La Jornada 16 de julio de 1997

Desorientación e ignorancia sobre los hechos del 68: Gutiérrez Oropeza

José Antonio Román Ť Gustavo Díaz Ordaz fue un ``presidente patriota'', hombre con gran formación política y amplio sentido de servicio a la patria, afirmó el secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet, luego de encabezar la ceremonia por el 18 aniversario luctuoso del ex mandatario, que ocupó el cargo de 1964 a 1970.

Entrevistado brevemente al término del evento, al cual acudió con la representación del presidente Ernesto Zedillo, el responsable de la política interna del país añadió que Díaz Ordaz demostró esas cualidades no sólo como titular del Ejecutivo, sino en muchos otros cargos que hablan de una ``biografía de servicio y entrega al país''.

-¿Polémico?

-Yo creo que nadie en la vida somos gente que tengamos una sola arista.

Por su parte, el general Luis Gutiérrez Oropeza, quien fue su jefe de Estado Mayor Presidencial y único orador en la ceremonia de ayer en el Panteón Jardín, salió en defensa del ex presidente y dio su versión sobre el 2 de octubre de 1968, en Tlatelolco.

``De no haber actuado así, qué triste y amargo hubiera sido para los mexicanos comprobar que su presidente, por cuidar su imagen o su vida, había descuidado su principal responsabilidad: salvaguardar la patria'', dijo durante su discurso el veterano militar, a quien se le quebró la voz en varias ocasiones al recordar a su ``jefe y amigo''.

Versión militar

Su intervención estuvo dedicada a su versión de los hechos acontecidos entre julio y octubre de 1968. Dijo que el comunismo determinó que las revoluciones ya no había que hacerlas con obreros y campesinos, sino con los estudiantes. ``De enero a julio de ese año hubo movimientos en 18 países, y a México le tocó en julio, dos meses y medio antes de la gran responsabilidad de realizar la Olimpiada.

``Los hechos sangrientos ocurridos ese 2 de octubre no los deseaba ni los esperaba el gobierno, fueron un acto desesperado de los artífices de la huelga. El Ejército se impuso y controló la situación, porque de prolongarse el caos inmediatamente habrían hecho acto de presencia en el país comandos militares extranjeros, con el pretexto de proteger y desalojar a sus delegaciones deportivas que ya se encontraban en el país. Es aquí donde hay que evaluar la responsable decisión del presidente Díaz Ordaz.''

En su informe de gobierno de 1969, señaló, el ex presidente asumió íntegramente la responsabilidad. ``Pero entiéndase bien: responsabilidad inherente el cargo; a los culpables, la historia nos los irá señalando''.

Consideró también que en el pueblo no existe una visión clara de lo acontecido, ya que lo publicado tiene más ``amarillismo, imaginación, fantasía y tendencias ideológicas'' que lo ocurrido realmente, por lo que la opinión pública ``está desorientada e ignora la verdad de los hechos''.

Destacó la situación que prevaleció luego del 2 de octubre. ``El país se conservó intacto en todos los aspectos. En lo económico no hubo fuga de capitales ni devaluaciones del peso, considerado como una moneda fuerte; el producto interno bruto se mantuvo arriba de 7 por ciento anual, y el índice de inflación no rebasó 2 por ciento por año en promedio durante toda su gestión. El poder adquisitivo fue mayor que el costo de la vida. La deuda era de 4 mil 200 millones de dólares y distaba mucho de rebasar la capacidad de pago nacional.

``México era autosuficiente en alimentos, los campesinos estaban arraigados en sus localidades, había seguridad, la violencia en ningún momento rebasó a la autoridad, se vivía en paz. Entregó un México intacto en todos los aspectos. Yo los invito a meditar esa realidad'', manifestó.

Y añadió: ``La historia es fiscal de la patria; con la verdad de los hechos nos señala con gratitud a los que la sirvieron, honraron y defendieron, y con el índice de fuego a los que vendieron, traicionaron, ultrajaron, mancillaron, hipotecaron y la mal sirvieron''.

Ante familiares, amigos y ex colaboradores de Díaz Ordaz, el general Gutiérrez Oropeza dijo que pese a ataques, injurias y amenazas, el ex presidente ``mantuvo firme el timón de la patria, para conservarla en calma y en paz. En esos momentos difíciles, México tuvo presidente; no era su prestigio el que estuvo en peligro, sino el de la patria''.

Señaló que durante esos disturbios se percibió presencia de grupos de personas de origen extranjero. ``Maestros resentidos de tendencia comunista manipularon e incitaron a los estudiantes a la violencia. Sus marchas hacia el Zócalo tenían como finalidad el fracaso de la realización de la Olimpiada. Los actos subversivos eran una conspiración contra el gobierno de México''.

Señaló que el 15 de septiembre de 1968, los ``supuestos salvadores de la patria'' enarbolaron en la explanada de la Universidad el lábaro patrio y dieron el grito de Independencia. ``Allí se habló de formar una Junta de Gobierno, que en la primera oportunidad se pediría fuera reconocida por países socialistas y comunistas. Los días 16, 17 y 18 continuaron los actos subversivos. Por ello, el secretario de la Defensa Nacional recibió las órdenes para que sus elementos ocuparan, la noche del 18, Ciudad Universitaria''.

Luego de pláticas entre representantes del gobierno y la Universidad, el 30 de ese mismo mes ``los militares entregaron las instalaciones de manera pacífica. Pero eso significaba la desaparición del Consejo Nacional de Huelga y no convenía a los intereses de los agitadores, nacionales y extranjeros que habían metido las manos''.

Según dijo, en la Plaza de las Tres Culturas quedaron ``unos 30 muertos y más de un centenar de heridos, entre militares y civiles, con proyectiles de trayectoria de arriba hacia abajo'', ya que horas antes del mitin ``estudiantes y sujetos extranjeros se habían posesionado de muchos departamentos de los edificios que daban a la plaza''.

Había posibilidades, indicó, ``de que asaltaran la Secretaría de Relaciones Exteriores y la convirtieran en su cuartel general''.

El general José Hernández Toledo, acompañado por cuatro soldados, ``trató de hablar con los integrantes para disuadirlos de su empeño de continuar el desorden. Una ráfaga de metralleta derribó al general, quien cayó al suelo herido; minutos después del tiroteo que se había iniciado desde los edificios hacia la plaza, los soldados abrieron fuego contra los embozados en las ventanas y las azoteas. En la madrugada quedó dominada la situación''.