Juan Carlos Villa Soto Ť El desarrollo de la mecánica clásica de Newton fortaleció la idea de que se podrían predecir con gran exactitud muchos fenómenos. La predicción del movimiento de los astros, por ejemplo, hizo que el Universo se empezara a concebir como la maquinaria de un reloj. El doctor José Luis Mateos Trigos, investigador del Departamento de Sistemas Complejos del Instituto de Física de la UNAM, dice que todavía a principios de este siglo se pensaba que el determinismo se podría aplicar a cualquier sistema. Sin embargo, al advenimiento de la mecánica cuántica en los veinte asestó un golpe a esta creencia porque no se pudo tener una descripción determinista del mundo microscópico; el lenguaje de la mecánica cuántica es más bien probabilístico. Entonces, continua diciendo nuestro entrevistado, se afirmó que la física del mundo microscópico era probabilista y la del mundo macroscopico, determinista.
Sin embargo, el doctor Mateos nos advierte que ya desde el siglo pasado, el trabajo de Henri Poincaré dio lugar a que en la astronomía se abordara el problema del movimiento de tres cuerpos celestes (un planeta con una órbita alrededor de dos estrellas, por ejemplo).
Comenta que este interés surgió una vez que se había resuelto el problema de los dos cuerpos, por ejemplo describir la órbita de la tierra alrededor del Sol. Pero para sorpresa de muchos el problema de los tres cuerpos resultó más complejo de lo que se esperaba porque dependiendo de ciertas condiciones se encontrarían órbitas estables, pero un cambio pequeñito de estas condiciones produciría un cambio drástico dando lugar a una situación muy inestable. En este caso, agregó el investigador, a pesar de que los objetos macroscópicos tienen una dinámica determinista son difíciles de predecir.
El doctor José Luis Mateos señalo que cualquier cambio introducido en la condición inicial de un sistema, por pequeño que sea, tarde o temprano se va a manifestar en un comportamiento totalmente diferente. Por ello, en la práctica tampoco se pueden prededir muchos objetos de la física clásica. Este ejemplo de caos en mecánica celeste y los resultados de otros estudios (como los de turbulencia en fluidos, dinámica de poblaciones o los modelos atmosféricos de Lorentz) hicieron evidente que el caos es un fenómeno bastante común en el macrocosmos. De este modo, dijo, la teoría del caos, desarrollada a fines de este siglo a partir del trabajo interdisciplinario, significó otra derrota del poder de predicción.
Antes de la teoría del caos se pensaba que los sistemas simples, aquellos que tienen muy pocas variables, se comportan en forma simple; pero este cambio de paradigma nos dice que con el solo hecho de forzar externamente, con una fuerza periódica, un sistema tan simple como un péndulo se puede observar una dinámica compleja e impredescible, afirmó el científico.
El doctor Mateor Trigos comentó que en este momento está estudiando, entre otros temas, la dinámica caótica de una partícula con el propósito de saber cómo es que ésta se transporta en una sola dirección. Este tipo de estudios están inspirados en problemas de biología: entender, por ejemplo, a qué se debe el movimiento en una sola dirección de las proteínas motoras que transportan sustancias en la célula a través de microtúbulos. El físico dijo que es posible generar el movimiento de partículas con ciertas variaciones para que éstas avancen en una sola dirección.
El especialista en sistemas complejos comentó que la teoría del caos indica que las variaciones aparentemente erráticas de un sistema obedecen a una dinámica interna y no al azar. Los sistemas caóticos tienen una dinámica aparentemente al azar, pero pueden tener cierto orden que a veces se manifiesta de manera muy clara como en el caso de los fractales. Advirtió que aunque el azar y el caos están íntimamente ligados existen técnicas matemáticas para distinguirlos.
En todo caso, afirmó que el caos es el comportamiento de un sistema simple que es prácticamente indistinguible del de un sistema complejo.