Francisco Vidargas
Boari en Bellas Artes

Dos reconocidos arquitectos italianos vigorizaron con su presencia, durante la transición de los siglos XIX y XX, la enseñanza de la arquitectura en México. Ellos fueron Francisco Saviero Cavallari y Adamo Boari Dandini, quienes respondieron con creces a las encomiendas dadas por el gobierno mexicano dejando, a su partida, un invaluable legado arquitectónico y de formación académica. De ahí el interés por ver la recientemente inaugurada exposición El Teatro Nacional de México. Primer Centenario de Adamo Boari en México 1897-1997, que alberga el Museo Nacional de Arquitectura.

Formado profesionalmente en Italia y Estados Unidos, el primer contacto de Boari con México lo tuvo gracias al concurso internacional convocado en 1897 para la malograda edificación del Palacio Legislativo, el cual ganó pero cuyo reconocimiento le fue negado. Dos años más tarde se le encomendaron tres proyectos de arquitectura sacra: un nuevo templo parroquial en Matehuala y otro expiatorio en Guadalajara (los dos en 1898), además del santuario de El Carmen en Atotonilco el Alto, Jalisco (1899).

Su primer encargo oficial en la ciudad de México fue para la construcción de la quinta y definitiva Casa de Correos, que trabajó junto con el ingeniero mexicano Gonzalo Garita, siendo colocada la primera piedra el 14 de septiembre de 1902 e inaugurado el edificio el 17 de febrero de 1907.

El surgimiento de nuevas zonas habitacionales en la capital, permitió la aparición de singulares y novedosas tipologías constructivas que perfeccionaron los viejos modelos arquitectónicos. Entre los estilos eclécticos en boga se cuenta el art nouveau que, como señaló Francisco de la Maza, tuvo en nuestro país ``su gran momento como en ningún otro de América''.

El primer arquitecto en trabajar aquí dicho estilo, aunque de una forma ``mexicanizada'', fue Boari, primero con su proyecto para el monumento a Porfirio Díaz (1900) que incluía una pirámide prehispánica adornada con serpientes, nopales y máscaras, además de columnas con querubines que sostendrían una escultura ecuestre del presidente, y luego con el Teatro Nacional (en los terrenos del antiguo convento de Santa Isabel) aunque, como lo ha demostrado Víctor Jiménez y se ve la muestra, la propuesta inicial para dicho foro tenía más relación con la tradición clásica europea del XIX.

En virtud de que el maestro italiano consideraba que todo arquitecto, para edificar un teatro, debía ``lanzarse con ardor revolucionario a las reformas y las invenciones, sin ver para atrás al llamado de la crítica, la cual magnifica las cosas muertas'', buscó llevar a cabo, sin limitaciones, la creación del más completo y moderno edificio, con todos los adelantos de la época para que fuera el mejor de su tiempo.

Las obras del ahora Palacio de Bellas Artes dieron inició en 1905, pese al desacuerdo del consejo consultivo de edificios públicos integrado por los aquitectos mexicanos Antonio Rivas Mercado, Manuel Gorozpe y Guillermo de Heredia. Fue diseñado con una plaza al frente (ya recuerda) y teniendo como fondo, en los costados, a la Alameda Central y el Palacio de Correos. No obstante el gran esfuerzo constructivo realizado, las obras se vieron aplazadas a partir de 1916 por los conflictos políticos, decidiendo Boari mejor regresar a su país.

Pocos son los datos que se tienen de la labor desempeñada por el italiano en la Escuela Nacional de Bellas Artes durante 1903 y 1912. Sin embargo se sabe que, además de introducir a sus alumnos en el estudio de modernos tratados de composición (como el de Julien Gaudet), vigentes en México hasta el arribo de las corrientes funcionalistas, también les inculcó sus ideas sobre el eclecticismo y la modernidad estilística del art nouveau, defendiéndolas con vehemencia. Profesionistas mexicanos surgidos de esa época ``finisecular'' fueron Carlos M. Lazo, Manuel Robleda, Enrique Fernández Castelló, José Luis Cuevas, Luis Olvera y Federico E. Mariscal.

Magnífica oportunidad nos da esta muestra para conocer, tanto los planos para la construcción del Teatro Nacional, como las modificaciones surgidas durante los trabajos en cuanto a la concepción de espacios y estructuras. Asimismo, el poder revisar la originalidad de sus ideas nos vislumbra en qué medida su labor contribuyó a gestar el promisorio futuro de la arquitectura mexicana moderna.