El gobierno ``de Ernesto Zedillo'' no podía impedir sino con un alto costo el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en la capital y, como era previsible, ahora pretende con una campaña propagandística descomunal que él está democratizando al régimen, por lo que urge hacer varias precisiones.
1. El diario salinista Crónica tituló a ocho columnas el 7 de julio la versión oficial sobre la elección federal, que ha constituido desde entonces la gran mentira, repetida por todo mundo: ``Perdió el PRI''. Esta falsedad la fueron transmitiendo los corresponsales y la han terminado por creer muchos mexicanos, cuando en las cifras oficiales aparece lo contrario. De no haber mediado la ``ingeniería electoral'', los resultado habrían sido otros, pero lo cierto es que en las cifras oficiales el PRI ganó: tiene un porcentaje mayor que cualquiera de los demás partidos en las elecciones legislativas, conserva la mayoría en las dos cámaras y obtuvo cuatro de las siete gubernaturas en disputa.
2. El gobierno, por otra parte, no pierde --como se ha dicho hasta la saciedad-- el control del Congreso. En el Senado mantiene una mayoría calificada y conserva el control de la Cámara de Diputados, pues tras el acomodo de resultados que le facilita la legislación, el PRI se sobrerrepresenta con alrededor de 238 diputados y, junto con el PT y el PVEM, los dos partidos paraestatales que entraron al reparto (con seis y ocho diputados, respectivamente), sigue teniendo la mayoría absoluta: más de 250 curules, contra las 124 del PAN y 123 del PRD.
3. El dato más relevante de la elección federal es precisamente ése: el pueblo votó contra el ``sistema'', pero en las cifras oficiales, gracias a ``la ingeniería electoral'', a pesar de lo que se ha publicado en el mundo entero, el PRD y el PAN en conjunto no obtienen la mayoría en la Cámara de Diputados; alcanzan sólo 247 diputaciones, es decir, un resultado equiparable al de 1988, cuando PAN y FDN sumaron juntos un número similar de curules.
4. El régimen trata de hacer creer, sin embargo, que las cosas han cambiado en el Congreso, aunque en realidad no tendrá problema para que los legisladores del PRI y del PAN le sigan aprobando con docilidad nuevas leyes neoliberales, ya que: a) el PRI sigue siendo un organismo de Estado, y b) la ``alianza estratégica'' del PAN con el gobierno está más firme que nunca en virtud del notable avance electoral del PRD, como lo reconocen los propios panistas. El PAN tendrá con el gobierno de Zedillo ``una relación semejante a la que tuvimos con el gobierno de Salinas'', le espetó amenazador Felipe Calderón a Andrés Manuel López Obrador (presidente del PRD) en los micrófonos de Radio Red, el 9 de julio.
5. El dominio priísta del Congreso está asegurado por otra parte no sólo por su mayoría absoluta en el Senado, sino porque en la Cámara de Diputados no va a ser posible una coalición del PAN con el PRD a fin de hacerle contrapeso al Ejecutivo. La tarea histórica de Diego y de Castillo Peraza, los dos salinistas del PAN, ha sido y es impedir cualquier convergencia blanquiazul con el PRD.
6. El ``sistema'' político mexicano no se terminó, por lo tanto, el 6 de julio de 1997, como lo afirmó el diario español El País (8 de julio), y sólo vive un proceso de recomposición; tampoco es cierto que más de la mitad de los mexicanos estén gobernados por la oposición, como lo señaló Carlos Fuentes (10 de julio), quien parece ignorar que los estados y ayuntamientos gobernados por la oposición no tienen atribuciones plenas. El sistema presidencialista, centralista y autoritario está ahí, aún en su descomposición, y es el fundamento para que Zedillo y los salinistas continúen anteponiéndose a la legalidad del país.
7. El PRI sigue siendo, tras las elecciones, un partido de Estado que prevalece por su simbiosis con el aparato estatal. El hecho de que su imagen se haya degradado por utilizársele como un aparato al servicio del salinismo y de que sus mecanismos de control ya no funcionen en nada cambia su naturaleza. La amenaza de Zedillo de que en adelante nadie podrá calificarlo así (8 de julio), no es más que una tontería. Las facultades no escritas de un presidente, parece olvidársele, no le permiten imponerle conceptos a las ciencias sociales.
8. Por todo esto, las elecciones de 1997 no traerán consigo un periodo de democracia como muchos pretenden, sino una sorda lucha por el poder al margen de la sociedad, como lo muestran las nuevas disensiones entre Salinas y Zedillo. Resulta significativo que el mismo día que The Miami Herald publicó la noticia de que el suegro y dos cuñados de Ernesto Zedillo están involucrados en el narcotráfico, el gobierno respondiese acusando a Raúl Salinas de lavado de dinero (8 de julio).
10. La paradoja de las elecciones es que los mexicanos votaron el 6 de julio por el cambio y contra el salinismo, el ``sistema'' de partido de Estado y las políticas neoliberales, y que el gobierno pretenda que todo siga igual.