Y Heberto no pudo entrar. Aquel otoño de 1995 el doctor Carlos Castillo Chávez, destacado Biomatemático mexicano y amigo de la Universidad de Cornell le invitó para impartir conferencias sobre sus ideas matemáticas en torno al álgebra matricial, diseño de estructuras, pero muy especialmente sobre la situación política mexicana. Había un interés especial de la comunidad universitaria por escuchar su ponencia titulada El futuro de la democracia en México. Sin embargo, a pesar de que Heberto Castillo era Senador electo por Veracruz, y de los grandes esfuerzos realizados por funcionarios de la Universidad de Cornell y del gobierno del Estado de Nueva York, el gobierno de los Estados Unidos decidió negarle la visa.
Decidimos reunirnos en Toronto, Canadá, con la esperanza de que se resolviera el conflicto y nos entregaran la visa, y de ahí poder viajar hacia Ithaca, otrora tierra de los Indios Cayuga, en el Estado de Nueva York. Nos encontramos en el recibidor del hotel, ahi estaban Heberto y Tere para abrazar amorosamente a Marcia y Valeria, sus nietas, despues de 20 meses de ausencia. Le recuerdo sonriente, entusiasmado explicandome algunos teoremas de análisis numérico llevados al contexto del álgebra lineal. Conceptos que él había utilizado para poder encontrar raíces de sistemas de ecuaciones: por ejemplo, para encontrar la raiz pi de un arreglo matricial. La busqueda de dicha raiz tenía para él un sentido práctico. Era necesaria en el estudio de los modos de vibrar de las estructuras de concreto armado, que se producen durante un sismo o bien cuando son sometidas a la acción del viento.
Heberto además de destacar como matemático e ingeniero civil, tenía una gran capacidad para analizar e interpretar acontecimientos políticos y sociales y para preever sus desenlaces. Estando en Toronto, supo que acabaría por no impartir las conferencias en Cornell. No obstante, platicamos largo alrededor de lo que hubieran sido sus ponencias. Le preocupaba profundamente el futuro de la democracia en México. La democracia no ha sido nunca concesión de ningun gobierno, acostumbraba decir, sino tarea de la sociedad que la construye. No es simplemente la posibilidad de que el pueblo elija mediante el sufragio a sus representantes. Democracia implica la participación de la sociedad en su conjunto en la toma de decisiones que tienen que ver con su destino. Democracia es concertación y conciliación, es acción, tolerancia y pluralidad. La riqueza de los pueblos está en su diversidad y la democracia fomenta la expresión de esa diversidad.
A pesar de haber dejado formalmente la academia en1968, a partir de su participación política en el movimiento estudiantil de 1968, Heberto continuó siempre con su trabajo científico, mismo que le convirtió a través de los años, en un promotor de su moderno método de construcción, la TRIDILOSA, estructura de concreto armado de alcance universal por su economía, ligereza, y como el mismo decía, por ser una estructura socialista en donde todos sus elementos trabajan colectivamente.
Charlamos brevemente acerca de sus proyectos dentro de la Comsión de Ciencia y Tecnología que presidía en el Senado de la República.
Comisión que el mismo había creado desde que fue electo como Senador por el estado que lo viera nacer. Hablamos de la fuga de cerebros y de los foros que estaba organizando, sobre las presentaciones científicas en seminarios, conferencias y publicaciones. Comentamos cómo la comunidad científica está acostumbrada a la constante confrontación de ideas, a la discusión contínua. Los argumentos empleados en tales discusiones tienen sustento en leyes, teorías y modelos. Las discusiones académicas son acaloradas, apasionantes, y se suceden siempre con a la participación plural de la comunidad cientifica.
Aunque los intereses económicos trascienden el ámbito académico y científico, en estos foros no hay muertos ni heridos, ni siquiera vencedores ni vencidos, sólo el avance de la ciencia en ese ejercicio colectivo. Y es que en la ciencia asistimos cotidianamente al debate de las ideas, no al de sus personajes. Sin excepciones. Por ello, cuando una propuesta resulta endeble se le puede augurar un futuro efimero, sin que importe el prestigio de su autor intelectual. En la ciencia el prejuicio latente muchas veces es justamente la teoría existente, pero incluso si la teoría resulta falible no hay decepción, se reconstruye, se transforma. Sabemos que del debate surgirán nuevas ideas, nuevos proyectos y nuevos resultados que confrontaremos luego. Por ello el trabajo científico requiere de libertad y honestidad.
A excepción de los científicos dedicados a los fenómenos sociales, sólo un grupo muy reducido de científicos participa del quehacer político. Los que lo hacen suelen ser mal vistos, se llega a dudar de su capacidad o de sus intenciones. Fuera del ámbito académico, la comunidad científica nacional esta alejada de los acontecimientos sociales. Las razones son múltiples. A muchos científicos les resulta frustrante descubrir el rostro de la corrupción que nuestros gobernantes han impregnado a la actividad política.
Si bién el Congreso forma parte de los tres poderes de nuestra nación, en México solamente ha prevalecido un poder real: el presidencial. Por ello a pesar de cualquier brillante y certero argumento, el ejecutivo termina siempre ejerciendo su mayoría sumisa.
Que indignante es la cultura vertical del Ometecutli en turno, decía Heberto. Cultura que se ve reproducida en el seno familiar, en la actividad laboral, lo que opine el maestro, lo que diga el jefe, el patrón, el padre, el señor Presidente. Para muestra basta un botón, dice el adagio popular, recordemos la actitud mostrada recientemente por la Secretaría de Medio Ambiente cuando a pregunta expresa, el doctor Zedillo le manifiesta ¿Me equivoco? a lo que ella contesta: Nunca Señor Presidente. Pero esta situación debe cambiar.
Con gran parte del país gobernada por el PRI, una importante parte del norte de México gobernada por el PAN, y con el Distrito Federal próximamente gobernado por el PRD con Cuauhtémoc Cárdenas al frente, México hace patente su gran diversidad. Hoy más que nunca se necesita que la comunidad cientifica participe en este proceso, que se comprometa con la construcción de la democracia. Los científicos deben relacionarse directamente con los distintos sectores que actúan en el México actual, con las organizaciones sociales, con los industriales, con los partidos políticos, con los gobernantes, con la sociedad en su conjunto.
Se respiran aires de esperanza, parece que al fin el tránsito a la democracia puede darse mediante ese real equilibrio de poderes que la nación requiere. Estamos ante la oportunidad. La alternativa radica en que realmente la cámara de diputados se convierta en un organismo plural, donde se encuentren representados los diversos sectores de la sociedad a través de los partidos políticos. Pensemos no en cuál será el futuro de la democracia en México, sino en cual será el futuro de México si no transitamos hacia una verdadera democracia. Trabajemos por ella para lograr que Mexico esté a la altura de sus mexicanos.
Para conquistar ese México para todos.
El autor es hijo de Heberto Castillo