La Jornada martes 5 de agosto de 1997

Marco Rascón
La otra realidad

Un millón 800 mil votos por Cárdenas hicieron otra ``realidad'' en el país. El 6 de julio tiene una implicación histórica y profunda junto al 1o. de enero de 1994, que advertía que la resistencia contra el neoliberalismo se extendería por muchos cauces: unos le apostaron a la selva, otros a la ciudad; unos a las armas, otros a las elecciones y a construir un partido, y ambos tuvieron credibilidad porque se descubrieron varias realidades.

El 6 de julio es una victoria popular, profunda e histórica, cuyo reto es garantizar que no volveremos al pasado y que sólo es un preámbulo al 2000, donde estará en juego el destino de México. El 6 de julio de 1997 mandata hacia una revolución democrática que demanda la liberación nacional en un nuevo proyecto de integración que anteponga los intereses de los pueblos.

La ciudad de México ha nacido nacional e internacionalmente como un símbolo nuevo, otra ``realidad'' contra el neoliberalismo, mediante la movilización amplia de la sociedad en las tareas de gobierno y en la construcción de un nuevo poder popular. La sociedad civil votó por Cárdenas aspirando al poder para hacer suyas las soluciones y políticas públicas, y para demandar más poder para impedir que se impongan los viejos esquemas de control y subordinación en un nuevo proyecto de recuperación económica. Por ese mandato y su congruencia personal, Cárdenas es hoy una figura en el mundo, en Nueva York, Porto Alegre, Montevideo y Buenos Aires, donde es reconocido por su fidelidad a su causa y su vía: si de aquí salió un gran mal (Salinas), salió también su antídoto (Cárdenas). No obstante, en Chiapas, Guerrero, Oaxaca y las Huastecas perviven las mismas condiciones de guerra que motivaron el levantamiento del EZLN y del EPR desde 1994, sin que se avizore ninguna expectativa de cambio para el resto del país. ¿Cuál es la estrategia? ¿Conectar o desconectar estas realidades? ¿Tender puentes o romperlos por sectarismo?

Es sano reclamar al EZLN y su dirección no haberse pronunciado con generosidad frente al resultado electoral en el Distrito Federal, pues esta ciudad ha sido la más solidaria con su lucha y desde la base del PRD no ha mermado el interés por lo que acontece en Chiapas a lo largo de estos tres años. Estos votos, quizá se vean como algo trivial desde la selva luego de la tensa campaña de difamación y calumnia desde el poder, pero el silencio zapatista parece equivocado, ya que la ciudad de México ha sido un centinela de los apetitos militaristas y porque miles de jóvenes solidarios con el EZLN, organizadores de la ayuda, han sido también promotores del voto por el cambio democrático. Sería difícil calificar los motivos de ese silencio, pero preocupa que, más que a soberbia, obedeciera a sectarismo, lo que sería una equivocación política porque desdeña las implicaciones del voto cardenista del 6 de julio y extiende la misma actitud que se cometió con Cárdenas el 13 de mayo de 1994 en Guadalupe Tepeyac, luego de la emboscada del debate y el éxito de la maniobra Fernández de Cevallos-Salinas.

Muchos creemos que no fue correcto ni objetivo el mensaje de la delegación zapatista en España en el sentido de que ``ningún partido los entendía y ni siquiera conocían a los partidos'', cuando la representatividad del PRD es mucho más que una burocracia estratificada en grupos de intereses limitados y miopes: el PRD representa la posibilidad de un cambio estructural, porque a través de sus siglas expresa una amplia voluntad nacional contraria al autoritarismo, la represión, el entreguismo y el neoliberalismo. Esta declaración separa al zapatismo insurreccional y civil del amplio movimiento del cambio en México y la realidad mexicana, y confía solamente en su expresión internacional, lo cual lo aísla y debilita ante estrategias como el diálogo y la reforma a los derechos indígenas, que por naturaleza involucra a partidos y legisladores. La imprecisión y error de sensibilidad zapatista frente a la realidad cardenista ha dejado un vacío en el campo de batalla que ahora reclama el PRI, como representante mayoritario de los indígenas.

Sin perder legitimidad de sus formas de lucha, tanto el EZLN como el EPR deberán definir su posición política frente al gobierno del Distrito Federal, pues a partir de una posición que reconozca y reivindique el triunfo ciudadano, de la sociedad civil y del pueblo, se podrá abrir para ellos espacio para la crítica desde el campo de las fuerzas del cambio; de lo contrario, esperar desde el silencio ver pasar los errores que pudieran cometerse, los conducirá al esquema clásico de coincidir con la derecha y las peores fuerzas en contra del reto popular surgido el 6 de julio. Sería un error que el zapatismo fincara su estrategia de crecimiento con base en los errores que pudiera cometer el cardenismo y sumarse a una estrategia de desgaste, ya que ambas ``realidades'' no son excluyentes ni contradictorias. Más que la estrategia de ``ni los veo ni los conozco'', debería pensarse en reconocer coincidencias históricas.

La fiesta contra el neoliberalismo en España debe avanzar hacia un análisis más profundo y no solamente intuitivo; aquí es fundamental destacar el Festival Mundial de la Juventud de Cuba, donde se discutió desde la misma óptica la lucha contra el neoliberalismo en el mundo, así como en el Foro de Sao Paulo reunido en Porto Alegre, Brasil, donde la izquierda también buscó nuevos caminos contra la opción neoliberal, que sólo encontraremos con honestidad intelectual, debatiendo las convicciones, sin soberbia ni sectarismo, pues el péndulo se desliza de nuevo a la izquierda en todo el mundo.