La Jornada 14 de julio de 1997

El Che, grabado en la esperanza de los pobres y el recuerdo de amigos

Stella Calloni, corresponsal, Buenos Aires, 13 de julio Ť ``Los huesos del Che tenían un color de luz, fosforescente. Los especialistas dicen que por el formol. Aquí nadie lo cree. Para los bolivianos más humildes, que somos los más, los restos de Ernesto Guevara brillaban porque son los huesos de un santo, de un hombre muy bueno''. Así lo dice Yolanda S., en comunicación telefónica desde Valle Grande, una enfermera joven cuya madre conoció al Che.

Yolanda también narra asombrada que ``hasta los policías que cuidan el pozo, la tumba donde estuvo, están emocionados. El quería un mundo mejor para todos y ahora la gente lo entiende más''. Los policías que cuidan el lugar recibían hoy cientos de humildes ramos de flores que le llevaban al Che los campesinos de zonas cercanas mientras muchas velas se encendían donde fue enterrado junto a otros guerrilleros después de ser ultimado, cuando estaba herido y prisionero.

De todo esto hablamos con algunos familiares del Che. Tanto Roberto como Celia o Juan Martín Guevara han optado por alejarse de todo contacto con el periodismo. Lo hacen por varias razones. Por una parte, para mantener sus bien arraigados principios de austeridad y de dignidad, pero quizás ``amurallados'' para evitar ser parte de esta especie de competencia mediática con que algunos medran alrededor de la figura del legendario guerrillero.

Roberto Guevara de la Serna es abogado y fue quien viajó hacia La Higuera en una dramática peregrinación para reconocer a su hermano en 1967. Juan Martín estuvo muchos años detenido a disposición del Poder Ejecutivo aquí. Así lo encontró la dictadura militar, en una cárcel de máxima seguridad, en el frío sur, y siempre ha evitado hablar de esos años de sufrimientos, con la misma estoicidad que es familiar y que fue una de las características del Che.

Ellos están reviviendo en estos días aquella historia del 67 y guardan dignamente su dolor. Algunos amigos de Guevara, verdaderos amigos de otros tiempos, también eligen un perfil discreto y confiesan que hay una cierta paz al saber que sus restos estarán protegidos en Cuba.

Aquí ha habido serios debates sobre lo que sucede alrededor de esta figura. Para quienes siempre mantuvieron la fidelidad a los mismos principios que Guevara sostenía, esta ``fiesta mediática'' es casi un insulto al recuerdo del guerrillero.

Alberto Granados, el amigo argentino con quien compartió viajes, confidencias, suele llegar desde Cuba, donde vive, a compartir encuentros con compañeros, que también, como los hermanos del Che, tratan de mantenerse lejos de los medios.

Ellos eligen estar junto a los que nunca ``abandonaron el camino''. Piensan que aquí el Che vive entre los humildes, los desaparecidos, ``donde aprieta la injusticia''; con los que son capaces ``de jugarse por ideales''. Ninguno de ellos apuesta a ``los que se arrepintieron'' de haber luchado por un mundo mejor. Es fácil escribir sobre el Che ``cuando el mito no es visto como un peligro'', dicen. Hay críticas a quienes pretenden utilizar al Che para atacar a Cuba o aquellos que ``descubrieron'' sus rasgos, después de haber vivido años a la sombra de su figura. Ellos quieren recordar en silencio.

En Bolivia las historias y leyendas crecen cada día, como la de aquel anciano que llegó hasta la que fuera la tumba clandestina del Che y ``lloró mucho y le pidió perdón en nombre de los bolivianos y luego pudo caminar erguido'', como cuenta Yolanda la enfermera convertida en cronista.

En Argentina la mayoría de políticos o intelectuales que se definen como de ``izquierda no arrepentida'' piensan que los restos de Guevara descansarán en un lugar protegido, ``en un país que amó y por el que luchó, donde viven sus hijos, sus amigos entrañables de la revolución y de la vida''.

Recuerdan un episodio de hace pocos días, cuando imprevistamente en un programa de televisión, aquí en Buenos Aires, los invitados fueron desagradablemente sorprendidos por la presencia de Félix Rodríguez, el cubano de la CIA, que interrogó al Che antes de que lo mataran y quien tiene una negra historia en América Latina y especialmente en América Central, en la guerra contra Nicaragua sandinista. La protesta fue unánime.

En Bolivia recientemente el periódico El Correo del sur de Sucre anunció que se inaugurará el llamado ``circuito turístico Combatientes del Che'', con recorridos y llegadas hasta la escuelita de La Higuera donde fue asesinado. No escriben ``asesinado'' sino que buscan un subterfugio.

Mencionan que fue muerto ``por un oficial ebrio por orden de la superioridad''. Anuncian que el ``recorrido turístico'' llegará a lugares donde acampó la guerrilla o donde se combatió. Se prometen ``encuentros con lugareños testigos de la guerrilla''. Yolanda dice que en su país hay tres posiciones con respecto al Che: ``Los que intentan negociar con su figura, los que siempre lo odiaron por sus ideas y nosotros, la mayoría que no habla ni tiene medios, los campesinos que entendieron aquel mensaje, los nuevos pobres, la mayoría para quienes el Che, su aura estará siempre acompañándonos''.