Iván Restrepo
El agua, reto para Cárdenas
Todavía no toma posesión de la gubernatura del Distrito Federal y ya el ingeniero Cárdenas tiene por resolver varios asuntos de enorme importancia.
Uno de ellos es el del abastecimiento de agua para cubrir las necesidades de los 18 millones de personas que pueblan la ciudad y su área conurbada, así como las demandas de la industria y los servicios. Hoy se cuenta con 68 metros cúbicos por segundo, de los cuales 46 provienen de los mantos freáticos de la cuenca, mientras seis se traen de la del Lerma y otros 15 metros de la del Cutzamala, ambas ubicadas en el estado de México. El metro restante corresponde a ríos o manantiales citadinos.
Pero a medida que aumenta la población, especialmente en la entidad vecina, también se necesita mayor caudal. Se logra extrayendo más agua del subsuelo por medio de pozos o recurriendo a fuentes externas. Hace medio siglo, el ingeniero Nabor Carrillo alertó sobre los peligros de la primera estrategia, pues los mantos freáticos disminuyen, causando peligrosos desajustes en la infraestructura urbana. Cabe recordar que la metrópoli se asienta en una zona sísmica que exige un trato racional, previsor, por quienes determinan la obra pública: desde el Presidente de la República hasta los técnicos que la proponen y realizan. Con el fin de evitar mayores desajustes que los capitalinos y sus vecinos son los primeros en padecer, las autoridades han recurrido a cubrir los déficit de líquido con base en cuencas externas, vía dos magnas obras, carísimas: las del Lerma y Cutzamala, y sin que con ellas se detenga el uso irracional de los mantos del valle, que no se recargan lo suficiente.
Ahora todo está listo para iniciar el denominado Proyecto río Temascaltepec- Valle de México, a fin de captar y conducir cinco metros cúbicos más de agua por segundo desde esa corriente hasta el Valle de México. Pero ya cuenta con la oposición de quienes habitan en la región citada, especialmente de los campesinos pues les causará un cambio radical en sus usos agrícolas y en su calidad de vida. La Jornada y otros medios han documentado la firme oposición al citado proyecto. Ahora se suma un miembro de la Cámara de Diputados, Jorge Hernández.
En un escrito, el diputado Hernández cuenta cómo desde hace dos años comenzó a solicitar información oficial sobre las obras a la Comisión Nacional del Agua. Pero ésta sólo le entregó documentos de divulgación impresos por la misma Comisión. Por ello, y por conversación que sostuvo con personal de la CNA, llegó a la conclusión de que no existe el estudio ambiental requerido. Así lo denunció en su oportunidad en la tribuna de la Cámara, gracias a lo cual personal de la CNA trató de convencerlo de que la nueva obra no ocasionará ningún daño ecológico.
El diputado panista considera que no es así; que pese a no cumplir con los requisitos que claramente impone la legislación ecológica, el Presidente de la República ha hecho varias declaraciones públicas favorables al proyecto.
Estima que existe bastante agua ya en el Valle como para realizar obras inmensas que se financian con recursos públicos, es decir, de la ciudadanía. Y que la lucha contra el proyecto es desigual: por un lado están los campesinos que defienden los recursos naturales necesarios para sostener su precaria economía. Por el otro, el aparato gubernamental, que echa por la borda el discurso presidencial de apoyar integralmente al campo.
No hay duda sobre la necesidad de analizar los pros y contras del nuevo y millonario proyecto. Resalta al respecto la urgencia de abordar el problema de abastecimiento de agua al área metropolitana de manera integral, sin depredar los recursos de la cuenca del valle y de otras ubicadas fuera. Sabemos más de los daños sociales, económicos y ecológicos causados tanto en Lerma como en Cutzamala; del derroche y la desigual utilización del líquido; de la carencia de una estrategia para captar las aguas de lluvia, recargar los acuíferos y evitar que toda el agua salga del valle una vez utilizada. Son cuestiones que probarán la sana relación que se anuncia entre el gobierno federal y el primer gobierno electo de la ciudad; que exigen la participación de la ciudadanía y de los integrantes de la nueva Cámara de Diputados, donde precisamente se aprobaron por mayoriteo las obras del Temascaltepec. Finalmente, extraña que la Secretaría que preside la maestra Julia Carabias, y de la cual depende la Comisión Nacional del Agua, haya dado el visto bueno a un proyecto que afectará negativamente al ambiente y la calidad de vida de una importante región. Y que no resolverá el problema de fondo.