EL TONTO DEL PUEBLO Ť Jaime Avilés
Intergalácticos: la próxima cita
Utrera, Andalucía, 1o. de agosto Ť ¿Dónde será el próximo, es decir, el tercer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo? Esta noche, sólo unas horas antes de la clausura del segundo, hay tres precandidaturas: Marruecos, Brasil y la ciudad de México. Veamos cuál es la más viable.
Desde hace algunas semanas --me lo habían contado el miércoles en Barcelona--, algunos representantes, siempre incógnitos, del Frente Polisario estuvieron moviéndose en los círculos zapatistas de la península ibérica para tratar de llevarse la reunión a su país. La propuesta, hay que decirlo, recabó algunas simpatías. Pero nada más.
La presencia, en Madrid y Barcelona, de los delegados del famoso Movimiento de los Sin Tierra, de Brasil, atizó los ánimos de no pocos intercontinentalistas a lo largo de esta semana, al grado de que en distintas mesas, y en repetidas ocasiones, muchos europeos, y no pocos latinoamericanos, alzaron la mano, y luego la voz, para hablar acerca de las ventajas de una hipotética asamblea intergaláctica en Río de Janeiro, por qué no, que pondría en contacto directo a los protagonistas de las dos expresiones de lucha indígena y campesina más creativas, más activas y más multitudinarias de nuestro jubiloso y a la vez desdichado subcontinente.
El problema, a este respecto, es que mientras se multiplican las voces de los partidarios de tal iniciativa, los delegados brasileños, situados en la esfera de lo concreto y de lo específico, guardan un pétreo y significativo silencio. Ni siquiera fingen que simulan caravanas con sombrero ajeno y mucho menos se llenan la boca para decir, de dientes para fuera, hombre, meu Deus, vengan cuando quieran.
Así, desde mi limitado punto de vista, la opción ``México, DF 98'' es la que ha cobrado más fuerza, pero...
¿Cuáles pueden ser las ventajas, y cuáles las desventajas, si considerando el tema con seriedad mañana se discute y se vota, a favor y en contra, que el tercer intergaláctico regrese al país, aunque no al territorio, donde hace un año se originó el primero?
Si se llevase a cabo en la ciudad de México la hipotética reunión de los infinitos mundos excluidos que luchan por construir un mundo en donde quepan todos los otros, ésta impondría un quehacer y una responsabilidad insoslayables al Frente Zapatista de Liberación Nacional que, por primera vez en su breve historia, tendría que cumplir una tarea de gran escala en el corto plazo (pues ya se ve que hasta ahora no ha acertado a trasladar a la práctica las hermosas pero abstractas ideas de la Cuarta declaración de la selva).
En segundo término, el futuro intergaláctico sometería a prueba la hospitalidad del primer gobierno democráticamente constituido del Distrito Federal que, entre otras muchas razones tan válidas como ésta, debe a la rebelión indígena del primero de enero de 1994 las reformas electorales que hicieron posible la insurgencia cívica del 6 de julio.
Si a partir de ahora, y hasta el siguiente verano, no hubiese otra ocasión más propicia, el tercer intergaláctico brindaría la posibilidad, tan largamente esperada, de que la comandancia general del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y el subcomandante Marcos en lo personal, pudiesen viajar al fin a la capital de la República Mexicana para ratificar la vigencia de los derechos constitucionales que les otorgan las garantías necesarias para hacer política en cualquier punto, zona, región, pueblo o ciudad del país.
Nadie sabe, sin embargo -pero mañana se develará el misterio-, si el EZLN abriga algún interés acerca del tercer intergaláctico. Por motivos protocolarios, el Frente Zapatista se abstuvo de enviar a la península ibérica una delegación que trajese las posiciones oficiales de quienes aspiran a edificar la organización civil de los rebeldes del sureste. El razonamiento fue éste: si no hemos logrado constituirnos aún en un cuerpo debidamente integrado y, por lo tanto, si no hemos acordado una posición representativa mediante mecanismos democráticos, no podemos mandar a nadie a que defienda lo que todavía no hemos decidido.
Esto significa que el Frente Zapatista, por sí mismo, no participará como tal en la plenaria de este sábado, previa a la clausura, y que si algunos de sus miembros se pronuncian por la idea de realizar el tercer intergaláctico en la ciudad de México lo harán a título personal. Los que, por el contrario, si tendrían un voto de calidad a este respecto son Dalia y Felipe, portavoces oficiales de la comunidad de Guadalupe Tepeyac en el exilio, quienes aterrizaron en el aeropuerto de Barajas, y han visitado Madrid, Barcelona, Ruesta, Almuñécar y El Indiano, como representantes de las autoridades políticas y militares del EZLN, así como de los insurgentes y de las bases de apoyo civil. Pero, hasta ahora, al menos que se sepa, no han dicho esta boca es mía sobre el próximo encuentro.
Así que estamos en ascuas, por decirlo con una metáfora, más bien sobada, de boy scouts.
Anclado en Barcelona -pero confiando en las habilidades periodísticas del doctor Hermann Bellinghausen, que ha recorrido todas las sedes de este segundo y agónico encuentro-, creo que esta nueva y desproporcionada experiencia, que reunió a casi 3 mil personas de 45 países, ha tenido la virtud de aleccionar a los más jóvenes de los jóvenes en los secretos de la política internacionalista.
Abandonados por los prestigiosos intelectuales europeos que, en el verano pasado, concurrieron a La Realidad para dialogar con el Sup, los entusiastas comités de activistas estudiantiles y aun un poco mayores que asumieron con plena seriedad las labores propias de una asamblea general de Naciones Unidas y las llevaron a cabo hasta sus últimas consecuencias, hablan de un rico semillero de cuadros de relevo que en pocos años estará madurando los ahora verdes frutos de su apasionado aprendizaje, mismo que hoy por hoy hace de Marcos un educador político de proyección universal.
El encuentro, que mañana terminará, fue concebido el 3 de agosto en Chiapas, pero a principios de marzo de este año produjo una reunión preparatoria, en Praga, donde si bien sólo había un ciudadano checo, las redes de comités franceses, italianos, alemanes, suizos y griegos disputaron, con la nutrida delegación de representantes del Estado español, el derecho de organizar en su propia casa esta locura.
Con una actitud reverencial respecto del primer encuentro, los españoles --aunque ellos en justicia se piensan como castellanos, catalanes, aragoneses y andaluces, reivindicando las peculiaridades de sus respectivas culturas-- resolvieron concelebrar la hazaña de los indios de Chiapas, y verificar la segunda experiencia en las mismas fechas, del 27 de julio al 3 de agosto, y con el mismo formato de la primera.
Nadie pensó en los inconvenientes del clima, por ejemplo, ni en el manejo de las coincidencias, porque si bien el calendario de 1996 fue planeado por los zapatistas tomando en cuenta que julio y agosto son los meses más aptos para que viajen los europeos, que de todos modos siempre viajan en esa época, a la hora de diseñar la actual odisea nadie reparó en que el verano de estas tierras, por decir lo menos, es insufrible. Sobre todo, y ante todo, por el calor.
Cuando le avisaron que el segundo intergaláctico sería en la península ibérica y en estos días, la ex primera dama de Francia Danielle Mitterrand lanzó una contrapropuesta: hagámoslo, dijo con su timidez habitual, a mediados de septiembre y en un pueblo hermosísimo del Pirineo francés. Pero ya era demasiado tarde, y fue así como...
Sí, fue así como el domingo pasado, 27 de julio de 1997, en una plaza de toros de las afueras de Madrid, comenzó la aventura que mañana finaliza. Esa misma noche, la mitad de los participantes viajó a Barcelona, mientras los demás se iban a Ruesta, Almuñécar y El Indiano. Y del tren que salió de Barcelona, y que en la madrileña estación de Chamartín fue anunciado como ``tren especial por la humanidad'', el lunes, muy temprano, se apearon Dalia y Felipe, emisarios de Guadalupe Tepeyac, y unos 600 encuentristas que pronto iban a dividirse en nueve submesas y en una cifra aun mayor de subsubmesas.
La novedad, el martes 29 por la mañana, es que en una de las subsubmesas, la que se había desprendido de la submesa de ``Las luchas contra el patriarcado'', las feministas habían adoptado la determinación de prohibir que a sus coloquios y debates asistieran los hombres, ya como periodistas, ya como traductores, ya como ponentes, ya, incluso, como mudos testigos. Era, digamos, el absoluto rechazo a la testosterona, a los gonadahabientes, a los masculinos y, desde luego, a los muchos machos que ofendidos se sintieron, con toda razón, pienso yo, por quedarse fuera.
El miércoles por la tarde, cuando todos desfilábamos por la rambla del barrio de Hospitalet, y gritábamos y bailábamos para expresar nuestra solidaridad con la casa ocupada de La Vakería, supe que en la gran mayoría de las submesas, y aun de las subsubmesas, las primeras 48 horas del segundo encuentro habían sido consagradas al punto único de ``cómo vamos a discutir'', el cual, después de todo, no deja de ser comprensible si pensamos que en torno de cada tema y subtema se reunían por primera vez las metodologías más disímbolas.
No sé, esto quizá lo averiguaré mañana, a qué conclusiones llegó todo este desbordante entusiasmo al cabo de tantas mociones y contramociones. Lo cierto, sin embargo, es que al menos en Barcelona el segundo intergaláctico cumplió con la más importante de las características que Marcos había previsto cuando escribió su informal saludo formal a los participantes, y vaticinó, no sin colmillo, que el encuentro sería ante todo una fiesta, como a la postre, y sin duda, lo fue.
Y había que ver, aquí y allá, qué contentos lucían todos y todas, especialmente en las noches a la hora de la cena y después durante la tertulia, como que sobreponiéndose a todas sus divergencias interpretativas y de matiz en asuntos tan graves como el salario de los desempleados, la reducción de la jornada laboral para que todos trabajen, las redes de comercio alternativo y la vida más allá del dinero, lo más valioso, aquilatable y duradero no era sino el clima de identificación, de complicidad y de convergencia.
Por eso, ayer en la noche, cuando todas y todos nos concentramos en la ferroviaria estación de Saints para tomar el tren especial por la humanidad que iba a traernos, como nos trajo, a Andalucía, las gargantas se desbordaron cuando alguien gritó, ante decenas de catalanes atónitos: ``¡Zapaaata vive!'', para que respondieran los demás: ``¡Y la luuuucha sigue!''
Ahora, 19 horas de viaje después, y sumergidos en una temperatura que ronda los 50 grados centígrados, pero intactos y de pie, los encuentristas aguardan aquí, en la estación de autobuses de Utrera, a 50 kilómetros de Sevilla, a que los camiones contratados por los altivos aceituneros del Sindicato de Obreros del Campo (SOC) nos trasladen a la finca de El Indiano, que invadieron desde 1983, sin imaginarse que algún día, mañana por ejemplo, ese ignoto escenario que todavía no hemos visto, sería invadido por tantos ilusos que tres años y medio después aún repiten ``Para nosotros nada, para todos todo''.