Ruy Pérez Tamayo
Reflexiones postelectorales

Como la gran mayoría de los mexicanos, el 6 de julio pasado yo también acudí a depositar mis votos en la casilla que me correspondía, en la Casa de la Cultura de San Jerónimo. Aunque la casilla abrió con un inexplicable retraso de hora y media, y los funcionarios encargados de ella tenían mejores intenciones que entrenamiento o simple sentido común, todo transcurrió en forma tranquila y ordenada. Yo voté más bien en contra del PRI y del PAN, porque como muchos otros mexicanos estoy harto de la corrupción, de la demagogia y de la prepotencia del partido ``oficial'', y no deseo regresar a los tiempos de Maximiliano y Carlota con el blanquiazul.

Pero creo que Cuauhtémoc Cárdenas se sacó el tigre en la rifa, porque en tres años será muy poco lo que pueda hacer para aliviar los enormes problemas que agobian a la ciudad más grande del mundo. No porque le falten ganas o buenas intenciones, sino porque no sólo tendrá que enfrentarse a la inmensa complejidad del DF sino también a lo que ahora es la ``oposición'', o sea al PRI, que es experto en trampas, zancadillas y empujones, y seguramente hará todo lo posible por frustrarlo y desprestigiarlo.

Se dice que en la política todo se vale, casi siempre para justificar acciones que en otros campos de la experiencia humana serían reprobables o hasta inadmisibles, y desde luego el PRI posee una larga tradición de comportamiento deshonesto, violento y hasta criminal. Los próximos tres años serán muy duros para Cárdenas, pero él ha mostrado una resistencia ejemplar y una capacidad notable para enfrentarse a sus enemigos con ecuanimidad y con pocas pero efectivas palabras. Basta contrastar por un momento las grotescas convulsiones lingüísticas de Roque Villanueva, secretario del CEN del PRI, quien las excreta a la menor provocación, con la actitud serena y la parsimonia del lenguaje de Cárdenas. Pero éste no es el único enemigo cuyas acciones se agregarán a los múltiples problemas a los que tendrá que enfrentarse el primer gobernador electo del DF; otros enemigos importantes se esconden entre sus propios colaboradores, y son todavía más peligrosos porque usan la técnica del ``lobo con piel de oveja'', lo que dificulta su identificación. Me refiero a los asesores que pretenden ser ``expertos'' en distintos campos del quehacer humano especializado, en los que Cuauhtémoc Cárdenas no posee ni conocimientos ni información suficientes para hacer un diagnóstico correcto y diseñar una estrategia adecuada para enfrentarse a problemas específicos. Tales campos son reales, en parte porque Cárdenas es un ser humano y como tal no lo sabe todo, y en parte porque el DF es casi infinitamente complejo.

Yo he tenido la experiencia de escuchar personalmente al ingeniero Cárdenas expresando opiniones lamentables por su superficialidad y falta de contacto con la realidad sobre más de un tema, pero especialmente en relación con la educación superior y el desarrollo de la ciencia y la tecnología en nuestro país.Creo que en sus tres años de gobierno del DF, Cárdenas tendrá pocas oportunidades de influir en estos aspectos de la vida capitalina, principalmente porque son problemas de tipo más federal que defeños. Pero si llegara el momento en que nuestro flamante gobernador electo del DF sintiera que debería actuar o influir en los terrenos mencionados, o en otros con los mismos requerimientos de información profesional especializada, que no se sustituyen con buenas intenciones y menos con posturas demagógicas o populistas, ojalá que se haga aconsejar por verdaderos técnicos y miembros activos de las comunidades involucradas, y les haga caso. Esto sería otro gran cambio en las prácticas políticas tradicionales de nuestro país, que (incidentalmente) fue por lo que yo voté el 6 de julio pasado.