La Jornada martes 5 de agosto de 1997

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

Mientras la mayoría de los guerrerenses vive la diaria realidad de la militarización anticonstitucional, la represión violatoria de los derechos humanos, la miseria histórica, el cacicazgo solapado, la explotación sistemática y la injusticia sin castigo, la élite política de aquella entidad ha montado en la Plaza Loreto, de la ciudad de México, una muestra folclórica pasteurizada con la que pretende convencer que allá se vive en paz y con justicia.

Al inaugurar dicha exhibición cultural, artística, artesanal y gastronómica denominada Así somos en Guerrero, que durará todo el presente mes, el gobernador Angel Aguirre Rivero aseguró que el propósito es ``mostrar el rostro de un pueblo que quiere trabajar y vivir en paz; decir que no somos violentos, que no hay improvisaciones...''.

El mandatario sustituto --pues el original, Rubén Figueroa Alcocer, le encargó el puesto a Aguirre con la esperanza de escabullirse un poco de los fantasmas de Aguas Blancas, que históricamente le perseguirán-- aseguró ante comisionistas de inserciones pagadas de prensa que en Guerrero ``se trabaja en un clima de paz y tranquilidad, lo que se refleja en el cúmulo de inversiones que se están haciendo en proyectos productivos que generan empleos y permiten un mejor nivel de bienestar a la población''.

El uso publicitario del folclor en el sur del Distrito Federal contrasta con la sombría realidad guerrerense, donde miles de soldados mantienen un anticonstitucional dominio sobre amplias regiones en las que se han documentado continuos casos de detenciones arbitrarias, secuestros, torturas y desapariciones.

El colorido de los trajes dancísticos y de las hechuras artesanales instaladas sobre las baldosas del conjunto cultural de Carlos Slim, no pueden diluir la realidad cotidiana de un gobierno estatal que se sostiene de los hilos caciquiles de Figueroa Alcocer y de las decisiones desbordantes de los jefes de los cuarteles regionales.

Debate sobre política cultural

Por otra parte, la irrupción de la muestra Así somos en Guerrero subraya con oportunidad la polémica que se vive en esa entidad entre los burócratas de la cultura, que pretenden poner sus expresiones en la cartuchera de los jefes en turno para que las usen como les dé la gana o mejor convenga a sus necesidades circunstanciales, y quienes pugnan por establecer una política cultural gubernamental respetuosa de los productores del ramo, promotora de sus manifestaciones auténticas y difusora del contexto real en el que se producen tales expresiones.

En ese enfrentamiento de concepciones sobre el quehacer cultural está el Instituto Guerrerense de la Cultura, que depende de la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno estatal pero que busca acentuadamente conseguir la condición de organismo público descentralizado, con patrimonio y personalidad jurídica propias, para atender estrictamente los asuntos culturales sin interferencias o desviaciones de corte politiquero.

La directora del instituto, María de los Angeles Manzano, quien forma parte del grupo cultural Amate, empuja esa intención descentralizadora y forma parte del núcleo promotor de un foro sobre política cultural, al que los personeros del gobernador Aguirre consideran inaceptable y necesariamente combatible.

Contra las intenciones de los foristas está la posición del secretario de Desarrollo Social, Heriberto Noriega Cantú, organizador de la muestra Así somos en Guerrero, quien emocionado anunció días atrás esa actividad en la que, dijo, ``más de dos mil guerrerenses invadirán la ciudad de México, tomarán las calles vestidos con los colores folclóricos de cada una de las siete regiones del estado, con danzas y cánticos ancestrales, y cien actividades que abarcan danzas, teatro y exposiciones pictóricas''.

Dos mil invasores en la inauguración de este esfuerzo publicitario y la estancia de un número indeterminado de expositores, artistas y vendedores durante un mes.

¿A cuánto ascenderá el presupuesto destinado para esta liposucción política?

Y, ¿cuándo se incorporará a esta muestra la producción cultural derivada de Aguas Blancas, de las andanzas del jefe Rubén, de las historias militares, de los cacicazgos, de las piruetas del subjefe Angel?

Labastida a nombre de Moctezuma

Ha ganado fuerza la versión según la cual el verdadero proyecto presidencial para sustituir a Humberto Roque sería el actual secretario del ramo agrícola y ganadero, Francisco Labastida Ochoa.

No se trataría de una promoción pensada en sí para el propio ex gobernador de Sinaloa, sino para quien lo promovió en el ánimo presidencial para ocupar la actual cartera: Esteban Moctezuma Barragán.

Ciertamente, Moctezuma ha tenido una larga relación de amistad y trabajo con Labastida, primero como secretario particular que fue del entonces secretario de Patrimonio y Fomento Industrial, luego como colaborador en la campaña por el gobierno de Sinaloa y finalmente, en ese ciclo político, como secretario de Finanzas de la administración estatal.

De aquella cómoda posición de provincia, y con plena aprobación e impulso de Labastida, Moctezuma se desprendió en 1987 para incorporarse al equipo de asesores del entonces oficial mayor del PRI, Luis Donaldo Colosio, a cuya causa sirvió con discreción y eficiencia hasta 1988, cuando, siempre en el afecto y bajo la promoción del sonorense, se integró al equipo del doctor Ernesto Zedillo, con quien trabajó directamente en las secretarías de Programación y Presupuesto y de Educación Pública, de donde saltó a un primer plano político con el zedillismo en campaña por la presidencia y luego ya instalado en Los Pinos.

El afecto y la confianza de Zedillo en Moctezuma han tenido plenas expresiones públicas, entre otras con la designación de Esteban como secretario de Gobernación, cargo del cual presuntas afecciones de salud, y notables complicaciones políticas, le alejaron para dejar paso al entonces gobernador del estado de México, Emilio Chuayffet.

Con un PAN explícitamente enfilado hacia la sucesión presidencial del 2000, y un PRD con su virtual candidato a la vista, falta la parte oficial en perfilar su propuesta, aun cuando desde ahora se habla de Guillermo Ortiz (cuyos carteles de campaña podrían llevar la imagen de Roque festejando el aumento al IVA), del propio Chuayffet (a quien sus adversarios cantan desde ahora Las Golondrinas en espera de que llegue el próximo Informe presidencial) y de Moctezuma, a quien unos acomodan en el PRI, otros en el liderazgo del Senado (donde se toparía con la resistencia de Bucareli encarnada en Genovevo Figueroa) y algunos en una secretaría de Estado, sobre todo en Desarrollo Social.

En ese esquema de necesario posicionamiento de Moctezuma rumbo al 2000, ahora se han multiplicado las voces que aseguran que con el ánimo de sustraerlo de los pataleos propios del que está ahogándose, Esteban no irá al PRI sino que, en su lugar, en una presunta jugada de sacrificio (que algunos se preguntan si no podría convertirse en realidad en la jugada maestra en favor del propio Labastida), el actual secretario de Agricultura entraría al relevo de Roque para ir preparando el terreno a Moctezuma rumbo a la candidatura presidencial del 2000.

Lastimado en su inseguro paso por Gobernación, acomodado en una posición políticamente subordinada a Roque en el PRI, instalado por artes mexiquenses en un segundo lugar de la lista de candidatos priístas a senadores, mencionado para todo y siempre como el hombre de las mayores confianzas del Presidente, Moctezuma tendrá pronto la resolución mayor de la cual dependerá su emplazamiento futuro y, con él, desde ahora, de un zedillismo al que, con una anticipación propia de los nuevos tiempos que se viven, ya desde dentro del sistema le empiezan a elaborar su estado político de cuentas.

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