Las elecciones del 6 de julio fueron un auténtico referéndum sobre el régimen de partido de Estado y sobre la orientación de las políticas públicas. La población votó por dos cosas: 1) Por poner fin a un estado de cosas que le daba ``derecho'' al partido casi único a perpetuarse en el poder, y que otorgaba al poder Ejecutivo el ``derecho'' de imponer al resto de la nación su voluntad, y 2) por modificar el modelo económico impuesto desde hace 15 años. La euforia nacional está asociada con lo que se ha dado en llamar nuestro paso a la normalidad democrática, porque caminamos hacia la eliminación de los aberrantes ``derechos'' arriba mencionados. Debemos congratularnos por los pasos dados en esa dirección, aunque subsistan en algunos lugares prácticas anormales como la coacción al voto.
Por lo que se refiere al segundo contenido del referéndum, las encuestas de salida así lo captaron: la gente, al votar en contra del partido oficial, expresó su desacuerdo con la política económica, con el modelo económico vigente. (Reforma, 07/07/97).
¿Tienen razón los votantes cuando repudian este modelo? Han transcurrido casi 15 años desde que, con el gobierno de Miguel de la Madrid, se modificó radicalmente la política económica hacia el modelo neoliberal que se caracteriza por ``mucho mercado y poco estado''. Analicemos, con las variables más adecuadas, qué se ha logrado. Si aceptamos que el bienestar de la población es el objetivo de las políticas públicas, debemos encontrar un indicador que sintetice su evolución. Para ello deben considerarse: 1) la evolución del volumen de bienes y servicios a los que la población tiene capacidad para acceder en relación con la evolución en sus propias necesidades; y 2) la igualdad en la distribución de esta capacidad.
Las tres variables que usaré serán el Ingreso Nacional Disponible (IND), en lugar del usual Producto Interno Bruto (PIB), como indicador de la magnitud de la capacidad de acceso a bienes y servicios (el tamaño del pastel). El número de varones adultos equivalentes, VAE, en lugar de la población, como indicador del crecimiento en las necesidades (el hambre de los comensales), y el coeficiente de Gini de la distribución del ingreso entre los hogares, como indicador de la desigualdad en la distribución del pastel.
El IND es mucho mejor indicador del tamaño del pastel que el PIB, porque excluye la depreciación de los activos (el llamado consumo de capital fijo) y los ingresos de los no residentes en el país. Es igual a la suma de consumo privado, consumo público o colectivo, y ahorro neto. Por tanto, es una expresión de la capacidad social para sostener un nivel de vida. El número de VAE es mejor indicador de la evolución de las necesidades que la población total, porque además del número de personas toma en cuenta la estructura de sexos y edades. En la medida en la cual los adultos tienen mayores necesidades que los niños o los bebés, el envejecimiento de la población que la transición demográfica está generando, supone un crecimiento más rápido de las necesidades de lo que el crecimiento poblacional refleja. Al dividir el IND entre el número de VAE obtenemos el tamaño del pastel por unidad de necesidad, o Ingreso Nacional Disponible por Varón Adulto Equivalente (INDVAE).
Sus valores en años seleccionados del periodo 1981-1996 se presentan en la columna B del Cuadro. Si éste crece, la disponibilidad de bienes y servicios aumenta por unidad de necesidad y, si la desigualdad en su distribución disminuye o queda igual (aumenta la igualdad), habría una mejoría en el bienestar de la población. El coeficiente de Gini da la medida más conocida y usada de la desigualdad del ingreso. Cuando el Gini es 1.0 existe desigualdad total (un hogar posee todo el ingreso). Cuando el Gini es cero, existe igualdad total (Columna C del cuadro). Su complemento, el valor resultante de restar el Gini de la unidad, es una medida de la igualdad en la distribución del ingreso. Al combinar multiplicativamente el INDVAE y el complemento del Gini se obtiene el Ingreso Nacional Disponible Igualitario por Varón Adulto Equivalente (INDIVAE) que sintetiza las tres variables y que expresa la evolución en el bienestar de la población.
La conclusión central que se desprende del Cuadro es que el bienestar de los mexicanos en 1996, tras casi tres lustros del modelo neoliberal, no sólo no ha crecido sino que es 30 por ciento más bajo que en 1981 (sólo 8.6 mil pesos de 1994 en 1996, contra 12.26 mil en 1981). Esto resulta de una doble incapacidad del modelo. Por una parte, la de hacer crecer el ingreso más rápido que las necesidades. En efecto, el INDVAE en 1996 es menor en casi 22 por ciento que en 1981. Por otra parte, la incapacidad creciente para distribuir equitativamente el ingreso entre la población: la desigualdad al fin del periodo es 12.6 por ciento más alta que en 1981. Es decir, el modelo fue incapaz de crecer, pero además concentró el ingreso más y más en pocas manos.
La percepción de los ciudadanos que votaron abrumadoramente (cerca del 60 por ciento y una porporción aún mayor del voto libre, no coaccionado) contra el partido oficial, coincide con el análisis basado en las mejores cifras disponibles. Los ciudadanos dijeron no a la economía neoliberal y al sistema de partido único.
Ingreso Nacional Disponible Igualitario
por Varón Adulto Equivalente (INDIVAE) México 1981-1996. (miles de pesos de 1994) |
Año A | INDVAE B | Gini
Ing. Monetario C |
INDIVAE D= B* (1-C) |
---|---|---|---|
1981 | 22.55 | 0.4562 | 12.26 |
1984 | 17.80 | 0.4562 | 9.68 |
1989 | 17.49 | 0.4889 | 8.94 |
1992 | 19.05 | 0.5086 | 9.36 |
1994 | 19.51 | 0.5137 | 9.49 |
1996 | 17.64 | 0.5137 | 8.58 |
Fuente: Cálculos propios con base en Conapo e INEGI.
Notas: El Gini de 1981 y de 1996, años en los cuales no hubo encuesta de ingresos y gastos, se supusieron iguales a los de 1984 y 1994, respectivamente.