormente, para Europa. En 1995 alcanzó el rango de embajadora. Con elegancia, la señora Lajous se abstiene de pedir siquiera la aclaración a la que tiene pleno derecho... A propósito de embajadoras, ya está en México quien acaba de dejar la representación mexicana en Hungría, Margarita González Gamio... Por fax, Nikito Nipongo propone: ¿Cómo doblegar al Imperio y forzarlo a aceptar a los indocumentados? No con cartitas perfumadas y blandengues como las que le escribe el míster Gurría haciéndose el enojado, sino con la suspensión del envío de drogas a territorio estadunidense. Su buena sociedad no soportaría ese castigo ni media hora. Los narcos mexicanos harían bien a la Patria organizando el boicot a los consumidores gringos cuando menos una semana... En su columna de sociales, Mario de la Reguera asegura que Miguel Angel Yunes impuso a su ``paisanada'' en candidaturas a presidencias municipales veracruzanas. En el puerto jarocho, dice, la planilla priísta de candidatos a regidores y síndicos tiene los apellidos Chantiri, Esxome y Elías. En Coatzacoalcos va don Sami Hayek, padre de la famosa Salma. En Orizaba y Córdoba, hay otros apellidos que, dice, harán que la oposición use como lema de campaña: ``¡No votes por un turco, vota por un jarocho!''...

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