La Jornada 19 de julio de 1997

CONTAMINACION, EL PRECIO DEL DESARROLLO EN MESA DE OTAY

Jorge Alberto Cornejo, corresponsal /I, Tijuana, BC, 18 de julio Ť Ubicada al sur de la zona industrial de Mesa de Otay, la colonia Chilpancingo de esta ciudad paga hoy el precio del desarrollo. Por ella pasan tres arroyos de aguas residuales provenientes de las plantas maquiladoras, inundando calles, escuelas y algunas casas, lo que afecta a las 25 mil familias que allí habitan.

En ese lugar se han registrado en los últimos cinco años 27 casos de anencefalia, tres de hidrocefalia y por lo menos 10 nacimientos con malformaciones genéticas, atribuidas por los médicos a la exposición de las madres a sustancias contaminantes.

A cambio de esa situación, esta ciudad presenta el menor grado de desempleo en el país. Durante los últimos 18 meses más de 50 mil plazas laborales han sido creadas, fundamentalmente en la industria maquiladora, y las inversiones extranjeras están muy por arriba de la media nacional.

El grado de contaminación en los pozos de agua y el aire ha sido monitoreado por instituciones educativas de México y Estados Unidos, que han encontrado en esos elementos un alto grado de partículas de plomo, cobre, zinc, cadmio y cromo; pero las autoridades mexicanas de protección al ambiente nunca han realizado una investigación.

La víctima más reciente de esa contaminación es Concepción Bojórquez Galaz, de 23 años de edad, quien en noviembre del año pasado perdió la criatura de su embarazo, pues se le diagnosticó anencefalia, una extraña enfermedad que evita el desarrollo del cerebro en el feto.

Concepción trabaja a unas pocas cuadras de su hogar, en el corazón de la colonia Chilpancingo, en la planta maquiladora Mogami, donde diariamente está expuesta a solventes químicos, sin ninguna protección, a cambio de 450 pesos semanales.

A unas cuadras de la casa de Concepción se ubica también el depósito de desechos peligrosos Pacific Treatment Environmental Services, que se incendió la semana pasada y puso en estado de prealerta por contaminación a las ciudades de Tijuana y San Diego, California.

En ese incendio, catalogado por las autoridades como ``accidental'', se quemaron 200 toneladas de desechos tóxicos, y mucha del agua que los bomberos utilizaron para controlar las llamas fue a dar a los arroyos naturales que desembocan en la colonia Chilpancingo, formando un gran charco frente a la puerta del jardín de niños ubicado en la calle Emiliano Zapata.

Frente al depósito quemado se encuentra también la recicladora de acumuladores de automóviles Metales y Derivados, donde desde hace varios meses se acumulan toneladas de escoria de plomo a cielo abierto, luego de que las autoridades ambientales decidieran ``clausurar'' la planta, sin que hasta la fecha se haya ordenado el saneamiento del terreno.

Partículas contaminantes de ese lugar son constantemente arrastradas por el viento hacia la colonia Chilpancingo, en donde un reciente monitoreo, efectuado por el Comité Ciudadano Pro-Restauración del Cañón del Padre y Servicios Comunitarios, detectó que por lo menos 40 personas, entre niños y adultos, presentan problemas de salud como infecciones en la piel, males gastrointestinales, baja capacidad de aprendizaje y ceguera temporal.

Entre esos casos está el del pequeño Juan Pedro Valenzuela Villalobos, de 5 años de edad, quien a la edad de 4 meses los médicos del Hospital General de Tijuana le detectaron hidrocefalia. El Pollo, como le dicen cariñosamente sus familiares, está condenado a depender, de por vida, de una bomba que la drena el cerebro inundado.

El pequeño Juan Pedro presenta, además, síntomas de retraso mental, y eso angustia más a su madre, Graciela Villalvazo García, quien explica que no tiene el dinero suficiente para darle los tratamientos médicos requeridos.

Reubicación, piden los vecinos

Ante la situación descrita, vecinos de la colonia Chilpancingo se organizaron y demandaron a las autoridades ambientales de la federación la reubicación de las empresas contaminantes, sin que su voz haya tenido eco.

Plantas como la Pacific Treatment Environmental Services continúan allí, aun cuando en el permiso para operar número 2-3-ps-11-02-03, entregado el 18 de enero de 1994 a dicha empresa por el Instituto Nacional de Ecología, se establece que la misma tendrá que cerrar cuando sean presentadas quejas en su contra en forma ``reiterada y justificada'' o en caso de que se presenten eventos que pongan en riesgo la vida humana o causen daños a bienes particulares, tal como ocurrió con el incendio del pasado 6 de julio.

El permiso, del cual obtuvo copia La Jornada, establece que esta empresa, ubicada sólo a unos pocos metros de la colonia Chilpancingo, está autorizada para almacenar, transportar y tratar hasta 30 mil litros de pinturas y solventes; 125 toneladas de residuos sólidos, tales como pintura y resina; 11 mil litros de ácido; 100 toneladas de residuos de asbesto; 25 toneladas de residuos de pintura; 60 toneladas de metales; 5 mil litros de aceite usado, y 40 toneladas de lodo de plantas de tratamiento.

Para el diputado federal priísta Jaime Martínez Veloz, que en varias ocasiones ha solicitado la intervención de las autoridades ambientales de la federación para solucionar el problema de la contaminación en esa colonia, el gran deteriodo deja en evidencia la complicidad que ha existido durante muchos años entre empresarios y las autoridades de los tres niveles de gobierno.

En opinión del legislador, es urgente un programa integral de gobierno que permita dar a los residentes de la Chilpancingo, así como a los trabajadores y trabajadoras de las maquiladoras de Mesa de Otay, condiciones de vida dignas. Para ello, primero se requiere la aplicación de la ley, con todo rigor, para evitar la instalación de industrias que contaminen el ambiente.