La Jornada jueves 21 de agosto de 1997

Rodolfo F. Peña
A la mitad del Foro

Era previsible que la Asamblea Nacional de los Trabajadores, que Dios mediante será inaugurada mañana (ya una vez fue aplazada por razones no muy claras) a convocatoria de todas las organizaciones integrantes del Foro El Sindicalismo Ante la Nación, acabara dividiendo a éstas precisamente cuando fuera llegada la hora de saltar sobre Rodas y bajar a tierra los análisis puramente teóricos y los pronunciamientos generales, unos y otros muy lucidores en el plano intelectual y político pero enteramente inanes en el dominio social.

Siendo las vísperas, y en una reunión preparatoria, diez organizaciones sindicales (por llamarlas así genéricamente, a sabiendas de que no todas podrían probar que lo son) decidieron no asistir a la Asamblea. Entre quienes disienten están el SME, el SNTE y la COR, es decir, los tres convocantes al primer Foro, que tuvo lugar en febrero de l995 (y que por ello, tal vez, podrían alegar derechos fundacionales, porque todo es posible en las regiones del surrealismo). Quedan 16 foristas en disposición de celebrar la Asamblea, junto con más de l20 agrupamientos invitados. Y se diría que son suficientes.

La causa del disentimiento (no quieren emplear todavía la palabra escisión, que suena más fuerte e irremediable) es la posibilidad manifiesta de que en la asamblea se discutan nuevas formas de lucha y de organización sindical, y más concretamente la creación de una nueva central obrera. Así, en ese Foro incluyente, pluralista, democrático, etcétera, irrumpieron los compromisos con el sindicalismo corporativo y con el sistema político tradicional. Insistamos: conociendo el paño, era de esperarse.

Ha quedado claro, bretonianamente, que el sí unitario de algunos foristas contenía muchas negaciones. Mientras el forismo fue puramente especulativo, cualquiera pudo lanzar un do de pecho a la mitad del foro, pero apenas se planteó la necesidad de reestructurar el sindicalismo, de actuar con independencia del Estado y de dibujar las estrategias para la defensa de conquistas históricas de los trabajadores, algunos abandonaron el foro discretamente aunque a la vista del público.

Es de humanos disentir cuando le pisan a uno el callo de sus intereses, tanto como explicar el disenso hablando de otra cosa. El vocero de quienes se abstendrán de asistir a la Asamblea, dijo que la creación de una central alterna al Congreso del Trabajo dividirá a los trabajadores, en tiempos en que se trata de ser unitaristas e incluyentes. Pero el Congreso del Trabajo no es sino una entelequia, en el sentido de que el principio de su existencia radica sólo en el membrete. Nació muerto, y su cadáver ha sido cruelmente arrastrado por más de tres décadas porque al sistema le conviene la simulación de la unidad y la fuerza, al igual que otras muchas simulaciones. Ya ni quienes lo presiden se lo toman en serio: por estos días ha tenido que postergarse la elección del nuevo presidente debido a que no fue posible encontrar al líder saliente, que al parecer andaba en tierras sonorenses ocupado en resolver, según su sabia manera, los problemas de los ferrocarrileros.

Así pues, la alternidad de una nueva central obrera no sería respecto del Congreso del Trabajo, sino de la CTM, organismo del que es difícil hablar ambiguamente porque todo, o casi todo, se le sabe (con excepción del número real de sus afiliados). Alternar con la CTM sí sería poner en jaque al corporativismo, así que los foristas disidentes están definiéndose, en realidad, respecto de este último. Mientras crean, cuestión de fe, que el sistema auspiciador del corporativismo resuella todavía, decretar su defunción podría ser suicida para ellos, y más vale seguir observando el proceso de descomposición desde una interioridad cómoda, antes que pasar a interioridades difíciles. Pero mencionar a la CTM habría sido meterse en serias complicaciones tanto teóricas como prácticas, porque la CTM es indefendible para quienes enarbolen un plan de acción como el del Foro: no se puede estar con los trabajadores y con quienes los controlan en nombre de terceros, como no se puede estar a la vez con los contratos de protección, que hacen en gran parte la grandeza cetemista, y con la autonomía y la democracia del sindicalismo. O bien, para decirlo en esperanto, no se puede estar con Dios y con el diablo a un tiempo, si bien los foristas disidentes, para ser justos, sólo quisieran estar con ambos por un tiempo... para sentirse seguros.