La Jornada 28 de julio de 1997

ATENDER EL REZAGO EDUCATIVO

El ínfimo nivel de preparación académica que en general mostraron los 42 mil 706 alumnos que presentaron el segundo examen de admisión a las licenciaturas que imparte la Universidad Nacional Autónoma de México -el promedio de calificación de los aspirantes fue de 6.6, según estimaciones de este diario-, es un indicador preocupante de la baja calidad de la educación que reciben los niños y jóvenes del país.

Si bien existen honrosas excepciones, tanto por parte de los educandos como de las instituciones educativas, los pobres resultados obtenidos por la mayoría de los aspirantes a ingresar a la UNAM deben tomarse, por parte de las autoridades educativas y de la sociedad en general, como un llamado de alerta para que se realicen mayores esfuerzos en materia de calidad de los planes y programas de estudio, de preparación y remuneración de los docentes y de cobertura y capacidad de los planteles, en todos los grados y niveles, a fin de sentar las bases para corregir el deficiente desempeño académico de los estudiantes mexicanos.

Hay que destacar que los resultados del concurso de selección para ingresar a la UNAM son sólo la punta del iceberg de un fenómeno de pobreza educativa que afecta a amplios sectores de la población. En el fondo, estas calificaciones revelan que, desde las bases mismas del proceso educativo y a lo largo de sus etapas sucesivas -desde la primaria a la preparatoria-, no se están ofreciendo a los alumnos los conocimientos, las técnicas de comprensión y aprendizaje y la formación académica suficientes para enfrentar de manera satisfactoria exámenes más difíciles y que abarcan diversas materias y áreas de estudio, como son los que establece la UNAM.

Esta circunstancia resulta alarmante si se tiene en cuenta que las generaciones que hoy se preparan para ejercer profesiones universitarias serán las que conformarán los recursos humanos del país en los próximos años y quienes, al carecer de las habilidades y los conocimientos adecuados, enfrentarán continuas dificultades y tropiezos para encontrar un empleo e integrarse a la planta productiva del país. En tiempos, como los actuales, en que la calidad y amplitud de la educación son condiciones indispensables para participar en un escenario económico y laboral cada vez más competitivo y exigente, la deficiente formación académica de los jóvenes mexicanos los coloca en un escenario de malestar, desesperanza y carencia de oportunidades de desarrollo que, con una frecuencia cada vez mayor, los obliga a buscar ocupación en la economía informal o, en el peor de los casos, a refugiarse en las adicciones y la delincuencia.

La sociedad mexicana y, en particular, sus autoridades educativas no deben permitir que esta situación de pobreza académica se prolongue ni se asuma con fatalismo como una realidad inevitable, dadas las limitaciones y carencias que padece el sistema educativo nacional. Por el contrario, hoy es necesaria una revisión a fondo de la política educativa del país para atender, desde las bases, las carencias que conducen al bajo desempeño de los alumnos al llegar el momento de optar por una opción universitaria.

Al mismo tiempo, es indispensable ampliar la cobertura y la disponibilidad de lugares en las instituciones técnicas y de educación superior -sólo 6 mil 572 de los más de 40 mil aspirantes a ingresar a la UNAM fueron aceptados- a fin de responder, de manera equitativa y suficiente, a la demanda educativa de una población joven tan amplia como la que caracteriza al país en el momento presente y, como lo será, dadas las características demográficas de México, en las próximas décadas.