Hace aproximadamente 15 años aparecieron los primeros casos de sida en niños. Ese hecho trajo apareado un cambio en el modelo epidemiológico de la enfermedad, el desarrollo del proceso, el aspecto terapéutico y aun en los aspectos éticos y de derechos humanos correspondientes a la enfermedad.
En el aspecto epidemiológico, en 1988 por cada mujer había 10 varones con sida. En esa época se consideraba que estábamos enfrentando un padecimiento de homosexuales, y aunque ésta fue la vía de transmisión más frecuente, la enfermedad tiene alcances más lejanos a la homosexualidad o la bisexualidad, un estilo de vida diferente, con costumbres y hábitos difíciles de impactar. Hoy día, los casos pediátricos han aumentado de manera considerable (en Estados Unidos se informan más de mil por año) pero en la población homosexual ha disminuido de 89 a 44 por ciento, lo que implica transmisión por otros mecanismos. Debemos considerar que se ha eliminado casi por conmpleto la ocasionada por productos sanguíneos. Por lo tanto, el uso de drogas intravenosas y el contagio heterosexual fluctúa entre 10 y 40 por ciento. Esto tiene una enorme importancia. Hallazgos recientes parecen indicar que la incidencia se irá desplazando hacia otros grupos de población. Nuevos subtipos del virus están incrementando la transmisión heterosexual, con aumento de la incidencia en mujeres y en niños (por transmisión vertical).
Igualmente se prevé un incremento de dimensiones epidémicas entre la población de bajos recursos.
En 1994, en EU hubo 65 mil varones infectados y 14 mil mujeres, es decir, la relación cambió de 10:1 a 4:1. Si se tiene en cuenta que cerca del 80 por ciento de las mujeres infectadas están en edad reproductiva, cabe esperar que la epidemiología de la infección por VIH/Sida en niños, muestre diferencias notables en lo que respecta a mecanismos de transmisión.
Así, a diferencia de hace 15 años en que la mayoría de los casos en niños fueron atribuibles a transfusión sanguínea o sus derivados, en la actualidad la transmisión perinatal constituye el principal mecanismo y probablemente continuará incrementándose, lo que pone de manifiesto la necesidad de desarrollar infraestructura para proporcionar atención adecuada a los niños y a las mujeres afectadas.
En la transmisión materno-fetal, cuatro factores parecen tener particular importancia para determinar el comienzo y cursos de la progresión del VIH en infantes que han sido infectados por transmisión vertical: la velocidad de la transmisión (in utero e intra partum), la extensión de la replicación temprana del virus, el fenotipo viral transmitido y la respuesta inmunológica del infante.
En este momento, la incidencia más alta de sida es en la población de adolescentes. Se sabe que existe un periodo relativamente prolongado de incubación; sin embargo, a pesar de que éste varía entre 2, 4 y hasta 8 años en promedio, se han identificado jóvenes de 20 a 22 años de edad con claras manifestaciones de la enfermedad, es decir, sujetos que se infectaron a los 12 ó 13 años.
En México, la estadística disponible es de 27 mil casos documentados, pero se cree que existe un subregistro del 100 por ciento. Según distintos especialistas en el tema, hace 5 años el sida en la transmisión vertical tenía dos características: el niño que se diagnosticaba a los dos o los tres meses, moría a los 11 meses; el niño que se diagnosticaba más tarde, tenía una sobrevida de 6 a 8 años, pero ahora se sabe que el sida se transmite a través de la placenta, de tal forma que esos pacientes nacen ya con alteraciones linfocitarias y mueren a edades tempranas. Por lo tanto, es de suma importancia la detección de VIH en la madre, ya que en algunos casos se ha observado que esta es negativa en el primer trimestre, pero positiva en el segundo, situación en el cual el niño tiene un alto riesgo de infectarse, ya que la cantidad de carga antigénica es elevada.
La etiopatogenia de la carga vital ocurre desde el momento que se infecta el sujeto. En ese instante comienza un replicación viral desconocida para las concepciones anteriores. La replicación es de mil millones de virus por día, desde el primer día, y no se detiene nunca. Además se ha observado que se produce una infección masiva temprana; que la cantidad de virus en solución en el plasma es relativamente insignificante, pero la carga viral en las células es enorme; que la vida media del virus es de sólo 6 horas. Existe una batalla constante, de tal forma que las células CD4 que se destruyen a diario suman 100 millones y al mismo tiempo se genera igual número de estas células. La infección materialmente está ``devorando'' al sistema inmunológico.
Actualmente se utiliza una terapia combinada y los expertos en el tratamiento de tales pacientes tienen muchas esperanzas de ``detener'' la reproducción viral, o por lo menos la velocidad de la reproducción. ¿Será ésta nuestra única oportunidad ante el llamado Mal del Siglo?