Marco Rascón
¿La inmovilidad como consigna?

Para Carlos y a todos los Payán.
Nos unimos a su tristeza

No crítica, no marchas, no movilizaciones, son las consignas pretendidamente oficiosas de quienes piensan que la gobernabilidad es el inmovilismo.

Se equivocan groseramente quienes ahora asumen el corporativismo como nueva estructura política y quisieran que la sociedad, los movimientos, las expectativas y las demandas se sometieran por completo al gobierno y al partido, repitiendo la vieja historia de cómo surgió el charrismo en nuestro país. Las declaraciones recientes de Armando Quintero, Dolores Padierna, Eduardo Morales, René Bejarano y Jesús Martín del Campo, confirman que Fidel Velázquez era algo más que una política decrépita y que su herencia es ahora retomada por quienes pretenden controlar los procesos sociales. Sólo así se entiende que, por una parte, las declaraciones en contra de las formas de manifestación y expresión social y ciudadana quieran convertir a la burocracia política, enfilados ahora como funcionarios, en los únicos interlocutores del cambio político, y que se empiece a rediseñar una nueva política de chantajes internos por parte de las corrientes existentes en el PRD. La vanguardia en esto ha sido sin duda la corriente de René Bejarano, quien pretende construir un poder paralelo, basado en que tiene ``21 legisladores y 28 asambleístas'', pero ahora descabezados, ya que jugaron a perder y no a ganar.

Este coctel de imprudencias y ocurrencias que no llegaron ni siquiera al fin de semana luego del 6 de julio, requiere de alternativas en contra del sectarismo y la política que pretende el inmovilismo y la política cupular como criterios de la relación del nuevo gobierno con la sociedad. ¿A nombre de quién y por qué se menosprecian la crítica, las movilizaciones y formas de expresión? ¿Quién se beneficia de esto? ¿Es que acaso ya se resolvieron los problemas o el gobierno será el único en detectarlos y resolverlos?

Justamente es al revés: es ahora cuando más se necesitará de la movilización social, de la capacidad organizativa de los vecinos, de su disposición a participar en todas las tareas propias y en coordinación con el gobierno, en las delegaciones políticas, ante las oficinas. La cultura de lo colectivo, del cooperativismo, tiene que ser generadora del estado de ánimo triunfante y de que las cosas serán diferentes. La politización de todas las demandas y de las organizaciones sociales es fundamental ahora, pues los problemas de la ciudad más grande del mundo necesitan de la solución más grande del mundo; esto se corrige mediante políticas públicas y sociales, generación de producción y restablecimiento de la economía interna, y no con base en la filantropía que nos impuso el neoliberalismo.

Para desarrollar los grandes cambios desde el gobierno se necesitará un gran respaldo y una sociedad organizada y vigilante contra las políticas de chantaje y las vendettas que se reiniciarán desde el PRI, los banqueros, los beneficiarios exclusivos y únicos del neoliberalismo y esta política económica. El movimiento sindical y el barzonismo deberán estar movilizados ahora más que nunca y la convocatoria deberá ser la unidad en la lucha, la propuesta, el diagnóstico de los problemas, el diálogo y la resolución con las autoridades. ``Poca política y mucha administración'' es una posición pésima para enfrentar los nuevos problemas. Más que hacer del gobierno una máquina de respuestas ``lógicas'' pero negativas a todas las demandas, se debe establecer el vínculo organizado de la solución conjunta de los problemas.

De aquí a diciembre los ciudadanos tenemos mucho qué hacer, no sólo estar viendo las noticias sobre quiénes serán los nuevos funcionarios. La ciudad requiere realizar su diagnóstico barrio por barrio, en las colonias, en los centros de trabajo, en las escuelas. La sociedad necesita hacer su propia tarea; si para eso requiere movilizarse y demostrar fuerza unitaria, tiene que hacerlo, pues el gobierno de Cárdenas no está solo y Quintero, Padierna, Bejarano y Martín del Campo ya lo están despidiendo y licenciando.

Esto no será la tragedia del maderismo; los que apostaron a la derrota y ahora quieren desmovilizar para imponer una política de chantajes al nuevo gobierno desde dentro y fuera del PRD, tendrán que enfrentar una movilización social de nuevo tipo, pues ganado el gobierno de la ciudad la lucha es por el gobierno de la República, estableciendo nuevas condiciones y rumbo al país en su conjunto.

A la lista de currícula para nuevos funcionarios, hagamos la lista metropolitana de propuestas, acciones e iniciativas surgidas desde la sociedad. No dejemos que un charrismo de nuevo tipo venga y se imponga con la ocurrencia de que ya no habrá marchas ni movilizaciones.

Sobre la crítica: el nuevo gobierno tendrá su propia disciplina, estemos seguros, pero un factor de estabilidad deberá ser la transparencia y la ventilación de los asuntos públicos. Abrir no es cerrar sino abrir más, y eso es lo que ganó la ciudadanía el 6 de julio: un gobierno de todos y para todos.