Pedro Miguel
Propiciadora de la vida

A veces el mundo parece ser un sitio silencioso y opaco. Para contrarrestar esa impresión, nada mejor que la facilidad con que Cristina descubre los sonidos y los colores de cada objeto inanimado, de cada piedra, de cada colectivo, de cada mascota o de cada funcionario.

Su presencia abre la expresividad de las cosas. Los muebles viejos y los soñadores que no atinan a poner en palabras su idea, empiezan a manifestarse cuando Cristina les echa una manita.

Cuando ella aparece, las conversaciones agónicas dan paso a intercambios luminosos. Cuando ella aparece, las diligencias tediosas se convierten en gestas plenas de sentido. Cuando ella aparece, los proyectos empantanados se vuelven acciones realizables.

Las superficies empiezan a hacer gala de sus texturas y la inercia burocrática cede su sitio al trabajo gozoso, cordial y conversado.

En los alrededores de Cristina los gangosos pueden cantar; los tullidos, bailar; los ciegos, extasiarse con las formas.

Alrededor de Cristina los incoherentes ponen en orden sus ideas y los hígados logran reír.

En ocasiones, el mundo da la impresión de ser un lugar árido, despoblado e implacable.

Pero basta con acudir a donde está Cristina para entrar en una red de amistades, afinidades y cercanías, en donde muchas personas contrastadas conversan, colaboran, discuten, hacen música, pintan paredes y mueven sillas, rumian en colectivo sus travesuras y sus asaltos al cielo.

En torno de Cristina hay un lugar para ti, sin importar si eres rico o pobre, analfabeto funcional o doctorado en París, hombre o mujer, gay o buga, indio o ladino, guadalupano o masón o ambas cosas a la vez; infante o viejita, ministro o barrendero, extrovertido o tímido, humano, animal, planta, huipil o piedra.

Si llegas a tener la inmensa suerte de pasar por sus alrededores, te quedará la convicción de que la soledad no existe sino cuando la deseas, que te encuentras en un planeta de piedad y tolerancia, y que tu aportación al mundo, sea un chiste, una quesadilla bien hecha o una obra maestra del arte universal, es siempre bienvenida.