En memoria del entusiasmo vivo de Cristina Payán
El desafío futuro más grave de los cambios en curso en el escenario político nacional, es el desempeño efectivo del Congreso, en particular de la Cámara de Diputados: ¿su nueva composición --le hemos dado ya la bienvenida-- tendrá la capacidad política para resolver los conflictos interpartidarios e integrar los consensos bajo la muy compleja situación actual, hacer que al fin se comporte como una cámara de representantes propiamente dicha, y lograr que la situación social y nacional mejore?
Múltiples problemas presionan en el presente (el PRD ha anunciado como número uno el asunto de la paz en Chiapas), pero sin duda la mayor discordia surgirá en relación con la política económica (asunto, como veremos, lleno de paradojas y probablemente de no pocos malos entendidos).
Refiriéndome a la economía, concurren a configurar la dificultad que se avecina, al menos los siguientes factores: la distinta percepción de los tres partidos principales acerca de la naturaleza de la globalización y el modo nacional de enfrentarla; una lectura diferente de la coyuntura económica y un orden de prioridades también distinto; el gran vacío, la enorme ausencia, en los tres partidos, de una visión de desarrollo; las diferencias entre la llamada plataforma legislativa del PRI de la campaña política, y la política económica gubernamental efectiva en curso (en habla no tan antigua se diría que dicha plataforma es más progresista que la política gubernamental), lo que puede incorporar confusiones; las diferencias que ya empiezan a advertirse también entre las plataformas legislativas de los partidos de oposición y el discurso político de estos días de los partidos mismos, que anticipa la que puede ser su posición en el debate parlamentario: López Obrador, por ejemplo, declaró hace unos días que el PRD podría llegar a acuerdos con el presidente Ernesto Zedillo si cambia su política económica, aunque no explicitó el contenido de su tesis.
Agregue usted la que los partidos creen obligada decisión de articular su estrategia legislativa de hoy con las elecciones del 2000; sume usted también --asunto de ninguna manera menor--, la notoria diversidad de constelaciones de intereses distintos al interior de los tres partidos y entre los propios partidos, y la inexperiencia de un gran número de próximos diputados, portadores de tales intereses.
Si la política (la lucha por el poder de las posiciones futuras) no se conjuga sinérgicamente con el interés general de la nación; si se mueve en una pista distinta a la de las urgencias nacionales y regionales de la sociedad mexicana y prevalece sobre éstas, tendremos un debate parlamentario acaso políticamente significativo, pero estéril desde el punto de vista social y nacional.
Por ``interés general'' apunto como noción un transcurso del conjunto social que optima las posibilidades de desarrollo futuro de todos (aunque inevitablemente de modo desigual, porque desigual es el punto de partida, aun si se ponen en marcha las acciones sociales y económico-productivas que atemperen la desigualdad reinante).
Mediante vías políticas en México imposibles, las nuevas potencias económicas del sudeste asiático mejoraron sustancialmente el nivel y la calidad de vida del conjunto social, en un plazo breve. Por vías mexicanas tendríamos que poder hacer lo propio.
En mi próxima colaboración comparo el capítulo económico de las plataformas legislativas de los tres partidos. Verá usted que no sólo no son contradictorias, sino bastante cercanas, aun en sus insuficiencias.
Una visión de corto plazo domina las tres propuestas, si bien el PAN no se compromete con metas macroeconómicas cuantitativas específicas.
Intelectuales y medios de comunicación tienen por delante una ardua tarea de seguimiento y evaluación crítica del desempeño de los representantes populares, en beneficio del país y de los electores.
Nota bene: el último dato emergente de una de nuestras patibularias historias en curso (los panistas Gómez Mont y Diego Fernández de Cevallos como respectivos apoderados de hospital y funeraria, últimas dos moradas del Señor de los Cielos), debe tener de plácemes a los novelistas: en adelante nunca más nadie podrá calificar de inverosímil cualquier historia que imaginen.