La Jornada 11 de julio de 1997

En El Guamuchilito, velorio concurrido y severamente vigilado

Ciro Pérez Silva, enviado, El Guamuchilito, Navolato, Sin., 10 de julio Ť Despacio, sin apresuramiento, la carroza con los restos de Amado Carrillo Fuentes recorrió los 34 kilómetros que separan al aeropuerto de Culiacán de la finca Santa Aurora, donde esta noche fue velado por un pueblo que se desbordó entre el agradecimiento y la curiosidad, antes de que su cuerpo fuera depositado junto a los de su padre Vicente y su hermano Cipriano, el mayor de la estirpe, en la cripta de mármol y granito de la residencia, bajo la imagen de Malverde.

Había salido con destino a esta ciudad procedente del aeropuerto de Toluca, donde su ataúd fue colocado en un vuelo privado de la línea Avemex a las 21 horas, y 87 minutos después el avión matrícula XA-NLA arribaba a Culiacán y media docena de automóviles, incluido el Lincoln color salmón de Alicia, la hermana menor de Amado, escoltaron la carroza e impidieron cualquier acercamiento de la prensa.

Una caravana cruzó Culiacán para emprender el viaje hacia El Guamuchilito, envuelta en un silencio que se rompía a intervalos con los saludos para la familia.

A su paso por Navolato -``donde son reclutados los sicarios del cártel y para los que el narcotráfico es un nivel social, más que una actividad ilícita''-, las campanas de la iglesia de San Francisco de Asís tocaron a vuelo y los mayores salieron a las calles, mientras los más jóvenes intentaban asomarse al interior de la carroza, cuyos muelles parecían vencerse con el peso del muerto al cruzar los vados y topes de esta pequeña ciudad.

Minutos después, la pila de automóviles se perdía en la noche caliente, entre campos de maíz y hortaliza, hasta aparecer otra vez por el sendero de grava que conduce a la finca, llena de plañideras y vecinos desde el mediodía, y donde las plegarias se elevaron desde las 23 horas y se prolongaron hasta la madrugada.

En la calle, el grupo de seguridad integrado por una docena de guardianes había dirigido los reflectores de la casa hacia los reporteros, ``para que los periodistas no tomaran fotos'', y colocaron a una docena de jóvenes de la localidad afuera, ``para taparles el paso, porque la familia no quiere a periodistas en la casa''.

El cuerpo de Amado Carrillo, aún en el féretro donde fue fotografiado y filmado la última semana, se depositó bajo las carpas que la empresa Emaud colocó para velarlo y fue rodeado por las coronas y arreglos florales que desde el pasado viernes se amontonan en las paredes de la casa.

El féretro ya no fue abierto, y los vecinos de El Guamuchilito sólo pudieron ver el color gris; junto al ataúd todos desfilaron con una mezcla de agradecimiento, nostalgia y dolor por el que fue su protector, el hombre más conocido, respetado y temido de esta región del país.