La Jornada 24 de julio de 1997

Brasil: sugieren que la Guardia Nacional sustituya a la Policía Militar, al ampliarse la huelga en cinco estados Preocupa la alianza de organizaciones de izquierda con manifestantes

Afp, Ap, Ansa, Efe y Dpa, Brasilia, 23 de julio Ť Los comandantes militares brasileños sugirieron al Ministerio de Justicia la posibilidad de remplazar la Policía Militar por una Guardia Nacional directamente subordinada al gobierno federal, ante la ampliación de la huelga policial que afecta a cinco estados del país.

La protesta en demanda de aumentos salariales, considerada como el amotinamiento más grave en los doce años de régimen democrático en Brasil, obligó al ejército a intervenir en los estados de Pernambuco, Alagoas, Goias, Mato Grosso y Rio Grande do Sul.

En Recife, un soldado que reforzaba la seguridad en la capital pernambucana fue declarado cerebralmente muerto luego de ser atacado a tiros por asaltantes bancarios.

Se trata del primer miembro del ejército que es atacado por grupos de civiles desde que el gobierno federal determinó el envío de las fuerzas armadas para suplir a la policía.

Desde principios de semana, tropas del ejército patrullan Recife, donde los índices de criminalidad aumentaron hasta en 60 por ciento y los negocios acortaron sus jornadas de trabajo, en una situación que ha sido calificada como ``un toque de queda no declarado''.

También existen amenazas de huelga en Sao Paulo y Río de Janeiro.

En esta última ciudad, alrededor de dos mil personas marcharon pacíficamente por avenidas céntricas y entregaron a la Asamblea Legislativa un pliego petitorio en reclamo de un aumento de 84 por ciento para los policías civiles.

Los manifestantes, en su mayoría agentes retirados y familiares, pero también sindicalistas, estudiantes y opositores, portaban pancartas que proclamaban: ``Basta de misera, pedimos apoyo a la población'', y el irónico lema: ``Adopte un policía antes que un traficante lo haga''.

Según fuentes militares, las fuerzas armadas están preocupadas por la creciente participación en los últimos días de organizaciones de izquierda como la Central Unica de Trabajadores (CUT) y el Movimiento de campesinos Sin Tierra (MST) en las manifestaciones de las policías militar y civil.

Esa inusitada alianza puede ser un ``intento de los partidos de oposición de desestabilizar a los militares y dejar al ejército en una situación difícil ante la población'', de acuerdo a la fuente citada por Afp.

Los militares también criticaron la actitud de algunos gobernadores de los estados en crisis por negociar demandas salariales con grupos de subalternos de la policía, lo que consideran ``una ruptura de la jerarquía'' castrense.

Ante la ampliación de las protestas policiales, la posibilidad de remplazar a la Policía Militar por una Guardia Nacional directamente subordinada al gobierno del presidente Fernando Henrique Cardoso es estudiada por medios militares, según el Folha de Sao Paulo.

Esta solución implicaría la eliminación de la Policía Militar, corporación creada en 1969 durante la dictadura castrense que gobernó Brasil entre 1964 y 1985 para ser brazo auxiliar de las Fuerzas Armadas en la represión política en los estados federados.

Según el diario, ``el temor militar es que, de mantenerse el ejército en las calles, se repitan situaciones como las registradas en el Operativo Río'' de 1993, cuando las tropas fueron desplegadas para apoyar a la policía en la lucha contra el narcotráfico en las favelas cariocas, y surgieron varias denuncias de participación de militares en violaciones a los derechos humanos.

En otro orden, el presidente Cardoso logró hoy evitar una crisis política en su gobierno al impedir la renuncia del líder del gobierno en el Congreso, el conservador Luis Eduardo Magalhaes, cuyo Partido del Frente Liberal fue objeto de críticas del ministro de Comunicaciones y amigo personal del mandatario, Sergio Motta.

``No me gustaron las declaraciones de Motta y le transmití esa sensación'', dijo en declaraciones a la radio y la televisión el mandatario, que sin embargo dejó en claro que no destituirá a su ministro porque ha desempeñado un buen trabajo en la privatización de las comunicaciones, mientras aseguró que Magalhaes ``goza de mi total confianza''.