Los resultados y las condiciones legales y políticas en las que se inscribió la competencia, otorgan una enorme legitimidad al nuevo mapa político. Aceptar la voluntad de la sociedad implica reconocer los triunfos derivados de un juego limpio, pero también aprender que en la democracia se pierde y se gana, y que ni los triunfos ni las derrotas son para siempre. La altísima concurrencia a las urnas del electorado, inusual en elecciones intermedias, es sin lugar a dudas un triunfo cívico que habla de una sociedad en movimiento y de una representación popular sustentada en la legitimidad.
Importa, sin embargo, no perder de vista que no bastan las buenas intenciones para pavimentar la ruta de la construcción democrática... Que vamos a encontrar obstáculos. Savater advierte que ese ``artificio'' llamado democracia ``no garantiza más aciertos que los habituales cuando manda uno solo y unos pocos; ni tampoco mejores leyes, ni mayor honradez pública, ni siquiera más prosperidad''. Por el contrario, garantiza que habrá más conflictos y menos tranquilidad...
La democracia es, pues, conflicto, complejidad creciente, complicado equilibrio de pesos y contrapesos, confrontación de proyectos y debate sin fin. Pero es, igualmente, como lo expresa Norberto Bobbio, ``el gobierno de las leyes por excelencia''. En los umbrales del siglo XXI nuestro reto mayor es, justamente, consolidar la vigencia del Estado de derecho, ese conjunto de reglas que permite rebasar el imperium paternale y constituir el entramado institucional de la democracia como imperio de la ley.
El ejercicio político en un contexto de equilibrio relativo de fuerzas, reclama mayoría de edad en los actores políticos: madurez, responsabilidad, tolerancia; apartarse de la visión simplista y empobrecedora de las facciones y los fundamentalistas (el ``todo o nada'' o la oposición a ultranza).
El presidente Zedillo ha acreditado una visión de Estado que le permite conducir el proceso, y es evidente la determinación de los principales partidos políticos y de segmentos avanzados de la sociedad civil de pactar, negociar, encontrar caminos para la construcción de consensos; la política como diálogo; nuevos usos políticos; los acuerdos legítimos (no los arreglos metajurídicos).
Hay otro tema crucial que acentúa la nueva correlación de fuerzas: la relación entre democracia y gobernabilidad. Lo que hasta hace poco eran hipótesis --la ausencia de una mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, por ejemplo--, es hoy una realidad que vuelve imperiosa la reforma del marco jurídico constitucional, legal y reglamentario, para establecer salvaguardas e introducir reformas que eviten los riesgos de parálisis o de vacíos que obligarían a soluciones de hecho. Pero, además, exige que las fracciones parlamentarias asuman la política como posibilidad de alcanzar consensos y que estén dispuestas a converger en los proyectos que lo ameriten, más allá del partido que los promueva; a negociar y alcanzar alianzas tácticas en aquellas materias o proyectos en los que haya coincidencias.
Después del 6 de julio ¿qué sigue? Principalmente, llevar la democracia a otros ámbitos y recuperar el acento social. Más allá del ejercicio del sufragio apegado a normas que garanticen equidad y transparencia, la democracia debe ser asimilada en otros espacios o segmentos que todavía arrastran la inercia autoritaria: el empresarial, el sindical, el de las organizaciones sociales, el familiar...
La democracia, medio no fin, debe traducirse en equidad, en justicia, porque sin ellas no tiene un firme asiento. Los niveles extremos de inequidad como los que sufre México: entre individuos, grupos y regiones, son intolerables. El gran acuerdo pendiente de todas las fuerzas políticas debe llevar a la creación de un ``piso social que garantice un mínimo de bienestar: empleo, salud, educación, vivienda... condición sine qua non para la consolidación democrática.
Pero hay otro impacto político mayor de las elecciones del 6 de julio: la evidencia de que no sólo es deseable sino posible el cambio pacífico y democrático. Que la vía de la violencia ha sido clausurada con el voto.