Perdieron su empleo 420 mil estadunidenses, afirman opositores al convenio
Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 10 de julio Ť Aun antes de ser formalmente presentado por el gobierno estadunidense, el balance sobre el Tratado de Libre Comercio (TLC) causó una nueva ronda de acusaciones y contrapuntos de opositores y promotores de la apertura comercial.
Quienes critican el acuerdo han presentado a varios de los 420 mil trabajadores que, sostienen, perdieron su empleo como consecuencia directa del TLC, para que éstos brinden ``testimonios personales'' sobre el ``costo humano'' del libre comercio.
A su vez, los promotores del acuerdo presentan sus propias anécdotas de los empleos creados por la ampliación del comercio, con gráficas sobre las plazas creadas por estado para presentarlas a legisladores (cuya prioridad es siempre cómo demostrar lo que han ``ganado'' para sus entidades). Sin embargo, el consenso general entre una mayoría de economistas parece ser que el impacto económico del TLC ha sido mínimo en este país.
Tal como lo subrayó esta semana la revista The Economist, ``en una economía tan grande como la de Estados Unidos, el efecto de un comercio más libre con México nunca tenía la probabilidad de ser enorme, y así se ha comprobado''. El diario The Wall Street Journal coincidió, al indicar que el impacto del TLC ha sido ``mínimo'' en este país.
Una de las investigaciones más amplias sobre el impacto del TLC, del economista Raúl Hinojosa de la Universidad de California, ha concluido lo mismo. Hinojosa declaró hoy a La Jornada que el impacto del tratado ha sido sólo ``levemente negativo'' para Estados Unidos en estos tres años. ``Hay que reducir el volumen de este debate'', afirmó, ya que ``de hecho, el impacto ha sido muy modesto sobre Estados Unidos''. Señaló que en nuevos resultados que se presentarán la próxima semana sobre la base de la primera versión de su investigación, resaltará que el impacto negativo en Estados Unidos es más a causa de la relación con Canadá que con México, y que con este último tiene que ver con la crisis del peso, y no por el TLC en sí.
``Ya nos encontrábamos sobre el camino hacia el libre comercio'', comentó el economista Jeffrey Schott, del Instituto de Economía Internacional a The Wall Street Journal. ``Lo único que logró el TLC es rellenar los baches''. Aunque Schott fue uno de los promotores iniciales alegando que el TLC crearía 100 mil empleos, ahora ha asumido un tono más mesurado, señalando que mientras la creación de empleos podría haber sido mínima, las consecuencias más importantes fueron la formalización de las relaciones comerciales.
En esta perspectiva, los vínculos de comercio entre Estados Unidos, México y Canadá ya estaban creciendo de forma acelerada antes del TLC. El comercio entre México y Estados Unidos empezó a crecer rápidamente desde principios de los ochenta y, según un análisis reciente del Banco Mundial, el porcentaje de la inversión directa de Estados Unidos que ingresó a México, fue más grande a fines de los ochenta que tras la firma del TLC en los noventa. No cabe duda de que algunas tendencias económicas fueron aceleradas por el TLC, pero el impacto más importante, según algunos expertos, fue más bien político que económico.
``El TLC, en mi opinión, no sólo puso candado sobre las reformas económicas sino, tal vez más importante, puso candados sobre las reformas políticas (en México)'', dice el ex asesor para América Latina del Consejo de Seguridad Nacional, Richard Feinberg. Como el encargado de la política hacia América Latina en la Casa Blanca, Feinberg reveló que los impactos políticos del TLC podrían haber sido más significativos que los económicos, una percepción que parece ser compartida no sólo en Washington, sino en los circuitos financieros de Nueva York también.
Esta perspectiva fue respaldada esta semana por la revista The Economist: ``El acuerdo comercial ha ayudado a asegurar que México se apegue a su programa de reformas''. Funcionarios de la administración Clinton agregan que, sin el TLC, México podría haber revertido a las políticas proteccionistas y nacionalistas de los setenta y ochenta al responder a la crisis del peso en 1994, pero que esto no se dio precisamente porque el acuerdo había ``puesto candado'' a una política económica de libre mercado y libre comercio. El propio TLC también ha sido señalado como un factor importante para calmar los posibles temores de los inversionistas ante un triunfo de una figura como Cuauhtémoc Cárdenas en las elecciones de esta semana. ``México ha sido globalizado y una vez que uno se globaliza hay ciertas restricciones'' sobre opciones políticas, afirmo Peter Hakim de Diálogo Interamericano, en entrevista con La Jornada.
Estas aseveraciones podrían ser muy persuasivas para los políticos profesionales y los analistas en el circuito de Washington, pero los estrategas del gobierno de Clinton entienden que, fuera de este ámbito, el sentir público general en este país aún es muy contrario al libre comercio en general y anti TLC en particular. Mientras este sentimiento anti TLC se ha moderado en cierta medida por el auge económico actual en este país y una tasa de desempleo muy baja, los estrategas de la Casa Blanca reconocen que casi cualquier discusión sobre el TLC sólo hace recordar a los estadunidenses la inseguridad económica y dudas que persisten sobre el tema.
Por estas razones, la Casa Blanca parece haber elegido finalmente presentar su evaluación formal de los primeros tres años del TLC en un día viernes, garantizando así una cobertura mínima de los medios en los periódicos del sábado y eludiendo los cierres de las ediciones de las revistas semanales. ``Es una estrategia perfecta'', comentó un funcionario. ``Uno entrega el informe al circuito interno de Washington, pero también se garantiza que sólo los noticiarios de televisión menos vistos la noche del viernes y los periódicos menos leídos del sábado cubran el evento''. Y claro, la mayoría del Congreso estará sólo pensando en salir por el fin de semana.
Pero el debate en sí, alimentado por la presentación de este informe mañana, también está viciado por otros factores, señalan algunos expertos. El profesor Raúl Hinojosa comentó a este diario que, ``ante todo, todos están exagerando los puntos positivos o los negativos. Además, la gente gusta hacer de México, en este debate, la metáfora para todo el mundo; los neoliberales para sus sueños, los proteccionistas para sus pesadillas''. Y concluyó que mucho de esto ``no tiene nada que ver con la cuestión económica''.