Pablo Gómez
Pensamiento único

A la memoria de mi querida e inolvidable amiga Cristina Payán, incansable crítica y amante de la vida y del amor

Las elecciones del 6 de julio fueron un plebiscito, a pesar de que se les quiera dar otra lectura. Algunos admiten la existencia del mandato democrático, pero siguen sosteniendo que el modelo socioeconómico no fue tocado. Y, en efecto, el rechazo al sistema de partido de Estado ha sido abrumadoramente mayoritario, pero el pretendido pensamiento único, el neoliberalismo como ideología totalizante, también alcanzó un alto grado de desaprobación a través del repudio al salinismo sin Salinas.

Suponer que los electores en su mayoría son tan atrasados que no comprenden la tendencia de cada partido, es una equivocación imperdonable al provenir de políticos y politólogos. Lo que ocurre es que cuando se trata de repudiar a un régimen encarnado en el partido oficial, la oposición más viable o aparentemente más fuerte se convierte en un polo de atracción; se produce el fenómeno del voto útil o simplemente oposicionista, que distorsiona en alguna medida la situación política y crea imágenes desfiguradas. Pero a pesar de la movilidad del voto, es posible alcanzar a distinguir que el pensamiento neoliberal y sus políticas empobrecedoras no tienen el grado de aceptación que suponen quienes, sin recato, han pasado de la crítica a la sumisión ideológica.

El neoliberalismo en México ha contado con políticos pero le han hecho falta ideólogos, con excepción de Luis Pazos. Dicho de otra manera, en México los ideólogos neoliberales no son ideólogos y, ante la falta de éstos, surgen algunos intelectuales renombrados que se adhieren al poder, aunque no alcancen a justificar el pensamiento único que otrora rechazaron iracundos.

Héctor Aguilar Camín no podrá ser un ideólogo neoliberal, por más esfuerzos que haga para descalificar todo intento de negación y superación de la ideología y la práctica neoliberales. Esto se debe a que le faltan ideas, aunque insista en combatir todo el programa del PRD y el trabajo de los intelectuales que realizan con ahínco la crítica del neoliberalismo. El riesgo que Aguilar le advierte al Partido de la Revolución Democrática, en el sentido de confundir el voto con un mandato, se lo debería señalar al Presidente, quien pidió a los electores el respaldo al PRI para poder cumplir con el ``mandato'' popular que --dijo-- recibió hace tres años: la mayoría votó, sin embargo, de otra manera. El PRD usará su avance electoral para seguir luchando en favor de un programa alternativo, aunque no totalizador, al neoliberalismo que Zedillo --y, por lo visto, también Aguilar Camín-- considera una encomienda del pueblo.

El pensamiento único supone la imposibilidad de ordenar a la sociedad sin los mercados financieros, los cuales no son nuevos, pero ahora funcionan a nivel global. Todos los seres humanos deben girar en torno a un orden mundial regido por el mercado ininterrumpido de propiedades y del medio representativo de las mercancías, es decir, el dinero. La propiedad no puede apoderarse de todos los aspectos de la vida humana sin ser plenamente universal y, al serlo, tiene que funcionar a través de un aparato de relación sistemática entre los propietarios. Pero aunque la inmensa mayoría de los seres humanos carezca de propiedad, sus intereses tienen que estar aparentemente vinculados al Estado mayor, es decir, a los mercados cada vez más globalizados. Esa es la privatización de los fondos de retiro y todas aquellas responsabilidades del Estado que han estado pasando a manos privadas como condición de un nuevo orden, en el cual la democracia no rige sino el descarnado interés particular de grupos y personas que imponen su voluntad a través de la ley del mercado.

No se puede ser demócrata y neoliberal al mismo tiempo. Aguilar Camín, quien nunca fue demócrata, no puede ser tampoco neoliberal porque no entiende la economía; lo más que puede llegar a ser es un repetidor de preocupaciones de sus amigos, los políticos neoliberales, a quienes sirve a cambio de magras ventajas.