La Jornada Semanal, 20 de julio de 1997
No importa dónde te encuentres
puede ocurrir cualquier noche,
en tu cuarto que está oscuro y vacío,
o en la calle,
o junto a esas borrosas fronteras
que apenas ves o imaginas.
Sin que te mueva el deseo,
sin que haya ninguna advertencia
ni viento inesperado, ni aire inmóvil
ella aparecerá,
como el recuerdo de alguien que conocías:
la amiga que malgastó su vida,
la muchacha sentada bajo una palmera;
sus brazaletes brillarán
hasta iluminar un pueblo
que dejaste hace años.
Entro en la luz
que hay
no encandila
ni es suficiente para vislumbrar
lo que ha de venir
sin embargo veo
el agua
el único bote
un hombre que está de pie
es alguien que no conozco
este es otro lugar
la luz que hay cubre como una red
la nada
lo que ha de venir
había sido
esto antes:
el espejo donde el dolor reposa
el país que nadie visita.