El cansancio de la gente por el maltrato podría radicalizar actitudes, advierte la funcionaria
Karina Avilés Ť Para las autoridades del Distrito Federal sólo existe ``aquella parte de los indígenas que se ha oficializado'', sin darse cuenta de que en esta ciudad ``sobrevive una mezcla de cultura popular e indígena'', afirma la directora del área metropolitana del Instituto Nacional Indigenista, Marjorie Thacker.
La especialista aborda desde la concepción que se tiene del indígena en esta capital hasta las propuestas que podrían impulsarse con el objetivo de mejorar su calidad de vida.
Antes, advierte: ``El riesgo de que continúe aquí en la ciudad y en el país en general la situación precaria de los indígenas es que puedan darse actitudes muy radicales, porque la gente está cansada, quiere recibir un buen trato. Es insultante ver a grupos que se mueren de hambre''.
--¿Qué es lo que sí existe para el gobierno en materia indígena?
--Sólo la idea de que todo indígena es pobre; la idea de que hubo muchos indígenas en el país y son nativos y entonces hasta llegan al Museo de Antropología. A pesar de que se dice que somos un país pluriétnico, realmente no se asume.
En la Zona Metropolitana de la Ciudad de México ``hay medio millón de indígenas, aunque no se quiera reconocer; hay más de 500 fiestas al año que no existen porque no existen para el gobierno, aunque las hay. En la urbe hay escultores, pintores, actores, poetas indígenas, pero parece ser que sólo existe aquello que está oficializado''.
En la capital se hablan todas las lenguas indígenas, aunque las de mayor uso son el náhuatl, con 49 mil 912 hablantes; el otomí, con 32 mil 321 hablantes; el mixteco, con 30 mil 379; el zapoteco, con 25 mil 557; el mazahua, con 12 mil 826, y el triqui, con mil 603 hablantes, por mencionar algunas de las lenguas, establecen datos del Instituto Nacional Indigenista.
Sin embargo, ``la única concepción que hay del indígena en la ciudad, hablando tanto del DDF como de la ARDF, responde a que es un grupo vulnerable. También hay una concepción que creo que permea a todos los funcionarios en el sentido de que el indígena no tiene derecho de migrar y, por lo tanto, no tienen por qué atender a una serie de grupos que llegan de otros estados''.
Otro de los aspectos que tiene que enfrentar el indígena es la discriminación. ``Si bien no hay una ley o un decreto oficial en donde se señale que los indígenas no tienen posibilidad de ingresar a una serie de lugares, ¿por qué no entran?, porque saben que los van a sacar'', añade.
Thacker apunta que lo prioritario es tener una política de gobierno en donde se les reconozca su derecho a migrar para luego ser aceptados como ciudadanos de esta ciudad. ``La idea no es romper con el Estado-Nación y proponer la segregación, simplemente se trata de aceptar que somos de diferentes tamaños, colores, sabores, tonos de voz, y que nos gustan cosas diferentes. Esa es la lucha más importante para el 2000'', agrega.
Al señalar que las ``tres grandes demandas de los indígenas se concentran en la vivienda, el empleo y la atención como ciudadanos'', el especialista manifiesta que las propuestas deben encaminarse hacia un modelo incluyente en donde ``se realice un cambio, desde los libros de texto, para que se sepa que hay indígenas en todo el país''.
Las organizaciones indígenas han presentado una serie de propuestas, entre ellas la creación de una red radiofónica en la que ``los migrantes de aquí comuniquen a sus pueblos lo que les pasa en la ciudad''. El objetivo es acercarse a los grupos, concluye.