ANIVERSARIO LUCTUOSO DE SAL SANCHEZ
Carlos Hernández Ť Allá, en su tierra toda verde, han pasado 15 años y aún se le recuerda.
Por eso más de mil personas --todas ellas con un sentimiento sincero-- se reunieron en Santiago Tianguistenco y le rindieron homenaje a Sal Sánchez, el héroe joven que recibió ayer todas las alabanzas del mundo, pero que no pudo recibir, siquiera, la estatua que tanto se prometió a 15 años de su adiós final.
Más allá de las promesas oficiales, que trataron de aprovechar el momento para aparecer a la luz pública; más allá del homenaje que resultó gris como la tarde; más allá de que de último momento colocaron en el nicho las estrellas con los nombres (mal escritos) y fechas de sus noches de gloria; más allá de que la estatua nunca llegó, aunque se le esperaba desde las 4 de la madrugada de este martes, y eran más de las 18:30 horas y no acababa de llegar...
Más allá de todo, lo que permanece es que sus paisanos --los de cerca y los no tanto--, desempolvaron ayer sus recuerdos y sus fotos, sus posters y sus notas de periódicos, sus vivencias y sus nostalgias... y hasta sus guantes de box y la bata con la que Sal Sánchez subió por primera vez a un ring y empezó a ubicar a su tierra en el mapa del boxeo mundial.
Salvador Sánchez Narváez, ex campeón mundial pluma y héroe boxístico que murió a los 23 años, cumplió ayer 15 desde aquella noche del 12 de agosto de 1982 en que chocó su Porsche blanco último modelo y ya no pudo quedarse para gozar su fama ni, mucho menos, un horizonte que muchos le auguraban sin límites.
Y quedó, sobre todo, el recuerdo de aquella memorable noche del 21 de septiembre de 1981, en la que ``le quitó de los labios a Wilfredo Gómez esas palabras de que no había nacido el mexicano que pudiera vencerlo'' y lo dejó colgando entre las cuerdas, sangrante de la nariz y la boca, con los ojos como rendijas y con la soberbia en la lona.
Esa y otras hazañas boxísticas que --a 15 años de distancia-- han creado ya una de las leyendas del pugilismo mexicano.
``Este homenaje es una demostración de la idolatría que se le tiene, ya que después de 15 años ha reunido a tanta gente y se demuestra que el boxeo es del pueblo. ¿Otro como él? ¡Nunca más!'', como dijo José Sulaimán.
``Por siempre seguirá así, como un símbolo de lo que es el boxeador mexicano'', observó Jorge Sony Alarcón.
Y en cascada lo alabaron gente de boxeo como Raúl Ratón Macías, Kid Azteca, José Medel, Pipino Cuevas, Chucho Castillo, Alfonso Zamora y figuras actuales como Laura Serrano y Miguel Angel González.
``No, no estamos tristes. Estamos emocionados, porque después de tantos años todavía nos acompañan a recordar a nuestro hijo'', alcanzó a decir Felipe Sánchez, mientras que Luisa Narváez decía sin sombra de duda: ``Claro que me gustó que fuera boxeador porque él tomó esa decisión y tuve que respetarlo''.
--¿Y qué tanto de vacío hay en la casa?
Don Felipe no puede responder, pero doña Luisa sí: ``Hay vacío y no hay vacío. Sí, porque ya no está. No, porque hay mucha gente que no la ha olvidado''.
Sal dejó recuerdos de sus triunfos.
Pero lo que no dejó --o 15 años después nada se sabe-- fue sus ganancias de esas noches de gloria, que se calculan en unos 5 millones de dólares.
Se supone que algo de ese dinero, al cumplir la mayoría de edad, sus hijos Cristian (15 años) y Omar (14) recibirán un fideicomiso que asegure sus estudios.
Lo único cierto hasta ahora es el resumen de su hermano Sulio, quien intentó sin éxito seguir sus pasos en el ring: ``Nunca se supo nada del dinero de Salvador. A nadie de la familia le tocó nada de esos 11 millones de dólares que ganó, pero la verdad ya no queremos saber. Usted sabe; es peligroso investigar lo que pasó en realidad''.