La Jornada 25 de julio de 1997

Huyeron 50 familias de Sabanilla tras las amenazas de Paz y Justicia

Juan Balboa, corresponsal, Petalcingo, Chis., 24 de julio Ť La dirigencia del grupo paramilitar Paz y Justicia acusó a los perredistas-zapatistas de haber asesinado a cuatro de sus militantes en los municipios de Tila y Sabanilla, y los amenazó: ``Por cada priísta muerto, serán enterrados cinco zapatistas''.

Lo recuerda bien Juan Juárez Pérez, uno de los indígenas choles que el pasado martes dejó sus tierras por temor a que le sucediera lo mismo que a su hijo Benito, quien el 22 de junio fue asesinado por miembros del grupo paramilitar. Benito Juárez Pérez, un estudiante de sólo 12 años, es una de las ocho personas --entre perredistas-zapatistas y priístas-- asesinadas durante el último mes en los municipios de Sabanilla y Tila, en la región norte de Chiapas.

``Nosotros no matamos a nadie; ellos se están matando porque se drogan y toman mucho alcohol. Quieren provocar un enfrentamiento con nosotros pero preferimos huir a ser asesinados'', dicen con voz entrecortada Juan Juárez Pérez y José López Hernández, dos de los 50 padres de familias que se refugian en ciudades de Chiapas y Tabasco.

Entrevistados en una pequeña casa en donde se encuentran apiladas unas tres docenas de leños recién cortados al lado de un plato de plástico lleno de frijoles humeantes, unos 15 padres de familia militantes del Partido de la Revolución Democrática y simpatizantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional aseguran que miembros de Paz y Justicia bloquearon las veredas y los caminos para evitar que más familias abandonaran Sabanilla.

Los priístas, recuerdan, han recorrido poblados enteros gritando: ``Por cada priísta muerto, cinco perredistas-zapatistas serán enterrados''.

Afirman que unos dos mil indígenas se encuentran refugiados desde el 22 de junio en las comunidades de Nuevo Huitiupán y Shushupá. ``No pueden salir y temen por sus vidas'', agrega José López Hernández.

Ocho asesinatos en 30 días

Al menos ocho personas han sido asesinadas en los últimos 30 días en la región norte de Chiapas. El 22 de junio mataron a Benito Juárez Pérez en el tramo que va de la comunidad Emiliano Zapata a Shushupá. Tres personas más resultaron heridas con balas de calibre .38. Un día después (23 de junio) emboscaron a otros perredistas en el mismo tramo. Mariano Pérez López murió en la agresión.

Según testimonios de habitantes de Shushupá, Emiliano Zapata, El Paraíso, Pasijá Morelia y Chilintie Juárez, dos personas más fueron asesinadas en sus casas, en la comunidad Emiliano Zapata.

Estas acciones violentas obligaron a más de 2 mil militantes del PRD y simpatizantes del EZLN abandonar sus tierras y concentrarse en Nuevo Huitiupán y Shushupá; esta última comunidad se encuentra a unos cuantos kilómetros de la cabecera municipal de Sabanilla.

La violencia se recrudeció en la zona norte exactamente un mes después, el 21 de julio, cuando en la comunidad de Masojá Grande fue asesinado el encargado de organización de Paz y Justicia, Santiago Sánchez Torres y, en el camino a la cabecera municipal de Tila, mataron a Bersain Vázquez Cruz, hijo de otro dirigente de la agrupación priísta.

En Sabanilla, según los propios desplazados de Shushupá, otra persona fue muerta el mismo lunes en la comunidad de Chilintie de Juárez. El miércoles pasado, dos militantes del Partido Revolucionario Institucionel fueron asesinados en el poblado Buenavista, también municipio de Sabanilla. Elvia Martínez Pérez y Mateo Martínez López perdieron la vida, presuntamente ultimados por perredistas. ``Nosotros no matamos a los priístas. Huimos porque ellos nos echan la culpa y amenazaron a los niños, mujeres y viejos con asesinarlos'', dice Juan Juárez Pérez, el padre de Benito.