Todo va de las mil maravillas para Estados Unidos. La economía crece con un inflación baja y una tasa de desempleo que es la envidia de los europeos. Clinton y el Congreso (o sea, los republicanos) acaban de establecer un acuerdo importante sobre el reequilibrio de las finanzas públicas para el año 2002. O sea, pasado mañana. Incluso Greenspan (el hombre de la Reserva Federal), en su reciente informe al Congreso, mostró optimismo y escasos deseos de cambiar las tasas de interés. El dólar se fortalece en todos los mercados financieros del mundos.
El primer semestre del año ha sido brillante. La recuperación estadunidense que viene de 1992 acaba de experimentar una clara consolidación en lo que va de este año. En la segunda mitad del 97 todas las predicciones apuntan a una baja del ritmo de crecimiento. Así que el incremento del PIB para este año se podría situar entre 3 y 3.5 por ciento: el mejor desempeño entre las principales economías del mundo. Ni más ni menos. Según Greenspan las cosas van bien porque Estados Unidos está comenzando a recuperar el espacio perdido en el terreno del dinamismo de la productividad. Y es posible que tenga razón: que las inversiones en tecnología avanzada se hayan incrementado por una mayor confianza en sí mismos de los empresarios estadunidenses. Pero, y me pregunto, esta mayor confianza ¿no está acaso asociada a los logros de una política como la de Clinton que evitó el deslizamiento hacia una mayor polarizacion de la sociedad estadunidense, así como venía desde los años 80 reaganianos? Muchas cosas han ayudado a Clinton, pero es evidente que el bajo perfil clintoniano algo supo hacer de no irrelevante.
Y así, otra vez, las velas desplegadas al viento en la misma postura: Estados Unidos reafirma su supremacía mundial; el dólar demuestra no tener rivales, y así por el estilo. Estados Unidos está aprovechando unas circunstancias internacionales extraordinarias que dificilmente podrán repetirse en el futuro. En lo que concierne a los últimos acontecimientos: la crisis cambiaria de algunos países del suroriente asiático, que aconsejó varias de las compañías mutuales de fondos de repatriar capitales que corrían serios riesgos. Y el destino privilegiado fue, naturalmente, Estados Unidos. El sueño de obtener utilidades anuales del orden del 15-30 por ciento anual se había disipado, mejor volver a los Bonos Trentennales del Tesoro USA que ofrecen apenas un 6 por ciento, pero seguro. El dólar se fortalece por el retorno de capitales provenientes de Asia, deseos de un refugio confortable.
Pero hay otra circunstancia extraordinaria que desde hace algunos años se ha convertido en una forma silenciosa de apoyo externo: el objetivo europeo de la Moneda Unica, un objetivo que ha impuesto a los quince de Europa una severa política de saneamiento de las cuentas públicas y una obsesión monetaria acerca del peligro inflacionario. Circunstancias, ambas, que obviamente no han sido un aliciente al desarrollo económico europeo en años recientes. Los espacios económicos dejados descubiertos por el bajo crecimiento europeo asociado al objetivo de la Moneda Unica, además de la continuación del bajo dinamismo japonés, han creado condiciones favorables a la capacidad competitiva internacional de las empresas USA. Queda sólo preguntarse ahora cuánto más durarán en el futuro las circunstancias externas mencionadas.
Mientras tanto el dólar supera toda marca. Si comparamos las cotizaciones de ahora con la de un año atrás, el yen se devalúa frente al dólar de un 7-8 por ciento y las principales monedas europeas registran devaluaciones de alrededor de un 20 por ciento. Una situación que, de conservarse, podría resultar peligrosa para una economía, como la estadunidense, que viaja con una déficit de cuenta corriente superior a los 150 mil millones de dólares.
En síntesis, antes de lanzar las campanas a vuelo, valdrá la pena señalar que las debilidades económicas de Europa y Japón no son eternas. Futuros más competidos que el actual presente esperan a Estados Unidos. Pero, y de cualquier manera, una felicitación a Clinton no sobra en lo que concierne a la política económica de estos últimos años.