La Jornada sábado 19 de julio de 1997

Fernando Benítez
Los asesinos de los ríos

En México tenemos grandes zonas desérticas, pero también contamos con 300 grandes cuencas por donde corren, entre otros, los ríos Blanco, Coatzacoalcos, Pánuco, Tamesí, Papaloapan, Atoyac, Balsas. Una riqueza incalculable que nos empeñamos en derrochar y ensuciar.

Todos esos ríos están seriamente contaminados por las aguas negras de las ciudades y los pueblos; por la basura o por las fábricas y talleres. Sus aguas ya no sirven para irrigar las cosechas, ni para beber, ni para bañarse.

Mi gran amigo, el sabio naturalista Iván Restrepo, acaba de regresar de Oaxaca, donde encontró que los ríos Papaloapan y Atoyac representan un enorme peligro para la salud de la población y la agricultura.

Mientras las autoridades anuncian a diario medidas para salvar los ríos, todo queda en promesas. Y las acciones para limpiarlos, para evitar que sigan siendo una cloaca, la llevan a cabo dos grandes pintores: Francisco Toledo y Rodolfo Morales, que nada quieren para ellos y sí el bien para sus gentes. ¡Qué ejemplo nos dan! Ejemplo que deberían seguir los asesinos de los ríos y las autoridades desde sus altos puestos burocráticos.