El debate que se ha desatado en las últimas semanas sobre la posible reforma del IVA ha centrado la atención en las tasas del impuesto. Agunos abogan por una reducción, con objeto de estimular el consumo, mientras que otros sostienen que no conviene reducir las tasas porque ello podría generar un déficit fiscal. Sin embargo, una forma distinta pero igualmente importante de enfocar el problema consiste en preguntar: ¿en qué se deben invertir los dineros que provienen del IVA?
El ejemplo del IVA en la Comunidad Europea puede ofrecer algunas lecciones de utilidad para las futuras reformas en México. En primer lugar, conviene tener en cuenta que en los sistemas fiscales europeos este impuesto indirecto no se ha reducido, sino que ha mantenido su importancia en los últimos años. Pero, además, los países europeos han acordado que el IVA es el instrumento fiscal fundamental que debe utilizarse para reducir las disparidades económicas entre regiones y para enfrentar problemas de atraso social y agrícola en muchas zonas del viejo continente.
El IVA que se recoge en los distintos países miembros de la Comunidad Europea se destina para financiar tres programas económicos y sociales que han sido claves en el éxito de la integración europea, y en lograr tasas sostenidas de crecimiento. El más importante es el de apoyo a los agricultores, programa conocido como FEOGA (Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola). Desde 1992 no se utiliza el dinero de este Fondo para apoyar precios agrícolas (por las distorsiones que ello podía generar), sino que se distribuye directamente a varios millones de pequeños y medianos granjeros y ganaderos que requieren apoyo técnico y financiero.
Otros dos programas que financia el IVA europeo son los Fondos Estructurales, que se destinan sobre todo a las regiones más atrasadas, en especial en Alemania del este, España, Portugal y Grecia. En el caso de España, en los últimos diez años el impacto de estas inversiones ha sido notorio, si se observa el moderno nivel de la infraestructura alcanzado y el impacto positivo sobre niveles de ingresos que van aproximadamente con rapidez hacia la media europea.
Pero, además, estas inversiones del IVA europeo han permitido impulsar el desarrollo económico no sólo de la agricultura y de la infraestructura, sino también de la pequeña y mediana industria, el turismo y los programas de capacitación laboral, formación técnica e investigación científica. De hecho, este gasto público ayuda a explicar porqué han sido exitosas las sucesivas ampliaciones de la Comunidad Europea, que se ha convertido en el mayor mercado integrado del mundo.
En resumidas cuentas, el ejemplo europeo sugiere que, por muchas razones, no conviene modificar en mucho las tasas de un recurso fiscal tan importante como el IVA. Más bien es urgente que los legisladores resuelvan cómo se puede reorientar el gasto del sector público mexicano para que pueda favorecer a un verdadero desarrollo social y económico democrático y universal.