A fines de julio, el presidente panameño Ernesto Pérez Balladares hizo una visita a México. Entre sus propuestas trajo la idea de constituir un centro multilateral antidrogas, con sede en la base aérea estadunidense de Howard, en Panamá.
A primera vista la idea podría parecer positiva a quienes nos alarma la dimensión que ha adquirido el flagelo de las drogas en nuestro continente. Se trataría de que los diversos países de la región mancomunen esfuerzos para enfrentar el problema bajo un centro coordinador ubicado en Panamá. Pero aunque el planteamiento no se ha precisado completamente, asoman muchas dudas y preocupaciones en cuanto se entra en detalles.
Se ha mencionado que la propuesta del centro es panameña, apoyada por Estados Unidos, y que dicho centro sería manejado por autoridades civiles, no obstante que inevitablemente tendría un componente militar, dedicado exclusivamente al combate a las drogas; que no se usará para perpetuar la presencia militar de Estados Unidos en Panamá ni para emprender acciones punitivas contra otros países; y que entre sus atribuciones figurarían el intercambio de información, la capacitación técnica -policiaca y militar- de personal, y la vigilancia aérea y marítima, por medio de métodos electrónicos, y la posibilidad de intercepción de aeronaves y barcos sospechosos.
Vamos a ver. Hagamos a un lado la retórica, porque del dicho al hecho...
Panamá firmó con Estados Unidos los Tratados Torrijos-Carter, por medio de los cuales el 31 de diciembre de 1999 -faltan 28 meses- no debe quedar ni un solo soldado estadunidense en territorio panameño y el país debe asumir la defensa y el manejo del canal.
El asunto quedó suspendido porque, con motivo de la invasión estadunidense a Panamá, se desmanteló al Ejército panameño y se introdujeron reformas constitucionales por las que la nación se compromete a no tener Ejército propio. Entonces, llegada la fecha, ¿qué fuerza armada nacional podría cumplir con los fines de defensa que tiene asignados por los convenios?
Cuando la atención de los informados se encontraba concentrada en la solución de este problema, aparece la propuesta del centro multinacional antidrogas, salpicada de promesas que nos provocan escozor a la luz de nuestras experiencias.
Para una inmensa franja de panameños, entre los cuales me cuento, la hegemonía del centro estaría a cargo de Estados Unidos, por sus recursos tecnológicos, y no de los países latinoamericanos adherentes, y su concreción parece ser una prolongación disfrazada de las bases militares extranjeras en Panamá, contra las que hemos estado luchando desde 1903. O sea, esto huele a pretexto para que los soldados esta-dunidenses sigan en Panamá.
La base aérea de Howard, que debería ser devuelta a Panamá en los términos de los Tratados Torrijos-Carter, representa para nosotros el punto principal de apoyo a la injusta invasión estadunidense de Panamá en 1989.
El manejo formal del centro por autoridades civiles no asegura que por debajo no exista un manejo militar real. El acopio de información estadunidense desde Panamá se hace actualmente desde la isla Galeta, la isla de las Antenas, lo que significa que ésta también quedaría envuelta en el proyecto del centro.
La capacitación técnica del personal latinoamericano en el centro nos recuerda el funcionamiento en Panamá de la Escuela de las Américas, que se convirtió con el tiempo en una ``fábrica de dictadores'', en donde se formaron bastantes militares que luego asolaron sus respectivos países.
Tenemos la impresión de que este centro se concibe diseñado para detectar la producción de la droga y entorpecer su camino hacia los principales mercados, dejando intocados los sistemas financieros a través de los cuales se generan las grandes ganancias mediante el lavado de dinero.
Rechazamos la droga, pero como panameños anhelamos nuestra integridad territorial y nos manifestamos hartos de bases militares extranjeras, o de cualquier cosa que se le parezca, y como latinoamericanos nos lastima que desde nuestro país se pueda continuar la práctica de la violación de la soberanía de otra nación hermana.
El tema es de interés continental y de seguro se debatirá en los foros internacionales, por ejemplo, en el Grupo de Río, mientras nosotros, venciendo el cansancio de la edad, nos mantendremos dispuestos a continuar expresando con sinceridad nuestros puntos de vista.