La Jornada 6 de agosto de 1997

Organizan un foro público para discutir el futuro de la zona de Cuicuilco

Patricia Vega Ť De la incomodidad a la molestia y de ahí al rechazo absoluto expresado de diversas maneras y en distintos tonos.

Las protestas y el malestar se multiplican. Amplios sectores de la sociedad --académicos, artistas, vecinos de la Delegación Tlalpan, ecologistas-- han hecho pública su inconformidad por la construcción de una torre de 22 pisos y de un centro comercial en terrenos aledaños a la zona arqueológica de Cuicuilco y que en la actualidad pertenecen a los grupos Carso e Inbursa, ambos encabezados por el empresario Carlos Slim.

Bajo el amparo de la ley por haber tramitado ante las autoridades del Departamento del Distrito Federal todas las licencias y los permisos necesarios para iniciar la construcción de los cuestionados proyectos arquitectónicos, el ingeniero Alfonso Salem ha expresado, a nombre de los grupos Inbursa y Carso, la indeclinable voluntad de seguir adelante con dichas obras y defiende lo que considera las bondades propias de un proyecto urbano ``ecológico y de gran calidad arquitectónica''.

Y si la ley ha permitido que se atente contra la integridad física y visual de la zona arqueológica de Cuicuilco, representantes de los diversos grupos involucrados en la polémica exigen una revisión puntual del proceso por medio del cual se concedieron las licencias y los cambios de uso de suelo en una zona que, de acuerdo con el Programa Parcial de Desarrollo Urbano de la Delegación de Tlalpan de 1987, originalmente era zona especial de desarrollo controlado.

Y ante la imposibilidad de frenar la construcción de dichas obras, han ido más allá al demandar que los terrenos sean expropiados por el gobierno para convertirlos en un parque nacional.

¿Se repetirá la historia?

Mientras tanto, un buen precedente para la defensa del patrimonio cultural: por primera vez las inquietudes de diversos sectores de la sociedad civil han dado origen a un foro público, en este caso para discutir la situación y el futuro de la zona arqueológica de Cuicuilco, convocado por el Colegio Mexicano de Antropólogos, el Colegio de Arqueólogos de México, el Consejo Internacional de Sitios y Monumentos (ICOMOS), el Grupo Divas, AC, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Nunca antes se había realizado un foro público de esta naturaleza ante la evidencia de un patrimonio en riesgo.

Lo interesante será ver cómo esta discusión teórica se traslada al terreno práctico mediante acciones concretas. Por lo pronto, la ``Crónica de una destrucción: el destino incierto del patrimonio cultural del sur de la cuenca de México'' que hoy aportará el arqueólogo Fernando Miranda será de vital importancia.

Es nada más y nada menos que la relatoría de un salvamento arqueológico efectuado en 1990 y la posterior destrucción de los vestigios prehispánicos localizados en un terreno --supuestamente de propiedad federal-- cuando finalmente se impuso en ellos la construcción de la torre de Elektra, empresa de Ricardo Salinas Pliego.

¿Volverá a repetirse la historia?