Marco Rascón
Pidamos lo imposible

``Seamos realistas, pidamos lo imposible'', decía el Che para dar curso a todos los sueños humanos integrados en la revolución. Este cambio sólo podrá ser defendido si logra trascender a los burócratas y a los que únicamente piensan en un cambio de manos en el ejercicio del poder o en asegurar un empleo.

El estado de ánimo alegre surgido con el voto del 6 de julio sólo podrá mantenerse si se inician desde ahora (no hasta diciembre) la movilización masiva, generalizada, por cambios concretos y muy profundos en la ciudad y el país. Pidiendo lo imposible --aunque no le guste al racionalismo neoliberal-- haremos lo que corresponde; si dejamos que todo el triunfo sea de los nuevos funcionarios, será una señal alarmante que nos indicará que hemos dejado de soñar y que, como mujeres y hombres, nos han destruido.

En los cafés, en el Metro, las peseras, los barrios, todos tenemos propuestas e ideas para que la ciudad más grande del mundo cambie. Con base en todos hagamos la propuesta de acción para reconstituir el poder popular, para poder hacer las cosas de manera directa e inmediata. Ese es el significado del lema de Cuauhtémoc Cárdenas: ``una ciudad para todos'', y hacerlo ``juntos'', que deberá marcar al nuevo gobierno. Aquí algunas propuestas que ya flotan en el aire.

Radio y televisión para la ciudad, a fin de ventilar sus problemas, para reconciliarse ella misma y profundizar el derecho de expresión que hoy sólo puede usarse a través de las marchas (por eso no pueden ni deben terminarse). Radio y televisión de la ciudad, dirigida por un consejo que garantice la pluralidad social, política, económica, sexual y cultural de la ciudad no es un proyecto, basta una gestión ante la Secretaría de Comunicaciones y un equipo que costaría menos del 10 por ciento de lo gastado por Del Mazo en la pasada campaña. En vez de videos apócrifos, sordidez y mentiras unilaterales, ¿qué mejor regalo a la madurez ciudadana que un canal de televisión para integrar a la ciudadanía en forma democrática?

Reducción del IVA y negociación de la deuda del Distrito Federal. Más que gradual, la reducción del IVA deberá ser diferenciada: que paguen hasta 20 por ciento los que puedan pagar lo superfluo y lujos que excluyen al 85 por ciento de la población: autos, joyas, turismo exclusivo, tabacos, vinos, ¿por qué no? Reduciendo el IVA, fomentar el consumo y la producción interna de ropa, calzado, libros, cultura, bebidas nacionales, alimentos, etcétera. Reducción del IVA al 11 por ciento (este fue el cálculo original en 1979) y derogación del impuesto a las nóminas, daría un margen para aumentos salariales a los trabajadores, mismos que aumentarían el consumo, por el que el gobierno obtendría más de lo que obtiene con el 15 por ciento. Si a esto se agrega una negociación de la deuda del DDF, por obras que benefician no sólo al DF sino al estado de México, Hidalgo, Morelos, Tlaxcala, Puebla y Querétaro, habrá más recursos para obras y, por ende, más empleo.

Acabar con la mordida y la corrupción administrativa. Revolución cultural contra la mordida, contra la discrecionalidad de policías, funcionarios, empleados, prestadores de servicios públicos. Si todos acabamos con la mordida en el primer año, habrá cambiado el estado de ánimo general, y sobre todo habrá dinero. Destinar los recursos por infracciones, licencias, basura, giros negros, comercio de fayuca (específicamente), a mejorar la calidad del aire, limpieza, circulación, cultura, etcétera. Es necesario romper las cadenas de extorsión de abajo-arriba y de arriba-abajo, pues en ellos hay una responsabilidad generalizada.

Movimiento bicicletero. Hace años, Calderón Alzati organizó un movimiento incomprendido: el bicicletero. Hacer una ciudad bicicletera ahora no sería difícil, si hubiera inversión en estacionamientos y en las estaciones de Metro. Los factores de peligrosidad cambiarían si se modificara la correlación entre autos y bicicletas, y éstas se convirtieran en un sistema de las colonias al Metro y viceversa. Muchos optarían por este tipo de transporte. Democratización de los sindicatos y organizaciones sociales. Para avanzar se debe democratizar y politizar a las organizaciones gremiales, vecinales, populares. Debe fomentarse de nuevo el cooperativismo, para impulsar la producción, el empleo y los ingresos. Anteponer, como el principal valor social, el trabajo productivo sobre el comercio y la especulación. Acabar con el charrismo, la subordinación y la inmovilidad.

Construcción y mejoramiento de vivienda. Definir la reserva territorial para vivienda y cambiar el paisaje, para acabar con la ciudad gris y pintarla. Generar movilización social para construir vivienda, acabar con las hacinadas vecindades, sustituir la vivienda precaria, detectar y reparar los edificios dañados, dar mantenimiento a las unidades habitacionales, terminar las obras estancadas. No dejar ninguna ventana sin maceta.

Carnaval popular por la nueva ciudad. A finales de octubre, Carnaval del Movimiento Popular: estudiantes, maestros, sindicatos, organizaciones culturales, artistas, la celebración por el nuevo gobierno de todos, para que Roque no se vaya y termine su obra destructiva. ¿Cuánto cuesta todo esto? Solamente un nuevo estado de ánimo, pidiendo lo imposible.