Rodríguez Alcaine: ni 10% han cumplido los gobiernos de la Revolución a trabajadores
Antonio Vázquez S. /I Ť Una de las principales ofertas políticas de Leonardo Rodíguez Alcaine --el hombre que desde hace 21 años dirige los intereses sindicales de los electricistas-- para relevar a Fidel Velázquez es no eternizarse en el poder. Desde ahora anticipa que llegado el momento de renovar la cúpula cetemista contará con el consenso de los sindicatos más influyentes de esa central.
El Congreso Nacional en el que ocurrirá esto se realizará en marzo de 1998 en el Palacio de los Deportes --no en febrero, como se anunció inicialmente-- y por lo pronto el dirigente de 78 años de edad adelanta que promoverá una ambiciosa reforma estatutaria para acabar definitivamente con la reelección.
A un mes de haber asumido la dirigencia de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), habla ya de sus posibles sucesores: Juan S. Millán, Gilberto Muñoz Mosqueda o Javier Pineda Serino.
En amplia entrevista con La Jornada, relata cómo desde su lecho de muerte el propio Fidel Velázquez le anunció en presencia de Emilio M. González que él ocuparía la secretaría general de esta central.
La charla se realiza en la oficina de la secretaría general del Sindicato Unico de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), ``porque aquí no hay oídos y podemos platicar a gusto''. Y a un lado de diplomas, reconocimientos, fotos familiares y un óleo en el que destacan Francisco Pérez Ríos y Fidel Velázquez, Rodríguez Alcaine no vacila al afirmar que ``el sindicalismo sigue siendo, guste o no, el arma más poderosa de defensa de los trabajadores'', y que el presidente ``más obrerista'' en el México posrevolucionario fue Lázaro Cárdenas.
Reacio hasta ahora para hablar de su vida íntima, de sus ambiciones personales y de los golpes bajos que se suscitaron en el interior de la CTM, desde el agravamiento hasta la muerte de Fidel Velázquez, el líder electricista se confiesa.
De ``arrimado'' a líder de la CTM
Recuerda que a los siete años de edad lo trajeron de su natal Texcoco a vivir de ``arrimado'' a la ciudad de México. Entrelaza sus manos, respira hondo y aclara: ``A mí me dicen Periquín, no La güera, como ustedes me llaman, porque aunque lo duden, soy muy macho.
Polémico en sus declaraciones que lo han llevado incluso a enfrentarse con la prensa, a cuyos integrantes calificó en alguna ocasión como ``muertos de hambre'', acusa: ``la revolución y los gobiernos posrevolucionarios no le han cumplido a los trabajadores ni un 10 por ciento''.
Con su elegante traje gris y su corbata de seda del mismo tono, en perfecta combinación con el platinado de su cabello, acepta el reto. Se instala en un cómodo sillón y durante 90 minutos expone además sus conceptos sobre política y democracia. Habla sobre el PRD y el PAN. No evade hablar sobre la Fesebes, los foristas, el Congreso del Trabajo. Tampoco lo hace al referirse a Francisco Hernández Juárez, a Manuel Cadena.
--¿Quiere una buena entrevista? --pregunta retador. ``Con una condición, que diga lo bueno o lo malo pero con verdad''.
--¿Como se autodefine o se autoretrata Leonardo Rodríguez Alcaine?
--Soy hijo de un mexicano y una española. Mi padre texcocano y mi madre aragonesa. De ahí mi carácter. Nací riquillo, no rico, pero mi padre enfermó, cuando tenía yo siete años, de la médula espinal dorsal y se acabó lo mucho o poco que teníamos. Desde entonces mi madre y yo tuvimos que trabajar. Cuando se agotaron todos los recursos nos venimos a la ciudad de México y nos fuimos a vivir de arrimados a una casa de la colonia Portales. Recuperado mi viejo, consiguió trabajo en la Comisión Federal de Electricidad (CFE) como oficinista, y como eran los inicios de la dependencia me consiguió trabajo de mozo con un sueldo de 58 pesos mensuales. Estaba yo adscrito al almacén. En 1941 conocí a Francisco Pérez Ríos, que era mecánico del proyecto eléctrico de Ixtapantongo, en el estado de México, e iniciamos pláticas para organizar un sindicato. En 1949 pasamos a formar parte de la Confederación de Trabajadores de México (CTM). Teníamos varios contratos a nivel nacional y otros en la República en donde iniciaba sus actividades la CFE. Ahí me empiezo a enterar de qué es el sindicalismo, por qué el sindicalismo y a dónde quería llegar el sindicalismo. Para llegar a lo que somos hoy tuvimos luchas importantes como la de 1972-1976, en donde hubo la conjugación de dos organizaciones electricistas que en su primer etapa fueron la Federación Nacional de Trabajadores Electricistas, y posteriormente fue el Sindicato Nacional de Electricistas. Nosotros adoptamos el nombre de Sindicato Nacional de Electricistas y Conexos de la República Mexicana.
--¿Cómo conoce y qué opina de Rafael Galván?
--Ideológicamente no pensábamos igual a los compañeros de la otra organización que encabezaba Rafael Galván. Independientemente de lo que haya sido, creo que fue un buen líder, pero al final prevaleció nuestra razón en el ámbito electricista y logramos formar el SUTERM. Tuvimos peleas, hubo tiros, incluso muertos; afortunadamente no por acciones de nosotros ni de ellos, sino aprovechadas por gente ajena al movimiento electricista que llevaba algún interés comunista y fundamentalmente troskista, que era con el que comulgaba el compañero Galván.
--¿Cómo llegó a la secretaría general?
--En 1976 murió el compañero Pérez Ríos y siendo yo secretario del trabajo en el SUTERM, me convertí por estatuto en secretario general encargado del despacho en tanto realizábamos el congreso nacional para ratificar o rectificar esta situación. Vino el congreso, me ratificaron y desde entonces aquí estoy.
--Antes de abordar temas obreros y políticos, me gustaría saber qué escolaridad tiene usted, por qué el apodo de La güera y cómo conoció a Fidel Velázquez.
--Yo tengo poca escolaridad. Sin haberme recibido soy hasta vista aduanal, aunque nunca he ejercido. Cuando estaba en la CFE ingresé a la ESIME, pero no acabé. En mi tierra no me conocen como El güero, me conocen como Periquín. Los amigos más adelante me pusieron El güero, no La güera, como muchos de ustedes me ponen, que ya no me duele como insulto, pero sí me molesta porque si algo he tenido es que soy muy macho. A don Fidel lo conocí por el compañero Pérez Ríos en 1938, cuando era secretario de organización en la CTM con el compañero Vicente Lombardo a la cabeza, e incluso peleamos juntos contra él porque no pensábamos igual; teníamos una idiosincracia mexicana basada en la Constitución Política y usted sabe que el maestro Lombardo, a quien respeto mucho, era una gente extramuros de la República.
--¿Por qué cree usted que Fidel Velázquez se fijó en usted como posible sustituto en la CTM?
--Don Fidel nunca tuvo preferencias. Lo que sí tuvo era que quien hacía bien sus trabajos, quien tenía responsabilidad y daba resultados positivos siempre lo estimulaba. Ese fue el caso del compañero Chumacero, de Emilio M. González, de Lino Santacruz, de Alfonso Sánchez Madariaga, de Amilpa, de Calderón, de Camacho Guzmán, de Pérez Ríos y de los nuevos como Abelardo Carrillo, Juan José Osorio, Juan S. Millán. A mí me tocó en suerte estar en ese lapso, en el que convivimos un poco más en función de dos cosas. Una, por el enlace que tuvimos cuando don Fidel despachó aquí en mi oficina mientras construíamos el nuevo edificio de la CTM, y que me dio trabajos que creo que los hice bien o por lo menos dentro de las normas de la confederación, teniendo lealtad al hombre como hombre y al líder como líder. Posteriormente mi esposa y yo tuvimos la suerte de ser padrinos de los hijos de los hijos de don Fidel y se convirtió todo en una cosa de tipo familiar, pero sin que esto significara que hubo preferencias, porque todo lo que hacia don Fidel lo hacía perfectamente estudiado, calculado y con una frialdad extraordinaria.
--Cómo ve usted al trabajador de su época comparado con el actual.
--Bueno, en aquel entonces los salarios eran pequeños, pero se vivía mejor, alcanzaba para más. Hoy, aunque los trabajadores aparentemente ganan más, no es cierto. Estamos en condiciones muy inferio- res a esas épocas. Hoy tenemos grandes fábricas, con menos calidad en muchos casos y con bastante productividad. Pero con un mercado interno sin posibilidad de movimiento y sin dinero, menos la haremos.
--¿Qué tanto le ha cumplido la revolución y los gobiernos autollamados de la revolución a los trabajadores?
--La revolución como tal no se ha cumplido ni un 10 por ciento. No hemos podido avanzar más porque las condiciones de éste país son muy extrañas, muy difíciles de resolver. Los gobiernos de la revolución han hecho mucho. Poco a poco, con todos los defectos que hayan tenido, ahí está la infraestructura. Lamentablemente se olvidaron de lo importante: lo social, y lo han hecho porque tenemos una frontera con el país mas grande del mundo que nos tiene con un pie encima y el otro pateándonos. Los gobiernos de la revolución no han cumplido en el aspecto social porque, aunque somos ricos, hay una pobreza extrema y no han podido cumplir. Usted me preguntará ¿por qué? Pues porque el dinero de los impuestos que pagamos, a pesar de que digamos que se roban mucho, ¿qué significa un poquito en relación con los presupuestos?
--¿A quién considera que haya sido el presidente más obrerista en México?
--Lázaro Cárdenas. Fue un hombre que salió de la revolución y actuó con pensamiento obrero.
--¿Después ha habido otros?
--Pues el más cercano fue Adolfo López Mateos.
--¿Cree usted que algún día México estará gobernado por y para los trabajadores?
--Nunca he pensado en eso. Yo creo que zapatero a tus zapatos. Los trabajadores tenemos que gobernarnos con el gobierno actual. Quizá algún día, cuando tengamos dirigentes preparados, incluyéndome a mí, podamos hacer algo.
--¿Cree usted que la sindicalización sigue siendo la mejor alternativa para los trabajadores?
--Indiscutiblemente. El sindicalismo sigue siendo, guste o no, el arma más poderosa en defensa de los trabajadores. En lo que no estoy de acuerdo es en lo que ustedes llaman corporativismo. El sindicato es una cosa fuerte, positiva y para eso tenemos el derecho de huelga, aunque no lo hemos utilizado en las últimas etapas de México.
--¿Por qué han renunciado a ese derecho?
--No hemos renunciado. Ese aspecto de responsabilidad nos ha permitido salir adelante del bache económico que tenemos.